En el día de ayer, como cada 5 de junio, evocamos una declaración tan importante para la humanidad cada vez más "deshumanizada”. Desde el año 1972, en que se instituyó esta fecha, han transcurrido casi cinco décadas. Nuestro mundo ha cambiado mucho respecto de esa fecha y cualquier persona lo puede notar. Hoy, año 2018, la población ha crecido considerablemente. Para advertirlo, veamos este cuadro de las Naciones Unidas, que nos da un claro panorama y su proyección hacia el 2100 (Ver cuadro adjunto). 

 

El uso indiscriminado de fertilizantes y pesticidas en los campos
trae la destrucción del medio ambiente.

 

¿Ahora pensemos cómo impacta en el planeta un crecimiento poblacional de tres mil millones de personas en el lapso de cincuenta años, se han preguntado alguna vez, qué impacto puede causar en nuestra única casa común?

Nunca nos preguntamos estas cosas, porque como ciudadanos comunes no tenemos necesidad de esta información, pero sí podemos advertir los grandes cambios que se producen desde esa fecha hasta ahora en nuestro ambiente, sequías agobiantes, inundaciones, temporales inusuales, pérdidas de suelos, por citar algunos de los males que estamos padeciendo. Pero lo más agravante, a mi modo de ver, es la inmensa demanda de alimentos y la aterradora pérdida de biodiversidad.

Se preguntarán ¿por qué asocio estos temas? La explicación es la siguiente: la mayoría de nuestros alimentos naturales provienen de la tierra. De ella brotan las plantas y con ellas toda la cadena alimentaria. Ahora bien, quien participa en forma directa de esta secuencia, entre otros factores, los polinizadores, entre ellos las abejas, una parte más de la entrega de nuestro Dios al crear el planeta. 

El 18 de octubre de 2017, la ONU declara que el 20 de mayo de cada año, el Día Mundial de las Abejas, no es casual, es una medida que estimula la lucha contra el hambre. Como ustedes sabrán, las abejas están desapareciendo por causa de este afán desenfrenado del hombre por modificar, transformar y alterar los procesos biológicos naturales. Todo con el afán de buscar un rendimiento económico cortoplacista. Así aparecen las multinacionales Bayer, Monsanto, Nestlé, por citar las más conocidas, creando plantas genéticamente modificadas, agroquímicos cada vez más potentes y tóxicos, acopiando fuentes de agua dulce a como dé lugar en todas partes del mundo, nuestro país está incluido.

 

 

Acá también, las Naciones Unidas, que nuclea a casi doscientos países del orbe, como ustedes conocen, juega su rol poderoso. Participa de este escenario de ambición y desolación, solicitando a los países "periféricos”, que produzcan más alimentos para un mundo en crecimiento. Así desaparecen paulatinamente nuestros bosques y montes naturales, para dar a lugar a la soja y el maíz transgénico, esquilmando los suelos con el uso indiscriminado de fertilizantes y pesticidas.

Un panorama desolador para nuestro ambiente. Por eso es tan importante que usted, ellos, todos nosotros, demos una mirada al costado y veamos lo que dejamos de herencia. Es el único modo de no perder nuestro Edén, o lo poco que queda de él. De una vez por todas pensemos que el otro también existe y será protagonista en un mundo generoso y que es de todos, no de unos pocos. 

¡Actitud es lo que precisamos, por un San Juan Ambientalmente sano!

 

Por Raúl Bustamante Flores   –   Ecoclub San Juan.