La combinación entre la crisis de salud y la recesión económica global potencia el debilitamiento de las defensas inmunológicas de países y ciudadanos. Esta mezcla resulta letal para todos. En los países más desarrollados, el desempleo y la pérdida de ingresos disparan los índices de mortalidad por el alcohol, depresión, cardiopatías y suicidios; mientras que en los subdesarrollados, el repunte del dólar y la falta de recursos, dificultan la importación de medicamentos complejos como la insulina y vacunas para la prevención.

A su vez, este nuevo fenómeno agrava los congestionados sistemas sanitarios que deben hacer frente a nuevos virus como la fiebre porcina, la potenciación de enfermedades contagiosas como la malaria, la tuberculosis y el sida, responsables de cinco millones de muertes al año y los males tradicionales asociados al cigarrillo, al alcohol y el cáncer.

En EEUU, la nación más poderosa, se calcula que 3,5 millones de menores de cinco años padecen hambre, por lo que no es difícil imaginar lo que sucede en países empobrecidos. El año pasado, por la escasez mundial de alimentos que estalló en Haití, más de 100 millones de personas habían recaído en la pobreza, agudizándose sus problemas sanitarios.

Cuando caen los ingresos, se revierte un proceso. Quienes antes iban a centros privados de asistencia, no tienen otra opción que acudir a los hospitales públicos, con el consabido recargo del sistema, que provoca el desmejoramiento en la calidad del servicio. La combinación entre mayor demanda de atención y menores recursos disponibles, desemboca en un círculo vicioso como lo muestra la Comisión Nacional de Derechos Humanos de México en un reciente análisis sobre el esquema de sanidad pública frente a la epidemia de influenza porcina que, de golpe, cuadriplicó el número de pacientes. El organismo criticó desde la carencia de médicos y de infraestructura hospitalaria, hasta los tratamientos inadecuados y diagnósticos deficientes.

En tiempos económicos difíciles las enfermedades suelen proliferar y agravarse, no por condiciones especiales de insalubridad, sino porque la gente tiende a desatender la salud personal y acudir al médico solo en caso de emergencias. En Argentina, por ejemplo, durante la recesión de 2001, se registró una fuerte contracción en los gastos hospitalarios del 38% por familia.

Las finanzas están íntimamente ligadas a la salud y hasta en aspectos insospechados. Como ejemplo, vale observar cómo está afectando la reducción del volumen de las remesas familiares que los inmigrantes envían a sus países de origen. Se calcula que el 57% de los fondos que los mexicanos giran desde EEUU a sus familias, terminan en atención sanitaria.

La Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal) advirtió que la región podría contraerse más de lo debido este año por la gripe porcina en México, situación que se agravará si el virus emigra hacia el hemisferio sur con la llegada del invierno, creando mayores sobrecargas a los sistemas médicos públicos.

Seguramente, gobiernos como los de Argentina, Uruguay, Chile y Bolivia adoptarán políticas firmes contra el virus A H1N1 o sus posibles mutaciones, no solo para proteger sus débiles sistemas asistenciales, sino más bien para no trastabillar en los actuales períodos electorales. Observan al presidente Felipe Calderón, quien a pesar de lidiar con un medio de salud obsoleto, tomó firmes decisiones que mejoraron su popularidad frente a las elecciones legislativas de julio próximo en México.

Si bien las campañas sanitarias generan mayores réditos políticos como quedó demostrado con Calderón, el desafío es mucho mayor. Como lo hizo Tailandia para salir de su recesión de los 90, se deben adoptar políticas de prevención, reformar los sistemas de salud y procurar mayores inversiones. Esto genera nuevos empleos, incentiva la innovación productiva, aumentando no solo las defensas de la población, sino también la de quienes se deben someter al voto popular.

"EN TIEMPOS económicos difíciles las enfermedades suelen proliferar y agravarse, no por condiciones de insalubridad sino porque la gente tiende a desatender su salud."