El proceso de inclusión financiera es importante para que todos los ciudadanos puedan acceder y hacer uso de estos servicios de la manera más sencilla posible.

La inclusión financiera implica ampliar el acceso de productos y servicios financieros a personas sin ninguna relación bancaria, además de la alfabetización financiera y tecnológica, con el objetivo de mejorar su calidad de vida. El Covid-19 generó una transición forzada hacia servicios financieros digitales contribuyendo a ampliar la bancarización de la población y dejando así de manifiesto la importancia de universalizar el proceso de inclusión financiera para que todos los ciudadanos puedan acceder y hacer uso de estos servicios de la manera más sencilla posible. 


"En el planeta, unos 2.500 millones de adultos están por fuera del sistema financiero", es decir, el 40% de la población mundial no cuenta con algún producto financiero según el Banco Mundial. En Latinoamérica ese porcentaje asciende al 61%. A pesar de lo cual sigue siendo la región líder en materia de regulación e infraestructura para la inclusión financiera. Colombia, Perú, Uruguay y México encabezan la clasificación global de entorno propicio para la inclusión financiera según The Economist Intelligence Unit. El ránking abarca a 55 países en desarrollo y es considerado estándar global al analizar el contexto que favorece la inclusión financiera a través de regulaciones y políticas gubernamentales tendientes a aumentarla.


Latinoamérica lidera como región favorable en materia de regulación. Pero en general tiene desafíos que superar como:

  • Disminución de la pobreza. 
  • Reducción de la brecha financiera regional.
  • Inversión en infraestructura que mejore la conectividad en pos de la ampliación del uso de la banca digital en áreas no urbanas.
  • Creación de una estructura de ciberseguridad avanzada.
  • Disminución de costos bancarios, simplificación en el uso de la banca electrónica y mejora en el nivel de confianza proyectado a sus clientes.


Más de la mitad (60%) de los latinoamericanos no ahorran y los que lo hacen prefieren hacerlo "debajo del colchón". Entre las principales razones se encuentra que no cuentan con ingresos suficientes para ahorrarlos y la desconfianza por experiencias vividas en el sistema bancario formal.


Muchos países, como Argentina, Paraguay, Liberia, Ghana, Kenya, Kuwait, Myanmar y Portugal, alineados a la comprensión del entorno actual han abaratado las comisiones cobradas por transacciones y aumentado los límites para las transacciones de dinero móvil como política para acelerar la inclusión.


La pregunta en este sentido es si ¿la inclusión financiera se hace necesaria para reducir la pobreza o es en realidad una estrategia de marketing de los bancos? La coyuntura que transitamos brinda una oportunidad para potenciar los medios electrónicos de pago y desalentar en consecuencia el uso del efectivo, situaciones que para ser viables requieren de acelerar el proceso de democratización de inclusión financiera. El gasto en el canal digital se triplicó en Latinoamérica, destacando significativamente para México, Argentina y Colombia. El comercio a través de estas plataformas electrónicas crecerá más que el tradicional minorista el próximo año ya que nuevos consumidores digitales experimentaron la modalidad. Mientras que los ya establecidos han incrementado su uso durante la cuarentena. Esto va a requerir mayor utilización de instrumentos bancarios, fin que se podría lograr mediante la promoción de un acceso asequible, oportuno y adecuado a una amplia gama de productos y servicios financieros regulados y disponibles a todos los segmentos de la sociedad.

Ampliación de servicios

La ampliación en la oferta de los servicios financieros en el contexto en el que vivimos es vital y tiene implicancias para la estabilidad financiera, el crecimiento y el desarrollo económico. De acuerdo al Banco Mundial, el 75% de las personas de clase socio-económica baja no están bancarizadas. Es así que la inclusión puede ayudar a prosperar y brindarle más capacidad de bienestar económico a la sociedad, pero no resulta un mecanismo tan directo para reducir la pobreza. La misma juega un rol importante en la mejora de la calidad de vida, si es acompañada de:

  • Políticas de empleo y fiscales.
  • Educación y alfabetización financiera y digital.
  • Igualdad de acceso a las infraestructuras digitales (reducción de costos de electricidad y cobertura móvil y ampliación de redes de wifi públicas). Sobre todo, cuando no es utilizada exclusivamente como medio para reducir el uso del efectivo e incrementar consecuentemente el de los medios digitales. 


Hoy, la situación mundial pide que se acelere la democratización del proceso y a su vez, brinda el escenario ideal para hacerlo. 

Por Melisa Murialdo
Redactora de Contenidos
CPA Analista Región Latinoamérica