En medios diplomáticos se manejan tres desenlaces posibles de la peculiar crisis política en Honduras, un país con dos presidentes -uno de facto, y otro sin poder pero con reconocimiento externo- desde el retorno del destituido Manuel Zelaya. Todo dependerá de que Zelaya, refugiado en la embajada de Brasil, consiga suficiente apoyo popular como para que el país se vuelva ingobernable e intervengan las Naciones Unidas para reinstalarlo en el poder.

"Finalmente, todo va a depender de cuál de los dos presidentes tenga más peones", dijo un embajador latinoamericano con metáfora ajedrecística. "Si hay grandes tumultos callejeros y muertes, es más probable que Estados Unidos y los países latinoamericanos aumenten la presión para que Zelaya sea repuesto en el cargo".

Estos son los principales escenarios que se vislumbran:

* Escenario 1: Caos, seguido de intervención de la ONU. Los partidarios de Zelaya se lanzan a las calles, provocando una represión aún mayor por parte del gobierno de Roberto Micheletti. El gobierno de facto decide sacar a Zelaya por la fuerza de la embajada brasilera y arrestarlo, invocando un fallo de la Suprema Corte que ordenó el arresto, antes de que este fuera destituido el 28 de junio, por violar leyes constitucionales que le impedían presentarse para una reelección.

Brasil puede pedir a la ONU que intervenga en la crisis hondureña. A diferencia de la Organización de Estados Americanos (OEA), la ONU puede enviar tropas de paz a un país cuando el Consejo de Seguridad determina que existe riesgo de violencia regional. Ya ocurrió en Haití, en 1994, cuando se envió una fuerza multinacional para restablecer en el poder al destituido presidente Jean-Bertrand Aristide.

* Escenario 2: Caos pasajero, seguido de elecciones. Zelaya permanece refugiado en la embajada brasilera y el gobierno de Micheletti logra restablecer el orden. Después de algunos días agitados, todo vuelve a la normalidad y la crisis hondureña empieza a esfumarse. EEUU y los países latinoamericanos empiezan a evaluar la posibilidad de aceptar los resultados de las elecciones del 29 de noviembre convocadas por Micheletti. Además, el golpe de Honduras no fue un golpe militar tradicional, porque sus líderes en ningún momento pretendieron quedarse en el poder.

"Puede consolidarse la idea de que estamos frente a un nuevo tipo de golpe, un golpe correctivo, que no pretende una permanencia en el poder por años sino bloquear una acción presidencial (ilegal) y relanzar el juego democrático a los pocos meses", dijo Dante Caputo, ex canciller y actual asesor del Secretario General de la OEA, José Miguel Insulza.

* Escenario 3: Un gobierno de unidad nacional. Micheletti y Zelaya empiezan a negociar un gobierno de coalición con alguna representación de Zelaya en el poder, para darle al mundo una salida elegante, sin perder imagen. El nuevo gobierno, basado en el Pacto de San José de Costa Rica, supervisa las próximas elecciones.

Mi opinión: Soy optimista y creo que veremos algo cercano al tercer escenario. Tal vez urgido por la amenaza de una intervención de la ONU, Micheletti probablemente se vea forzado a aceptar un diálogo tendiente a garantizar el reconocimiento internacional de las elecciones de noviembre. Y si eso no ocurre, lo más probable es que el gobierno electo convoque a nuevas elecciones -bajo supervisión internacional- para lograr que se levanten las sanciones económicas contra Honduras. En cualquiera de ambos casos, como suele ocurrir, lo más probable es que se llegue a una solución negociada, y que los protagonistas de esta crisis pasen al olvido.

"NINGUNO de los dos presidentes brilla por su sabiduría y carisma. Tal vez dentro de algunos años no recordemos los nombres de Zelaya y Micheletti. Es lo mejor que puede ocurrir.