El desastre humanitario de Haití y su creciente anarquía política han dejado más claro que nunca que la clase política del país necesita algún tipo de supervisión internacional, ya sea un ultimátum de los países donantes para la creación de un gobierno de unidad nacional, o un fideicomiso temporal de las Naciones Unidas.

Es cierto que la idea de una supervisión internacional para Haití no es nueva. Ha estado circulando durante décadas en los círculos académicos, políticos y diplomáticos, y si uno hace una búsqueda en Google encuentra 623.000 entradas bajo las palabras "Haití y fideicomiso'', en inglés.

Ultimamente, la idea fue propuesta tras el terremoto del 12 de enero del 2010 por el influyente ex senador demócrata Chris Dodd, y por el ex asesor del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos Zbigniew Brzezinski.

Pero ahora, después del informe de la Organización de Estados Americanos que confirma que las elecciones del 28 de noviembre fueron fraudulentas, y que el candidato respaldado por el gobierno no debería estar en la segunda vuelta electoral, hay cada vez más dudas sobre el futuro del trabajo en conjunto entre el gobierno de Haití y los donantes internacionales, y sobre si no debería existir una supervisión internacional más amplia.

Incluso antes de la crisis política actual, esa asociación estaba en problemas debido a las mutuas recriminaciones entre los funcionarios haitianos, los países donantes y las tropas de paz de la ONU.

Ahora, la situación ha empeorado con la disputa electoral y con la llegada del ex dictador Jean Claude "Baby Doc'' Duvalier.

Según la Carta de la ONU Haiti no calificaría para ser supervisada por un fideicomiso por ser una nación independiente y soberana, si podría permitir que las 9.000 tropas de paz de la ONU destacadas tuvieran un mandato más amplio.

Aunque los haitianos siempre han sido muy nacionalistas, la situación actual es tan desesperada que la mayoría de ellos aceptarían un mandato ampliado para las tropas de paz de la ONU.

Robert Maguire, un profesor de la Universidad de Trinity que encabeza el grupo de trabajo sobre Haití en el Instituto Estadounidense para la Paz, dijo que un mandato mayor de la ONU sería contraproducente, porque debilitaría aun más las instituciones haitianas. "A la comunidad internacional le conviene que exista un Haití más fuerte, capaz de manejar sus propios asuntos'', dijo.

Mi opinión: Los países donantes -junto con la ONU, la OEA, y otras instituciones internacionales- tendrían que participar más en la organización y monitoreo de la segunda ronda electoral haitiana. Y deberían condicionar el desembolso de miles de millones de dólares para la reconstrucción a un acuerdo político por el cual el ganador de la segunda vuelta electoral invite al perdedor y a otros partidos de oposición a formar un gobierno de reconciliación nacional. Eso fue lo que se hizo en varios países, incluyendo a Japón, después de la Segunda Guerra Mundial.

Si no se logra eso, y la anarquía política conduce a la violencia, la actual misión de paz de la ONU debería recibir un mandato más amplio para dirigir temporalmente la transición política y las tareas de reconstrucción. En otras palabras, debería ampliarse el rol de las tropas de paz de la ONU y crearse un fideicomiso, como el de Kosovo, aunque por motivos de etiqueta política debería llamarse de cualquier otra forma.

LOS PARTIDARIOS de un fideicomiso de la ONU, como el ex senador Dodd, argumentan que el gobierno haitiano en la práctica no existe. Haití perdió miles de funcionarios gubernamentales durante el terremoto.