Ahora que todos han decidido jugarse la vida en las urnas, el trabajo a realizar esta noche cuando empiecen a asomar los resultados será el de constatar quien de ellos sigue vivo y quién se quedó en el intento.
Entendiendo eso de la vida en términos políticos, claro. Y significa analizar quién de ellos consigue oxígeno medido en votos para sus aspiraciones ulteriores: a nadie, de uno y de otro lado, le interesa exactamente lo que está en juego hoy, las bancas en Diputados o en el Senado.
Ni a Kirchner ni a Scioli, ni a De Narváez o Solá, ni a Michetti o Carrió, ni a Reutemann. Ninguno de ellos aspira a cumplir con lo que hoy se postulan. Sin excepción, todos ellos han tomando el rol parlamentario al que aspiran como estación intermedia para el gran salto a los ejecutivos que lo tienta.
Incluso los que no participan hoy en ninguna boleta, pero a quienes también les va la misma vida de los que tienen sus nombres impresos en el papel. Macri y Cobos no juegan pero tienen sus fotos. Gioja tampoco, y parece haber sido el protagonista excluyente de la campaña local.
Los tres tienen el futuro atado al escrutinio de esta noche porque en algún lugar guardan la misma pretensión: saltar a la consideración como pretendientes de la Casa Rosada, y para eso necesitan la suave música de los votos que acaricia los oídos. En sus casos, serán votos dirigidos a sus delfines, pero endosados a su cuenta y orden.
Tampoco nadie encontrará el nombre de la presidenta, pero todos saben que en el pronunciamiento de la gente hoy está el veredicto sobre cómo serán los dos años que le quedan en el cargo: castigo o relax.
Entre los que están y los que no están, habrá entonces que hacer un repaso hoy mismo para determinar los que reportarán en la hilera del pasado y los que lo harán en la del futuro.
– El primero es Néstor, que se juega su propia vida y la de su esposa. No hay nada que insinúe que lo que busca es la defensa de su "modelo" desde el Congreso, sino encontrar el salvavidas de los votos para una gestión que comenzó jaqueada y aún conserva serios nubarrones hacia adelante.
Enfrenta el serio desafío de proveer un respirador artificial a su propia invención política, el kirchnerismo. Y ha decidido hacerlo de manera personal y directa. Una derrota, un empate o incluso una tímida victoria serán el principio del fin para ese fenómeno y el inicio de la búsqueda de la puerta de salida. La paz que necesitará para hacerlo demandará muchas concesiones, algo a lo que no están acostumbrados.
Pero, por el contrario, una victoria por un margen más holgado de las cifras estrechas que hoy se manejan, le sabrá a relanzamiento. No está claro que sea para futuras aspiraciones en la piel del matrimonio, pero al menos como gran elector de la fórmula presidencial y factor de poder excluyente en el próximo bienio. Ser o no ser, como se ve, en términos políticos.
– También está Scioli, quien aceptó un reto no menor. Volver a escoltar a Kirchner en la boleta puede hoy mismo convertirse en un incendio para sus aspiraciones, como en un trampolín para saltar a la presidencia en 2011.
Nadie podrá evitar que esta misma noche el gobernador bonaerense ensaye un sonrisa tranquilizadora si la fórmula que encabeza junto al ex presidente asoma la cabeza. Y que se presente como el factor decisivo de un triunfo eventual, por conseguir remolcar a un Kirchner desgastado.
Un favor que pretenderá cobrar por ventanilla cuando el santacruceño deba fogonear su fórmula. Si todo funciona como parece, Scioli hace todos los garabatos y digiere sapos para recibir luego los favores K como aspirante presidencial. Y este es un caso.
– Están Carrió y Cobos en el casillero del radicalismo y el Acuerdo Cívico. Y ambos se juegan también el futuro.
La líder porteña aparece comprometida en su distrito, no sólo por la aureola de generosidad que pretendió hacer circular con su aparición como tercera en la lista, sino porque el dirigente que eligió como cabeza de lista -Alfonso Prat Gay- no consigue consolidarse en el electorado. Ahora enfrenta un peligro doble: no sólo la posibilidad de quedarse afuera sino que su fuerza baje del primer lugar en la última elección al tercero en esta.
Es la dirigente política de discurso más aguerrido en todo el tablero nacional, pero si esos riesgos se consuman, le será muy difícil proyectar su imagen como presidencial para dentro de dos años.
A Cobos le caben las mismas reflexiones. No está él sino su foto en las boletas y las publicidades mendocinas del acuerdo entre su partido y buena parte de la UCR. Pero hasta un triunfo estrecho -como el caso de Kirchner en Buenos Aires- amenaza con dejarlo en la banquina.
Es que Cobos sigue siendo uno de los políticos de mejor imagen en el país, aún después del destrato de Tinelli. Pero empezó la campaña 20 puntos arriba del candidato de Jaque y ahora apenas asoma por una diferencia estrecha. Si no capitaliza el momento, será lo mismo que un goleador que, con la pelota picando en el punto del penal y el arquero caído, la tira a la tribuna.
– Están los del PRO, donde también hay muchas aspiraciones pero no precisamente a ocupar lo que hoy hay en juego, es decir bancas en el Congreso.
En el trípode sobre el que se apoya el espacio hay dos aspirantes a la presidencia y uno a la gobernación bonaerense. Macri y Solá son sin disimularlo los primeros, mientras De Narváez busca el sillón de Scioli.
Lo tiene mucho mejor presentado el jefe de gobierno porteño, quien sin aparecer en la boleta decidió jugar su mejor carta para esta ocasión. Y pese al daño institucional de hacer renunciar a su vicejefa, Gabriela Michetti le dará hoy una muy buena noticia: parece ser bueno el resultado de la apuesta y no hay nada mejor que el aval ciudadano por vía del voto para sentirse fuerte.
Solá, en cambio, parece haber perdido rueda antes de contar los votos. Fue crudamente desplazado en la campaña para que el aroma a duhaldismo no inundara la sala de máquinas del espacio, y su presencia tomó un tono de gris profundo. Y De Narváez, al contrario, ya parece haber ganado: no hay nadie que no solfee su partitura, antes de ganar o perder.
– Está Reutemann. El ex piloto había anticipado que el resultado de hoy sería como la clasificación de un gran premio para el 2011, pero ahora no las tiene a todas de su lado. Con el socialismo enfrente y el kirchnerismo en contra, se le complico la vuelta rápida y no es seguro un triunfo suyo, como sí lo era hasta hace bien poco. Demás está decir que una derrota lo dejará en la banquina como alguna vez lo hizo su Brabham en el autódromo porteño.
– Y al final está Gioja. Tampoco está en la boleta su nombre pero sí su foto, lo más grande posible. No tiene precisamente poco en juego: la posibilidad de aparecer esta noche en la lista de los que tendrán algo para decir dentro de dos años. Cara o cruz, un buen resultado lo clasifica y uno tímido lo desplaza.
En su caso, para brillar desde un distrito alejado deberá hacer mucho ruido. O esperar que lo apunten los reflectores porque se cayeron los otros soldados.