El reclamo de volver a las clases presenciales en el país crece cada vez más.


La educación en la Argentina entró al centro del ring. Desde el Gobierno nacional, distintos funcionarios, incluso el Presidente, hacen comparaciones de manera constante con países europeos. A veces también con naciones vecinas. Todo esto sobre el tema de la pandemia por el Covid-19 y las distintas maneras de enfrentar esta crisis sanitaria, económica y social que desató el virus. En esta última semana uno de los temas centrales fue la educación presencial en el país. En ese sentido, el ministro del área a nivel nacional, Nicolás Trotta, afirmó en una entrevista televisiva el pasado jueves por la mañana, que Argentina tuvo presencialidad como también virtualidad. Y comparó la situación con países como Paraguay y Bolivia donde directamente "se renunció a la presencialidad en las escuelas". 

  • Preguntas sin respuestas

Ante la pregunta de cuánto tiempo fueron las clases presenciales, no respondió y sólo dijo que cada provincia se hacía cargo del tema. Pero, en tren de comparaciones, cuando le preguntaron que para otros países europeos como Alemania, Suecia, entre otros, con los cuales de manera permanente se compara el gobierno argentino, allí lo prioritario es la educación. Sin embargo, el funcionario respondió de manera difusa y esquiva.


Trotta manifestó su conformidad con el trabajo virtual de la docencia, pese a distintas problemáticas a las que omitió referirse de manera específica. Sin embargo, los docentes en el país, en general, no estuvieron nunca de acuerdo con la enseñanza virtual y hasta se sintieron presionados para cumplir con los mandatos ministeriales. También respondió con evasivas cuando le trasladaron el reclamo de padres que afirmaban la necesidad de volver a clases presenciales, porque ellos no son maestros y en casa no es el ámbito en el que los chicos aprenden de la misma manera que en un aula con su autoridad que es el docente.

  • El juego sindical

A todo esto, los sindicatos de la educación de Buenos Aires, pusieron el grito en el cielo ante la hipótesis de volver a las clases presenciales en el país, poniendo en el tapete una serie de argumentos como protocolos para asistir, menos alumnos, creación de más escuelas y también comparando al país con lo que hacen en otras naciones vecinas. Claro, esto, además, sin saber cuánto tiempo durará esta pandemia en el mundo en general y Argentina en particular. Porque como lo manifestaron distintos científicos, la vacuna no es milagrosa. De forma permanente se tiene que modificar para enfrentar distintas variantes en cepas que pudieran surgir hasta hacer una vacuna que ataque todos los frentes que presente el virus. Con esos argumentos que esgrimen desde los sindicatos bonaerenses, si la pandemia durara varios años, sería imposible asistir a clases. Con lo cual, el desastre educativo hundiría al país en todo sentido. 

  • El pedido ciudadano

Y en este tren de comparaciones que esgrimen desde ámbitos oficiales nacionales, surgen cada vez más dudas que certezas. Cuando se está en una crisis sanitaria de estas características, lo que necesita la ciudadanía de sus líderes, es sentido común, vocación de servicio solidario hasta patriótico en pos de buscar el bien común, tal como se enuncia en el Preámbulo de la Constitución Nacional. Porque, se sabe que entre sospechas y certezas, distintos gobiernos, en especial latinoamericanos, utilizan la pandemia del Covid-19 como herramienta política para usufructuar beneficios en las urnas mediante votos cautivos logrados con dádivas estatales. Estas, en definitiva, surgen de los impuestos de todos los ciudadanos o a la impresión de más billetes que provocan más inflación y pobreza. Las dádivas en muchos casos están a la orden del día y atentos los oídos del poder político a la reacción sindical y social.


En este caso, la educación es un elemento que enriquece la vida del ser humano y augura un buen porvenir a la nación que invierte en ello. Ningún gobierno de turno tiene derecho de especular con la educación como tampoco, mediante la enseñanza, adoctrinar a docentes y alumnos con fines políticos. La educación es clave y todos los sectores de la sociedad tienen el compromiso de disipar las tinieblas de la especulación usando como argumento la presente pandemia.

Por José Correa
DIARIO DE CUYO