Es por todos conocido el asombroso crecimiento económico que ha alcanzado China en las últimas décadas, basado en una renovación total de su estructura empresarial y la incorporación de tecnología con la que se ha conseguido una mejora cualitativa en su producción. Estos dos aspectos son los que diferencian al país asiático de la otra superpotencia que hasta hace poco ostentaba la hegemonía de ser el país más poderoso del planeta, los Estados Unidos de Norteamérica.


Para observar la ventaja que China le está sacando a los EEUU en materia de capacidad innovadora, se pueden analizar los siguientes puntos, surgidos de un informe que circuló en las últimas semanas:


En los últimos cinco años en el país oriental se han creado 21,4 millones de nuevas empresas, de las cuales un 15% son de alta tecnología. Todo esto lleva a que en la actualidad el Gigante asiático tenga más de 100 millones de entidades empresarias, mientras que en 1978, cuando se inició el proceso de apertura de su economía con un marcado vuelco al capitalismo, no eran más de 490.000 empresas.


Junto a este descomunal crecimiento también se ha dado un fenómeno que hasta hace poco era atributo exclusivo de EEUU; la "destrucción creadora''. Esto consiste en la transferencia del capital y el trabajo de los sectores de escasa productividad a los de productividad más elevada, mediante la creación de nuevos productos, servicios y mercados determinados por la capacidad innovadora.


La "destrucción creadora'', es en términos prácticos el proceso por el cual las empresas menos productivas son dejadas de lado para dar lugar a empresas más tecnológicas y de avanzada. Se hace un traspaso de lo ineficiente a lo más eficiente en materia de producción y comercialización, logrando así un desarrollo continuo de mayores proporciones.


Lo que sorprende de China respecto de la "destrucción creadora'' es que se trata de un país que ha superado más de 5.000 años de historia, con un sistema liderado por el Partido Comunista, tras una guerra civil de 20 años, entre 1927 y 1949.


Gracias a esta posición China disputa ahora con EEUU el poder mundial convertido en sinónimo de dominio de las tecnologías más avanzadas de la nueva revolución industrial, dada por la inteligencia artificial.


Hay que tener en cuenta que es lo cualitativo y no lo cuantitativo lo que ha transformado a China en una superpotencia.