Cuántas veces esperamos que el campo sin trabajar dé algún producto, con un resultado final que es negativo.

La distancia entre expectativas, posibilidades y resultados, y las críticas sobre las prácticas virtuales a las que acudimos por culpa de la pandemia, junto a otros temas de coyuntura, me hicieron acordar a un cuento de Menapace:


Dicen que un joven recién recibido de agrónomo, sorprendió a su padre que acababa de regalarle un viaje, proponiéndole destinar ese dinero para comprar un terreno donde aplicar los conocimientos adquiridos. Compró algunas hectáreas, las alambró, las desmalezó y se dispuso a explotarlas. Recordó la recomendación de sus profesores sobre la importancia de que, antes de iniciar cualquier experiencia, solicitaran la opinión de los criollos del lugar y tomaran muy en cuenta sus observaciones.


Así las cosas, el joven consultó a Laureano, un abuelo que vivía en un rancho vecino a su terreno. -¿Ha visto, Laureano, qué lindo quedó mi campito? Comentó el joven como para empezar la charla. Y sin rodeos le preguntó:


-¿Cuánto trigo cree que me puede dar este terreno? -¿Trigo patroncito? Respondió Laureano -No creo que este campo le pueda dar trigo. El joven quedó desconcertado pero inmediatamente, tomando en serio la opinión basada en la experiencia, dedujo que aquella tierra tendría algún problema y por ello pensó entonces en algún otro tipo de cultivo. -¿Y maíz? ¿cree que me puede dar maíz? Replicó el joven. -¿Maíz patroncito? ¡Noooo! Ni loco. Este campito a lo sumo puede dar pasto, un poco de leña, sombra pa' las vacas y, con suerte, alguna frutita de monte. ¿Pero maíz...? Maíz no creo que le dé este campito.


El ingeniero más asombrado todavía probó preguntarle si el campito quizás podía darle soja, yerba, tabaco... A lo que Laureano repetía una y otra vez que esa tierra sólo iba a dar algunos yuyos, pasto, arbustos y cosas parecidas. Decepcionado y sin más expectativas, el joven agrónomo exclamó como para terminar la conversación: -Bueno, don Laureano, gracias por lo que me dijo, pero igual voy a probar... Voy a sembrar maíz en el campito, y vamos a ver lo que pasa. A lo que don Laureano replicó con sorpresa: -¡Ah! patroncito: ¿Usted siembra?... ¡si usted siembra es otra cosa!


Cuántas veces esperamos que nuestras organizaciones mejoren, crezcan, produzcan cambios, innovaciones, sin haber promovido ninguna estrategia para que ello suceda.


Cuántas veces nos decepcionamos de las personas sin ideas e incapaces de producir algo nuevo sin haber pensado en nada para provocar la creatividad.


Cuántas veces a pesar de nuestro entusiasmo, nuestras organizaciones no crecen por falta de ideas y planes para lograrlo.


Cuántas veces esperamos que el Estado mejore sin haber tomado decisiones para que esto suceda.


La pandemia desafía nuestra capacidad creativa e innovadora para poder subsistir. Pensemos mientras tanto en qué tengo que "sembrar" si queremos responder mañana a los grandes retos a los que nos enfrenta un cambio tan revolucionario como el actual, para lograr al fin la nueva normalidad que todos esperamos pronto, como consecuencia de tantos esfuerzos.

Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de Innovación y Calidad (Espacio Excelencia) y de la Maestría en Nuevas Tecnologías (UCCuyo)