Las imágenes y las historias que exhiben los medios internacionales por el avance del coronavirus son de terror, casi como extraídas de alguna mala película futurista. Lo que más aterra es que esas fotografías y videos que reproducen sin cesar los canales, diarios y páginas web de todo el mundo, son completamente reales. No hay ficción en la desesperación del muchacho italiano que pasó horas con el cadáver de su hermana dentro de su casa gracias a la ausencia de asistencia estatal, ni tampoco en los médicos obligados a elegir pacientes por no poder atender a todos los enfermos. Ambos son ejemplos claros de que la humanidad vive una coyuntura compleja que está marcada a fuego por el famoso Covid-19, obviamente, pero también por complicaciones acarreadas en siglos, que no parecen importarles mucho a nadie. Contaminación, hambre, corrupción, son males endémicos que crecen a mayor velocidad que un coronavirus y que alcanzan a casi todos. Y que terminan influyendo cuando hay emergencias como las que vivimos hoy. 


En ese escenario mundial, el Gobierno argentino se encuentra a medio andar, como casi siempre. Recién asumidos, los hombres y mujeres del Frente de Todos están a mil manos tratando de atajar el día a día y haciendo camino al andar, porque pocas veces la humanidad padeció circunstancias similares. Al menos pocas veces en la historia reciente. No hay muchos libros que revisar. Para colmo, en un momento político externo e interno bastante incómodo: la renegociación con los acreedores por la deuda pone al país en peligro de default y los roces puertas hacia adentro de un gobierno que nació agrietado complican la toma de decisiones y los esfuerzos en grupo. Quizás esta coyuntura nacional explique alguna demora en la toma de decisiones, como la de no prohibir a tiempo el ingreso de vuelos, algo de lo que habló la ministra de Salud sanjuanina, Alejandra Venerando, en una extensa entrevista que publica este diario en páginas 10 y 11. En ese "debe" probablemente haya que anotarle al gobierno de Fernández la falta de visión para haber empezado a tratar el tema allá por enero de este año, cuando la Organización Mundial de la Salud ya hablaba de una epidemia con riesgo de expandirse a todo el globo (ver Cronología). Es cierto que es fácil sacar conclusiones con el diario del lunes, pero también es real que hay muchos ejemplos en el mundo de países que actuaron con mayor firmeza, que lograron contener con mayor éxito la invasión del Covid-19.


Dentro de ese mundo está inmerso San Juan. La provincia hace esfuerzos sobrehumanos para evitar lo inevitable: el coronavirus llegará a la provincia, de eso están seguros todos en el gobierno. No lo dicen por precaución, y está bien que así sea. No hay forma de evitarlo, aseguran puertas adentro y evitando las exageraciones. No es como la economía. En esa materia, al menos hasta ahora, la provincia se mantiene como una isla dentro de un mar enrarecido. San Juan pudo guardar recursos, paga sus deudas en tiempo y forma y mantiene bajos sus niveles de desocupación, al menos comparados con los del resto de las provincias. Pero el coronavirus no es como la economía. Se va a colar. Indefectiblemente los sanjuaninos tienen que prepararse para lo mismo que se prepara todo el mundo.


En síntesis, todo indica que esta será una película épica. Hay que prepararse y esperar el mejor de los finales.

 

  • PUNTEO DE NOTICIAS

En ese marco, ayer el gobierno nacional anunció que tiene en análisis endurecer los controles fronterizos y hasta suspender clases mientras siguen incrementándose los casos positivos: ya hay 45 infectados en todo el territorio nacional. En torno a ese incremento de gastos por las distintas acciones, hay preocupación en todo el territorio nacional por la suba desmesurada de alcohol en gel y barbijos, elementos que sirven para la protección de la población. Por ello ayer también la gestión que conduce Alberto Fernández anunció que habrá controles estrictos a comercios y farmacias para evitar aumentos desmesurados. El cimbronazo fue tan fuerte que los grandes debates argentinos quedaron al margen. El Ministerio de Salud, que conduce Ginés González García, es el encargado de comandar todas las acciones en torno a la lucha contra el coronavirus. Ayer dijeron que no podrán distraerse del Covid-19 para meterse en el gran debate que propuso Fernández en la apertura de Sesiones Ordinarias en el Congreso. El proyecto de ley para la despenalización del aborto, ya no tiene fecha de tratamiento. 


En el caso de la provincia, quizás las novedades pasen por la disminución de los casos en estudio y los proyectos que tiene el gobierno provincial para cuando el virus se expanda. Cada uno de los hospitales de la provincia deberán habilitar lugares para internaciones, y ya están diseñando la posibilidad, incluso, de realizar construcciones en módulos para los enfermos más graves, si es que fuese necesario.


El otro aspecto importante que debe tratarse por esta pandemia es el económico. Especialistas sanjuaninos analizaron las acciones del gobierno provincial y, fundamentalmente, se abrieron al debate sobre qué deben hacer los funcionarios locales para evitar que la enfermedad se traslade también a los bolsillos de los habitantes de San Juan.


Respecto de los cambios de hábitos que los sanjuaninos deben hacer, una encuesta exclusiva para este diario que realizó el IOPPS, indica que la mayoría modificó sus conductas y, contrario a todo lo que aparece en redes, la mayoría cree que aún no es necesario suspender las clases.

> OPINIÓN

 

Todos tenemos la culpa y hay que arreglarlo

 

Espero que el lector no se haya asustado o enojado y, si alguna de esas circunstancias ocurrieron, pido disculpas. En realidad quise llamar la atención. No dependemos de los gobiernos y estoy cansado de escuchar excusas. Dependemos de nosotros mismos. Ya no se trata de quejarse de que el gobernante municipal, provincial, nacional o de otros países, hayan hecho o no lo que había que hacer en el momento que se necesitaba. Ya no hay tiempo para eso. Seguramente no lo hicieron, no importa ya. Es momento de que nosotros, quienes conducimos nuestras propias vidas y en todo caso las de nuestros hijos menores, nos pongamos el traje de jefe y nos hagamos cargo de lo que está ocurriendo. Todos somos un poco responsables de lo que pasa y, en igual proporción, seremos responsables de lo que vaya a pasar de aquí en más. Ya sabemos qué tenemos que hacer y qué no. Simplemente hay que hacerlo. Esto no es un partido perdido donde le podemos echar la culpa al árbitro, al DT o a Dios. Esto es individual: estamos en un mano a mano, desnudos, sin herramientas y sin capacitación. Y hay que ganar, sí o sí. A la mierd* con todos los que había para echarles la culpa. La culpa es de cada uno. Lo bueno es que la solución también.