José Ignacio de la Roza.


En nuestra provincia, San Martín tuvo un eficiente, leal y comprometido colaborador, Don José Ignacio de la Roza, quien fue su amigo y hombre de confianza en esta provincia.


José Ignacio nació en San Juan y fue bautizado el 1 de agosto de 1788, hijo de una acaudalado vecino, Don Fernando de la Rosa, y de Andrea Thorres. Ignacio era el único de su familia que firmaba como "De La Roza", con "z". Estudió derecho en Córdoba y terminó sus estudios en la Universidad de San Felipe en Chile, graduándose en jurisprudencia.


Inició su carrera política apenas recibido, defendiendo a los productores sanjuaninos en Bs. As. por los excesivos impuestos de los que eran cargados a sus productos. 


Entusiasta y patriota, fue el "primer Teniente Gobernador elegido por voto popular". El 12 de enero de 1817, José Ignacio se casó con su prima segunda, Tránsito de Oro, de esta unión nació su único hijo, Rosauro de la Roza y Oro. Declarada la independencia en Tucumán en 1816, San Martín se aboca de lleno a formar el ejército de los Andes a fin de avanzar y sorprender al ejército realista en Chile. Se reunió con De la Roza para encarecer recursos para la campaña libertadora. La pequeña ciudad de San Juan era pobre y sus escasos recursos estaban concentrados en pocos habitantes. 


Para dar el ejemplo, él mismo (De la Roza) y su familia entregaron las primeras donaciones. Sus hermanas Feliz o Felix, Juana y Manuela (esta última, madre de Antonino Aberastain) donaron sus joyas de oro. Todos los sanjuaninos fueron invitados (y a veces, no de buenas maneras) a donar cuanto tuvieran. Caballos, mulas, metales, vinos, aguardiente, esclavos, telas, abrigos, cueros. El ejército necesitaba de todo. 


A pedido de San Martín, el Teniente Gobernador de la Roza implementó impuestos a los vinos y aguardientes que se vendían fuera de la provincia con el fin de recaudar fondos para pertrechar al ejercito. 


Grande fue la contribución del pueblo sanjuanino a la causa emancipadora. Se donó todo lo disponible, mulas, caballos, telas, pasas, ganado, etc... hasta los esclavos. Todo hombre mayor de 17 años se alistó para pelear, dejando a San Juan en la miseria económica y casi sin hombres adultos durante el tiempo que duró la campaña.


Su hermana Feliz (o Felix) de la Rosa de Junco, junto a Borja Toranzo de Zavalla y Jacinta Angulo de Rojo, pintaron en tela de algodón la bandera que utilizó la "Columna Cabot", diseñada por José Rudecindo Rojo (Esposo de Jacinta) y que se la conoce por la "Bandera Ciudadana" ya que no fue ordenada por ninguna institución gubernamental ni militar. Hoy es la nueva bandera provincial. A estas mujeres se las conoce como las Patricias Sanjuaninas.


Tras la victoria en Cuesta de Chacabuco, Clemente Sarmiento (padre de Domingo) regresa con 300 prisioneros, los que Ignacio de la Roza utilizó para hacer el "Canal pocito" (primer canal matriz de la provincia, hoy canal Céspedes). Al regresar de Chile los sobrevivientes de la campaña libertadora, presionado por San Martín, De la Roza exige un esfuerzo más al pueblo, para organizar la expedición al Perú. Esta medida indignó a los soldados que sólo querían regresar con sus familias, por ello el 9 de julio de 1820 se sublevó el Batallón Nº1 de Cazadores de los Andes, al mando del cuñado de José Ignacio de la Roza, Marino de Mendizabal, quien derrocó al teniente gobernador, encarcelándolo para fusilarlo. Por el inmenso respeto que sentía por él, Mendizabal le perdonó la vida y depuso la ejecución, deportándolo a La Rioja donde vivió penurias hasta viajar al Perú en donde ayudó a San Martín en diversas tareas. Murió en la Estancia San Jacinto, propiedad de Juan José Sarratea, en la pobreza y olvidado por sus pares.


Por Antonio Díaz Ariza
Docente-Escritor.