Es imperiosa la necesidad de una nueva escuela secundaria más formativa, con mayores exigencias y mejores resultados, con cambios en la visión del mundo, en la concepción de la educación y de las prácticas educativas, que propicie la formación para la construcción y consolidación de la ciudadanía, tal como lo establece la Ley Nacional de educación 26206 en su artículo 30 a saber: ‘…La Educación Secundaria en todas sus modalidades y orientaciones tiene la finalidad de habilitar a los / las adolescentes y jóvenes para el ejercicio pleno de la ciudadanía…’.
Los interrogantes más comunes que giran en torno a la construcción de ciudadanía versan sobre qué es lo que incluye dicho concepto, en cómo, con qué medios cuentan los jóvenes para construirla, reconstruirla y fundamentalmente en el ejercicio de derechos y cumplimiento de deberes, absolutamente necesarios en el ejercicio de una verdadera ciudadanía.
Sin embargo el concepto de ciudadanía va mucho más allá de los derechos de las personas, prerrogativas estas, que en la actualidad, muy a menudo, son tomadas como contrapuestas y/o antepuestas a la existencia y cumplimiento de deberes y una sociedad en la que sus miembros solo se interesan por alcanzar o ‘conquistar” sus propios derechos y muchas veces a costa de vulnerar los derechos ‘del otro”, o en la que no se reconocen los valores que éstos llevan implícitos, sin dudas, no es una sociedad sana, justa ni responsable y menos aún si se esquiva la mirada y la acción a la hora de cumplir con los deberes. ¿Es posible construir ciudadanía en una sociedad individualista que olvida al otro? Obviamente la respuesta es negativa.
Imprescindible, entonces fomentar desde las prácticas educativas la reflexión acerca de uno de los pilares fundamentales de la ciudadanía que se espera: los valores, en el lugar que le otorgamos a éstos en nuestra vida y por ende en la sociedad, en la manera en cómo se construyen los mismos, se vivencian, se transmiten, etc., cuestión más que importante ya que sin los cuales resultará imposible hablar de ciudadanía y menos construirla y/o reconstruirla.
En nuestras escuelas, pero también en el colectivo social cuando preguntamos:¿Qué son los valores?, ¿Se construyen los valores?, la mayoría de las veces las respuestas se reducen a miradas entrecruzadas, cómplices y hasta muchas veces burlescas, porque claro, estamos preguntándole a generaciones en las cuales esto de valores, moral, ética, responsabilidad, etc., ha sido menoscabado, vulnerado y hasta negado. Pero también y felizmente, hoy en día vemos a jóvenes que apuestan por la reflexión de éstos temas como un camino de motivación para intentar vivir mejor.
Sin dudas, ello es más que importante, puesto que no fueron ellos quienes descartaron de sus vidas -al menos intencionalmente- al mundo de los valores, del bien común, de la solidaridad y del esfuerzo, sino, que han nacido y crecido en un contexto en donde el ‘Yo”, lo mío, prevalece por sobre ‘lo nuestro”.
Por ello es imprescindible bregar desde la educación para derrotar esa especie de amnesia moral en la que una gran parte de la sociedad parece atrapada. Solo de esa manera los jóvenes, adolescentes, niños y adultos podrán rescatar y vivir en y con valores, amnesia que sucede cuando se ignoran valores esenciales y no solo los fundamentales como el valor de la vida, de la libertad, o de la igualdad, sino aquellos otros que sin dejar de ser simples también son imprescindibles y que cotidianamente nos olvidamos o nos hacemos los olvidadizos dando la espalda para no reconocerlos, practicarlos y promoverlos, como la solidaridad, la honradez, la fidelidad, el respeto, la paz, la felicidad, la lealtad, la responsabilidad, el compromiso, la puntualidad y la pulcritud.
Hechos, acciones, tan cotidianos que pasan ante nuestras narices a cada instante y muy a menudo, damos vuelta la cara, porque no ‘nos conviene”. Constantemente olvidamos que el vivir en valores nos permite a su vez, el adquirir y ejercer derechos y el cumplir con los deberes, para con nosotros mismos pero también para con la comunidad toda.
Los valores, no son teorías, son prácticas cotidianas tendientes al bien común que nacen en la familia y se deben reforzar en la escuela y en la sociedad en su conjunto. Por ello éstos no pueden existir si no consideramos que hay un ‘otro” semejante a nosotros.
Es indispensable entonces, que la escuela vuelva a enseñar, a construir, transmitir, fomentar y potenciar los valores, para contribuir con la formación de sujetos que puedan interpretar las paradojas del mundo, que sean capaces de pensar, que no se vean enredados si no comprometidos con los cambios sociales-tecnológicos-económicos y que logren tener sueños en relación a sí mismos y deseos de compartir con otros su vida.
Priorizar los valores, la punta del ovillo para enseñar y aprender a construir una ciudadanía responsable.

