No es común ver entre los verdes de las sierras cordobesas un palacio español, con torres y chimeneas entre el bosque misterioso. Sin lugar a dudas, un lugar único y místico que solo puede ser usado por un genio para escribir, donde las musas y los fantasmas hacen de las suyas con la pluma.
Manuel Mujica Láinez, de orígenes aristocráticos, nació a los 100 años del cumpleaños de la patria el día de la muerte de Sarmiento 11 de septiembre de 1910. Se educó en París y Londres, y a los 18 años regreso al país. Heredó de su abuelo materno Enrique Láinez Cané, su gusto por la literatura. En verdad, un Patricio verdadero con gustos excéntricos y defectos.
Pero debía huir del trajín de Buenos Aires, donde se dedicaba como columnista del diario La Nación, y a punto de jubilarse, compro una quinta en las sierras de Córdoba denominada "El Paraíso”. Esta quinta enclavada en La Cumbre posee 7 hectáreas, y dentro de ella, posee 7 casas, costó 7 millones de pesos nacionales y el palacio principal posee 7 chimeneas.
Y como si fuera poco, la calle donde se encuentra es denominada "Alvear”. Demasiadas casualidades, ya que Alvear es el nombre de su mujer, de descendencia patricia argentina. Evidentemente "El Paraíso” había sido construido para el prócer.
Adicto a la mística y la numerología, dentro de este palacio español donde vivió 14 años, escribió 13 obras literarias. Entre las más importantes, se encuentran, Bonmarzo, El Unicornio, El Laberinto, El Escarabajo y a mi gusto, el mejor que fue El viaje de los siete demonios, obra en la que relata el viaje de siete demonios que representan los siete pecados capitales, y tienen por fin tentar en la tierra a gente incorruptible.
Su casa, se encuentra llena de recuerdos, entre los mas importantes esta la sala de los retratos, donde existen 83 cuadros de sus ancestros, entre los que podemos apreciar a Florencio Varela y Federico de Alvear entre otros.
Su piso en damero romboidal da calidez al lugar, sus grandes hogares e imponente vista a través de vitreaux, dan al lugar un toque real y exquisito.
Refugio de artistas, todavía los aromas del papel y la tinta yacen en el ambiente, y sus trabajos en collage, hacen presumir su impecable capacidad para captar e inspirar temas y volcarlos al papel.
Sinceramente el castellano de Mujica, es impecable, solo comparable a la redacción de Domingo F. Sarmiento. Sin errores ni borrones, primero escribía sobre cuadernos con una importante pluma Mont Black , para luego pasarlos por su maquina de escribir, una vieja "Woodstock” negra, que le había regalado Bartolomé Mitre. El producto final era llevado directamente a la editorial.
La prosa de Mujica Láinez, ha sido considerada fluida y culta, de sabor algo arcaico y prosista, rehuye la palabra demasiado común, sin buscar sin embargo la desconocida para el lector. Es en especial hábil en reconstruir ambientes, gracias a un increíble talento descriptivo y una gran formación como critico de arte, mas allá de su rica inventiva.
A pesar de su formación culta y racional, creía en lo esotérico, inclusive creía en la reencarnación de allí declaró escribir, "para huir del tiempo”. Ese es el tema de la mayor parte de sus obras.
Mujica murió en 1984 en El Paraíso, cerca de sus recuerdos y libros.
(*) Abogado.
