Incómoda y hasta inoportuna, la primera fecha en el calendario electoral de los sanjuaninos funciona como dique de contención. Bloquea, demora, patea para adelante decisiones que ya deberían estar en el estómago del ciudadano: sin ir más lejos, quiénes serán los candidatos a los cargos electivos.

El 8 de mayo los sanjuaninos elegiremos por primera vez. Y el abanico de opciones es más estrecho que de costumbre porque en lugar de un menú de direcciones habrá sólo dos alternativas tajantes: SI y NO. Pero si uno mira bien, en los matices está el gusto: ¿qué quiere decir votar de manera afirmativa, estar dispuesto a avalar una reforma legal o dar crédito a la continuidad de Gioja?, o ¿cómo interpretar un voto de rechazo, que no a Gioja o no a la modificación constitucional que se propone?

Hay una cosa que es terminante: tanto en el oficialismo como en la oposición se juegan cosas grandes entre la dirigencia, antes de la decisión final. Como una vuelta rápida de clasificación para ocupar el mejor lugar en la grilla, como rendir un parcial antes de dar el final.

Es que el 8 de mayo está apenas a mes y medio de distancia del 25 de junio, un día en el que nadie irá a votar pero que será claramente la hora de la verdad: a las 24 de ese día cierra el período de presentación de listas para la interna abierta del 14 de agosto y estarán todas las cartas sobre mesa. Quién va con quién, quién en contra de quién, y quién decidió irse a su casa después de los amagues.

Por eso el 8 de mayo será un test ineludible, un banco de pruebas y una demostración de lealtades que ningún palabrerío podrá reemplazar a pocos días de armar las listas. Allí estarán los resultados para saber quién es quien en cada sector, el oficialismo y la oposición, y cómo se armarán con vistas a la elección general.

Por el lado del Gobierno, el gesto de tirarles la responsabilidad a los dirigentes y la militancia de calle fue bien explícito. Reunió Gioja a sus coroneles en cada distrito y los comprometió personalmente con la campaña del 8 de mayo.

Tiritó más de una pierna en las primeras planas giojistas. Todos anotaron el hecho inconfundible de haber sido convocados al terreno de juego, y sintieron el frío en la espalda por la necesidad de responder con resultados.

Dicho de otro modo: todos los que tengan aspiraciones de subirse a la boleta oficial para agosto que cierra en junio deberán defender el espacio con un buen resultado en mayo. Así de simple.

El resultado del 8 de mayo será para todos ellos un desafío excluyente. Hasta ahora, las demostraciones de cariño hacia el líder tiroteado por su hermano se producen en el terreno de los cuchicheos al oído, de palabras coloridas en actos propios o de adornadas solicitadas declarando por escrito la pertenencia irrenunciable al proyecto. Pero ahora será el tiempo de pasar de las palabras a los hechos: refrendarlo con un buen resultado en cada barrio.

Seguramente pasarán lista los armadores del espacio oficial a la rendición de examen de los punteros en cada departamento, y especialmente a los intendentes que buscarán la reelección.

Esa necesidad de rendir bien es más evidente en los que les hace falta un resultado contundente para reafirmar la pertenencia al espacio comandado por José Luis Gioja, después de haber reportado originalmente al armado del hermano César.

Como son los casos del intendente de Santa Lucía, Aníbal Fuentes, el primero en levantar la mano a favor del sí, no vaya a ser cosa que hubiera alguna duda. Fuentes es un dirigente allegado originalmente al senador, quien frecuentemente suele reivindicar en público su padrinazgo para que fuera incluido como aspirante oficial hace 4 años en un departamento tan retorcido políticamente como Santa Lucía, donde los aspirantes del PJ suelen contarse por docenas.

Hay otros intendentes provenientes de ese universo -como hay también varios ministros- que quedaron mal parados con la ferocidad de los cuestionamientos hacia el gobernador desde su propio hermano. No saben dónde meterse cuando escuchan el alto voltaje disparado por el senador, mientras ellos intentan hacerse un lugar en la lista tiroteada por quien hasta no hace mucho tiempo fue su indisimulable referente. Figuran en esa nómina los intendentes de 9 de Julio y de Caucete, quienes tendrán el 8 de mayo la oportunidad de dejar claras las cosas con el resultado.

A ellos parece mojarles la oreja César Gioja cuando dice en su publicidad televisiva con formato de cadena oficial que hay funcionarios y dirigentes que sólo se mantienen en el Gobierno por el sueldo que reciben y que no están de acuerdo con la re-re. ¿Los habrá realmente?, ¿será un mensaje encriptado para llamarlos a que se manifiesten en su favor?, ¿abrirá la boca el senador para decir quienes son los que él cree que piensan como él pero no lo quieren decir por algún motivo salarial?

Rezan para que no lo haga en los espacios donde alguna vez César pisó fuerte. Puede mostrar el senador el caso del ex viceministro de Gobierno, quien se alejó poco antes de la tempestad pública entre hermanos con un sonoro portazo. ¿Algún otro? Hasta ahora, nadie aparece con ganas de levantar la mano sino lo contrario: borronear todo lo posible cualquier huella que indique que los viejos vínculos se mantienen.

Pero también hay otros intendentes que nunca pasaron ni cerca del senador siquiera en una inauguración, y que están igual de necesitados de un resultado contundente el 8 de mayo para clasificar en la grilla de partida de la lista oficial para las elecciones en los departamentos. En algunos de esos distritos los números no sonríen todo lo que esperan en el Gobierno, y por eso la primera fecha del calendario electoral será una gran oportunidad para que los hechos tapen las dudas.

Será, para el caso, una especie de encuesta, pero real. Sin encuestadoras, sin boca de urnas y sin interpretación. Hasta sin margen de error: lo que diga el escrutinio será la única realidad incontrastable, sin margen para el pataleo. Fenomenal herramienta entonces para un DT que debe decidir la formación del equipo, función más o menos parecida para quien debe armar la oferta electoral.

Del lado de la oposición también será una fecha que deberán aceptar con cierta incomodidad. Porque vivirán señales cambiadas de lo que seguramente deberán enfrentar en el momento decisivo: estarán en mayo todos juntos cinchando para el mismo lado -con el agregado de tener reportando en el mismo espacio y junto a ellos al senador-, mientras la foto de allí para adelante, en las internas y en la elección general, será seguramente separados.

Se despierta de esa proximidad forzada por la campaña por el NO, una serie de desconfianzas cruzadas, de peleas por el aporte de cada uno en la campaña y en la fiscalización, y hasta de descontrol en el formato que hasta ahora tiene el mensaje opositor: cada uno por su lado, aislado del resto, haciendo lo que se pueda y de manera desarticulada con el resto, por el crecimiento del NO. Deberán, al menos, unir los cuarteles para potenciar el esfuerzo. Pero si lo hacen, ¿hay garantías de seguir unidos?

Si no lo hacen, la desunión se hará más profunda el día después del 8 de mayo. Porque con la decisión de salir a hacer campaña por el NO, la oposición aceptó un resultado que puede no ser bueno y tiene a favor la tentación de cosechar un batacazo que los relance. Si es lo primero, no habrá mariscales de la derrota. Si es lo segundo, la discordia que asoma será por ver quién es el más ganador.