Haciendo el tradicional repaso de cada fin de año, en la agonía de este 2017, surge mucho material periodístico para revisar y analizar. Gracias al terrorismo probablemente este haya sido un año negro para el mundo, por ejemplo. Sin haber hecho siquiera un conteo periodístico que arroje firmeza al comentario, brotan en recuerdos las muertes en el recital en Londres de Ariana Grande o la embestida de una furgoneta en la tradicional Rambla, en España; y tantos otros. Afortunadamente en San Juan aún estamos lejos de esos acontecimientos, que son de raíz estructural y resultan muy difíciles de tratar o erradicar. El mundo aún no puede con ellos y, se nota, ellos -los terroristas- van arrinconando al mundo que supuestamente los repudia. Pensando en eso, casi cualquiera de los problemas que tenemos en este país son cuestión de niños. Sólo luchas vacías de ideología y profundidad, circunscriptas sólo a la acumulación de poder político. Terribles guerras de egos. No nos peleamos por el 30 por ciento de pobres, peleamos porque otro usa el merchandising de Néstor, de Macri o de Menem, en el peor de los casos. En este contexto y salvando las distancias con los que tienen problemas en serio, hay que decir que también fue un año muy movido para los argentinos, y en particular para los sanjuaninos, al menos en materia política que es la que nos asiste cada fin de semana en estas columnas domingueras que publica DIARIO DE CUYO. 2017 parió un nuevo liderazgo en San Juan, que había comenzado en las elecciones de 2015, pero que aún necesitaba subirse al escalón mayor del podio y sentirse firme allí, anclar, como le llaman. El resultado electoral provocó la consolidación del liderazgo de Sergio Uñac y se convirtió en el hecho político más importante que se dio en al menos los últimos doce meses. Al haber otro conductor, se abren nuevos caminos y se cierran otros. En lo institucional, el año cerró más que bien: no habrá déficit, se ayuda al sector privado con más recursos que nunca; se mantuvo el ritmo de la obra pública, con 3.500 casas entregadas; con algunas variaciones entendibles se mantuvo una buena relación con la Nación; casi hemos salido de la locura de depender solamente de la minería; se puso en marcha el Plan Mil Días, algo que los sanjuaninos no hemos valorado todo lo que debemos, porque impactará en nuestros hijos y nietos y no directamente en nosotros. Y se avanzó muchísimo con el recambio institucional del Poder Judicial, lo que para mí por lejos es una de las cosas más importantes del último año. En el Ejecutivo generaron las condiciones políticas para que eso ocurriera y es un alivio que al menos dos de los cinco peores actores de la Justicia, ya no estén. Ojo, hay mucho por hacer aún: no sabemos cuántos pobres hay; la Salud y la Educación aún son materia de reproches; en la minería no se han generado nuevos emprendimientos y los que están ya no dan para mucho más: Gualcamayo está haciendo esfuerzos para seguir, pero se viene el cierre para 2019. Es más, en enero habrá una tendalada de despidos. En resumen, Uñac aprobó el año sobrado, pero la gestión pública es día a día y a veces los balances, por mejor resultado que arrojen, caen en saco roto en cuestión de segundos. Hay que seguir.

Para que el liderazgo político de Uñac se consolidara, hubo otro hecho tan importante como las mismas elecciones, que fue la interna en el peronismo. Esa nueva conducción provincial se tejió desde ahí, desde las decisiones que se tomaron dentro del Partido Justicialista. Mirando hacia atrás, probablemente las más sabias decisiones políticas del gobernador hayan sido haberse despojado de José Luis Gioja y del kirchnerismo. Uñac supo leer la época, vio que el macrismo planteaba esa dicotomía con Cristina Fernández e hizo todo lo posible para no sufrirla en San Juan. Acá no se dividieron votos, porque no hubo segundas partes, no hubo contraoferta. Era el macrismo con sus candidatos y el ’nuevo peronismo’, con los modales que la sociedad impone, no con los viejos modales del kirchnerismo y el giojismo. Si Uñac se quedaba con la gente de Cristina Fernández o con José Luis Gioja en la lista, era presa fácil para el macrismo. Hubiese sido tan sencillo como trasladar toda la estrategia porteña a San Juan.


Si Gioja iba en la lista, se complicaba también la relación con el Gobierno nacional. En la Nación ven a Gioja como alguien inmanejable y de pocos códigos, pero útil como Cristina para esa estrategia del contraste, de mostrarse distintos a lo que la sociedad repudia. Anduvo dando vueltas por un par de despachos judiciales una carpeta con ’datos’ sobre el actual diputado nacional y alguno de sus colaboradores más estrechos. Un encumbrado del macrismo prometió información y luego se arrepintió. Algo pasó en el medio. Alguien le perdonó la vida. El contenido de esas hojas era categórico. No había información solamente de él y se cuestionaba el crecimiento patrimonial de esos colaboradores, algo que por ahora fue imposible de corroborar. Uñac gambeteó ese posible problema. Un candidato con problemas judiciales complicaba la campaña, pero más que nada iba a ser presa permanente de Macri.


