Sin duda que la ridiculización y críticas hacia las figuras de los hacedores y progresistas es cosa de todos los días. Imaginable es suponer que, esta espada pendía sobre Domingo F. Sarmiento durante casi toda su vida. Los innumerables golpes periodísticos, caricaturas e insultos de que fue objeto el sanjuanino, era cosa común en esos días, seguramente también, producto de su infinita capacidad para disentir, argumentar, exagerar, y ganar enemigos.
Pero ya desde su infancia prodigiosa fue criticado y vapuleado. Desde las "guerritas'' entre bandas de alumnos, hasta sus últimos días allá en el Paraguay.

Una curiosidad en este sentido, fue la diatriba que le hizo un sacerdote desde el pulpito, asemejándolo a un "Diablo'', cuando el prócer era Gobernador de San Juan.

Luego de este desacertado incidente, el sanjuanino encontrose con su acusador en las calles de San Juan, (Mitre y Entre Ríos) y con ironía levantando la parte trasera de su saco le respondió... "Vea padre cuan grande es mi cola''.

También es bueno traer a colación el juicio que le inició a Petronila Maurín de Oro, por calumnias e injurias por ante el juez de Segundo Orden de San Juan en 1840 (documento guardado en la Corte de Justicia).

Sin duda alguna, el catálogo de agravios es infinito, pero para la época era común trasladar las ofensas al ámbito del dibujo por medio de caricaturas.

La violencia verbal llegó a su punto más alto desde 1881 a 1884. Revistas de la época como: Antón Pirulero, El Mosquito, Don Quijote y la Cotorra, se encargaron vulgarmente de caricaturizarlo. Y diarios como: La Nación y La Prensa, se ocuparon de fomentar despiadados e injuriosos ataques contra su persona. 

Al gran cuyano, se lo nombro blasfemo, megalómano, vanidoso, maniático asesino, chiflado, rústico, necio, chancleta, botarete, salvaje, infame, torpe, chancha renga, hipócrita, paranoico, desfachatado entre varios más. Más de 47 calificativos injuriosos fueron utilizados cotidianamente, sobre todo después de que sancionó la Ley de Educación Popular y laica. Siendo tal vez, uno de los presidentes más insultados por las clases pudientes o influyentes.

Sobre el calificativo "Loco'' Sarmiento se mofaba de ello, explicando que el caudillo federal Aldao, gobernador de Mendoza, designó una junta de médicos para que estudiara clínicamente a los unitarios, ya que, según él, la patología mental de locura era evidente en ellos. Luego de conseguir este dictamen médico favorable pero falaz, los unitarios, que gobernaban esa provincia fueron despojados del poder.

Nerio Rojas en su obra "Psicología de Sarmiento'', negó rotundamente con argumentos científicos la supuesta locura de Sarmiento, punto por punto expresando "Creo haber demostrado que no fue loco, sólo fue un genio'', lo que ocurrió (dijo) es que su extraordinario cerebro no podía sino despertar el azotamiento de la multitud quien llama loco al que piensa más intensamente ,o llama loco, el público que es malicioso y que achaca locura a todo lo que no comprende.

La mayor batalla, dentro del ámbito de las injurias, llega a su clímax máximo al momento del debate de la ley 1420. Donde las mentes de la época nunca comprendieron lo relevante de esta norma. Les era difícil aceptar que la educación debía ir más allá de los credos religiosos, y en un país de inmigración, más todavía.
 
(*) Abogado y escritor.