La comunicación etimológicamente significa común unión, pero también implica participación. Esta idea se ha generado hace siglos, quizás de ella se adueñó San Agustín, pero hoy pertenece a la era mediática en todas sus formas especialmente con los medios electrónicos y entre ellos a la comunicación alternativa, que últimamente ha convulsionado el mundo dando un especial matiz a lo que antes se consideraba algo clandestino.

Estamos hablando aquí de la interacción, el objetivo más alto de la más perfecta de las comunicaciones y por otro lado, en el caso de la comunicación alternativa o crítica, nos referimos a los canales no oficiales y paralelos.

Comunicar es transmitir ideas, emociones, hoy impregnadas de tecnología. Participar es actuar de acuerdo con ese pensamiento y en tanto como sea posible de manera organizada, racional.

Quien emite un mensaje, quien es responsable de su palabra debe analizar su situación porque la palabra es también compromiso y responsabilidad, y depende del contexto ya sea educativo, político o social.

Sin duda, en estas tres ocasiones el orador virtuoso, el político comprometido con sus propias convicciones, el animador cultural o social deberá ajustarse a la rectitud del contenido del mensaje, al conocimiento y una actitud crítica que lo lleve a comprometer todos sus esfuerzos.

Ya desde McLuhan nos planteamos: ¿son las ideas las que conducen al mundo o las tecnologías en la medida en que están incorporados a los medios de comunicación?

La tecnología no es un elemento neutro, amplía o modifica nuestro panorama.

Cuando la técnica accede a los medios cambia el lenguaje pues ejerce una gran influencia sobre los perceptores. Se agrega a todas las realidades existentes y a veces se sobredimensionan los hechos como en las cadenas clandestinas.

Los tratadistas hablan desde hace tiempo de un "'coeficiente electrónico'' y éste está referido a los estímulos.

Hay un cambio de énfasis y un polo de atracción distinto, los estímulos pueden ser positivos o negativos, pero no tienen que llegar al punto de saturación.

El cambio de paradigma promueve también el acto participativo.

La comunicación nos lleva a la participación que debe ser continua, interactiva, y promover aquello que perfeccione llevando siempre la idea de comunidad y no de aislamiento porque en fin el individuo es persona y la electrónica no debe disociarlo de su entorno sino ser un complemento eficaz para su progreso.