Si bien es cierto que cuando hablamos del desarrollo de la persona y de la calidad del crecimiento de un país nos referimos a conceptos tales como el de promover el trabajo, tener buena alimentación, procurar la seguridad, etc., no es menos significativo que lo más importante a considerar, es decir lo primero en Argentina, es la educación.


Esta afirmación vincula dos aspectos fundamentales: al hombre como sujeto por un lado y por el otro, a la educación como la acción esencial cuyo fin persigue desarrollar al ser humano en sus potencialidades específicas y que lo perfecciona en lo propio a su línea de ser y a su condición primordial para la conveniencia.

"No se puede dudar de que la educación tenga un profundo contenido moral y que al mismo tiempo se refiera a la realidad del niño, del joven y del adulto...".

No se puede dudar de que la educación tenga un profundo contenido moral y que al mismo tiempo se refiera a la realidad del niño, del joven y del adulto; una realidad tal que debe ser entendida desde la familia, la sociedad y por cada una de las actividades especiales que realice como individuo.


Corresponde al educador, profesor de curso y carrera docente, cumplir con su rol principal "ser actor de enseñanza". Es por ello que sostengo la concepción pedagógica de que nos encontramos en este tercer milenio del Siglo XXI con el despliegue de un nuevo paradigma para la educación argentina que se expresa en los términos de que "el pueblo es actor de la enseñanza".


Existe una referencia ineludible para sostener este postulado fundado en la idea de perfección y mejoramiento por las que el hombre puede alcanzar y que le es dada por la educación ya que éste no es solo realidad física particular sino fundamentalmente, realidad social, espiritual, y transcendente en relación con su fin último.


Nuestro País no debe perder "el Norte de la cuestión", pues cada persona necesita para su completa evolución considerar su verdadera y esencial condición como también su imprescindible cualidad de ser educado.


Es oportuno reparar que no hay otro valor que sustituya la educación ni la reemplace ya que la historia de la humanidad se fundamenta en ella y construye cultura. Desde todos los puntos cardinales de Argentina cada ciudadano, cada habitante, cada persona podrá reflexionar y cuestionar quizás este pensamiento, pero si lo hace debería saber que lo hizo posible por la educación que tiene.


Si estas expresiones pueden ser asimiladas vamos a entender qué significa instituir una sociedad o comunidad unida además comprender por qué lograr alcanzar una sana convivencia donde el factor político, económico, laboral, comunicacional y otros no pueden ser considerados primero, pues, lo esencial como lo afirmé antes y que originalmente se reclama desde el interior del sujeto, se proclama por la voz y se pone en ejercicio por contacto con sus semejantes. Todo ello, gracias a la educación.


En conclusión, hablar de grietas, oficialismo, oposición o cualquier tendencia social es acentuar extremos sin considerar al que está a nuestro lado y al que desde todo punto de vista no debemos agredir y ni siquiera enfrentar pensando en eliminarlo como se demostró con tantas guerras y enfrentamientos, pues, no se crece dividiendo sino creyendo en la voluntad de que seamos uno.

Por el Prof. Mario Correa D'Amico 
Filósofo, pedagogo y escritor. Profesional de la educación con doctorado y especialización en el área.