El macrismo habló mucho en las últimos días de Uñac, a quien han puesto casi en la vereda de enfrente tras el voto negativo de los diputados sanjuaninos a la reforma jubilatoria. En San Juan tratan de desdramatizar ese escenario y exhiben dos o tres argumentos, probablemente válidos. El primero y más visible es que Macri va a necesitar mucha ayuda de aquí en más, aseguran en las entrañas del Gobierno sanjuanino, porque casi se ha comido el capital político que logró en la elección de octubre y hay números para demostrarlo. Una encuesta indica que el presidente, quien llegó a rozas los 40 puntos de imagen positiva, terminará este 2017 con una imagen negativa del 66,9%. El mismo informe asegura que el 81,7% de los sanjuaninos piensa que el proyecto macrista los perjudica; y el 79,4% no está de acuerdo con él. Categórico. 


El segundo argumento de los soldados uñaquistas es apelar a la historia para demostrar que han ayudado siempre, no circunscriben la relación con la Nación sólo al proyecto jubilatorio. Y para eso se acuerdan de la modificación de Ganancias y el Pacto Federal Minero. Ambos, dicen en Paula y Libertador, no salían sin la intervención de Uñac. Además muestran a medias otros argumentos importantes, como haber salvado alguna operación financiera nacional, gracias al orden de las cuentas locales y a que la actual administración ya ha duplicado las reservas que dejó Gioja en doce años de gestión. Es decir, aseguran que en un cara a cara Uñac-Macri, el presidente debería reconocerle al Gobernador otras ayudas y olvidarse de la última votación. Veremos cuán democráticos son en Balcarce 50.


Y ya que existe ese nuevo liderazgo, ¿cómo es? Fuerte, como suelen ser los liderazgos en el peronismo. Por lo que se ha visto en este año, Uñac no le teme a los cambios de funcionarios, por ejemplo. La salida de Cástor Sánchez de Salud Pública, los retoques en Educación y otros que probablemente se conozcan en los primeros tres meses del año que viene, fueron provocados por el mandatario. Nadie se va de la gestión pública, por más que se gane menos que en la actividad privada. La mayoría de los dirigentes terminan enamorados del protocolo, los títulos y el poder de gestión que regala el hecho de ocupar un sillón en cualquier repartición del Estado. No es el dinero como la mayoría de la gente piensa. La mayoría de los que se van, es porque los echan. Sánchez había tensado la cuerda por falta de trabajo y esa fue la razón por la que lo sacaron. Y Alfredo Bartol, exsecretario de Educación, le hizo al ministro Felipe de Los Ríos todas las internas que pudo. Lo echaron por eso. Y la lista seguirá, según parece.


Volviendo a este nuevo estilo de conducción, Uñac viene rescatando el diálogo como herramienta primaria. En plena lucha entre kirchneritas y macristas por las detenciones de exfuncionarios y los disturbios por el proyecto jubilatorio, el sanjuanino habló de mantener el diálogo, de terminar con las peleas entre unos y otros. Lo dijo en un discurso en Chimbas. Un par de colaboradores que lo siguen a todos lados dijeron que la gente aplaudió a rabear cuando el Gobernador dijo ’en este país los problemas de la gente se van a arreglar cuando nos demos cuenta que hay que dejar de ocuparse de los dirigentes para ocuparse de la gente’. Los que no viven en cuerpo y alma las luchas propuestas desde la política nacional, están hartos del mismo discurso, de uno y otro lado. Y probablemente Uñac haya dado en la tecla con esa afirmación. Hay muchos que ya dejaron de ser macristas o kirchneristas. Se cansaron. El pocitano parece haber encontrado una salida distinta.


En resumen, el año cierra bien, pero hay que seguir el día a día. En 2018 el Presidente va a necesitar mucha ayuda porque evidentemente no puede solo. Macri no es un dirigente que pueda conducir un país, necesita de la transversalidad, necesita de peronistas, de radicales y hasta de Lilita Carrió. Y el Gobernador tendrá el mismo desafío que en estos dos años, pero con un plus. En Buenos Aires estará su hermano Rubén, su mejor alfil, quien seguramente irá mirando el desarrollo de la política nacional y las chances de ascender, de crecer. Para él, y para su hermano. Por cómo estará el peronismo el año que empieza en una semana, todo puede pasar. 


Y para San Juan, desde lo institucional, hay muchas materias pendientes todavía, aquí se han mencionado algunas, pero deben haber seguramente muchas más. El paso más importante ya lo dio el uñaquismo, habrá que ver cómo aprovechan esos famosos 55 puntos de las Legislativas.