Señor director:

Hace unos tres meses, dos docentes del Colegio Nacional "Monseñor Pablo Cabrera" sufrieron caídas que les produjeron quebraduras en sus extremidades. El común denominador de los accidentes fueron las veredas en mal estado de la escuela en las cuatro cuadras que las rodean. Durante esos días, ambos hechos tomaron estado público debido a la publicación en este diario.

La situación tuvo eco por el alto riesgo de accidentes que significa para la comunidad educativa de los tres turnos de escuelas distintas que funcionan en ese edificio. Además, de la población en general que circunstancialmente transita por esa zona. Pues bien, a 90 días de esos sucesos, no se ha hecho ningún tipo de reparación.

Esta carta que estoy escribiendo, la hago a minutos de haber tropezado con un trozo de mosaico suelto en la vereda de calle Tucumán. Realmente es desastroso el estado en que se encuentran estas veredas. 

Hubo promesa municipal de repararlas, aunque no le correspondía al municipio hacer la obra. De todos modos, quiero decir que faltan pocos días para el inicio de clases y el peligro de accidente está latente. Y, por las pruebas que hay, accidentarse en esas veredas, lo mínimo que ocasiona son lesiones que pueden tener un largo proceso de recuperación.