­Alguien definió al tango como "baile argentino de pareja enlazada, con forma musical binaria y compás de dos por cuatro, difundido internacionalmente".

El tango, surgido en la segunda mitad del siglo XIX, se fue convirtiendo en una especie de espejo de la realidad bonaerense, recreando desdichas propias y desvergüenzas ajenas.

Ritmo sensual y sentimental, el tango es el retrato de Buenos Aires y de su gente. Toda la problemática de la ciudad, con su latir más intimo se fue plasmando en el tango. Así se fue formando una especie de "comedia humana" de la vida de Buenos Aires.

Sus instrumentos primitivos fueron orquestas formadas por guitarras, piano, flautas, violín incorporándose bandoneón y bajo.

Las orquestas típicas de la década del "40 contaban con 4 o 5 bandoneones e igual número de violines y flautas, contrabajo y hasta clarinete.

El lunfardo y el tango son dos perfiles categóricos de nuestra identidad cultural. El primer diccionario lunfardo se publicó en 1894. Las voces del lunfardo se fueron instalando en la sociedad por su persistencia en las letras de tango.

El lunfardo es un lenguaje marginal, de los suburbios, proveniente del malevaje y de la vida callejera. No es un idioma, ni un dialecto, carece de sintaxis y de gramática. Una de las características del tango es el uso de ese lenguaje especial. Lo componen expresiones de diversos orígenes: italiano (laburo, trabajo), portugués (gayola, jaula), inglés (jaileufe, high life) Además se incorpora el lenguaje "al vesre", usando sílabas en sentido inverso.

La palabra lunfardo deriva de lombardo, idioma hablado en Lombardía, al Norte de Italia. Era un lenguaje carcelario, usado entre presos para que no los entendieran los guardias.

El origen y desarrollo del lunfardo tuvo su máxima expresión por la multitudinaria inmigración llegada a Buenos Aires entre 1860 y 1920 y gestado en el hacinamiento de los conventillos.

Pascual Contursi escribió en Mi noche triste: "Percanta que me amuraste/ en lo mejor de mi vida/ dejándome el alma herida,/ y esplín en el corazón./ Para mí ya no hay consuelo,/ y por eso me encurdelo/ pa' olvidarme de tu amor".

Versos que inmortalizó Carlos Gardel, y que según el decir popular: "cada día canta mejor".