Los peores pronósticos se confirmaron: las indeseadas consecuencias producidas por el coronavirus hace pocas semanas atrás en China llegaron con virulencia a la Argentina. El cese de actividades en el ámbito de la educación se suma a las drásticas medidas que buscan desesperadamente detener la circulación del virus para disminuir el daño que producirá sobre la población. No estábamos preparados para esto y nadie puede estar contento con la noticia. Pero, sólo si podemos descubrir creativamente las oportunidades que se nos plantean, podremos atenuar las consecuencias negativas de semejante situación. Recuerdo que en 2009 cuando era director del Grupo Educativo Marín, tuvimos que cerrar uno de nuestros colegios durante 30 días porque un alumno se había contagiado la gripe H1N1. Esta situación se convirtió en un desafío y una gran oportunidad. Con un profundo compromiso de toda la comunidad educativa y haciendo uso de las tecnologías disponibles en aquella época, pudimos sostener la totalidad de actividades desde el Nivel Inicial hasta la Secundaria, pasando por las materias más teóricas hasta la educación física. Desde aquella experiencia del 2009 e incorporando todos los nuevos recursos comunicacionales que disponemos ahora, se me ocurren algunas recomendaciones que debieran tenerse en cuenta frente la necesidad de sostener la actividad educativa para no causar mayores daños.
Anticiparnos con urgencia y prepararnos para un escenario de clases multimediales a distancia.
Cada institución debería ser la protagonista fundamental de gestionar la estrategia.
Definir una agenda estratégica de metodologías y contenidos que ofrece la educación no presencial y la preparación actual de nuestros docentes en competencias tecnológicas.
Aprovechar la difusión de celulares entre docentes y alumnos como principal recurso de vinculación.
Buscar herramientas sencillas, conocidas y de acceso libre. La base puede ser el uso del campus virtual Moodle que seguramente la mayoría de los establecimientos usan. También las redes sociales,
básicamente Facebook o Instagram. Aplicaciones para videoconferencias como Skype, Whatsapp, Zoom, Vimeo y Youtube tienen una gran cantidad de videos que podemos convertirlos en recursos educativos para la modalidad a distancia.
Cada docente debe ser el productor de los contenidos de su materia con el celular. Habría que hacer una capacitación urgente con los docentes para producir videos con sus celulares. El teléfono inteligente es un recurso extraordinario. No se puede resolver el problema si sólo el profesor o el área de tecnología es quien debe generar todo el material.
Integrar a los equipos de trabajo que se creen para llevar adelante la propuesta a alumnos.
Los docentes más propensos al uso de la tecnología tendrían que explorar en Internet contenidos en sitios educativos del estilo de Educar y colaborar con los menos experimentados.
Generar una estrategia que permita evaluar periódicamente el efecto educativo que se obtiene en la implementación de la modalidad no presencial y realizar ajustes que surjan de esta evaluación.
Analizar posibilidades de continuar con la propuesta educativa digital cuando finalice la crisis y los alumnos regresen a las aulas.
Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de la Maestría en Gestión
de Nuevas Tecnologías en Comunicación de la UCCuyo
