Tener las espaldas cuidadas no tiene precio. O sí. Por conservar las comisiones más sensibles, el kirchnerismo debió asumir en estos días el pesado costo de resignar otras importantes, un tome y traiga medido en metálico para la gravitación política del oficialismo y consumado bajo el temor de pasar por Tribunales.
Aquel 3 de diciembre de la jura de los nuevos diputados y del acuerdo firmado para el reparto de comisiones, hubo un dato que explica todo: en el punteo oficialista de aquella capitulación no hubo otra cosa por preservar que las presidencias de las comisiones más importantes. Sólo 4 y entre ellas, en el primer renglón, la de Peticiones y Poderes y la de Juicio Político. Ni más ni menos que las que establecen el reglamento de funcionamiento del Congreso, que habilita o bloquea los desafueros del Congreso, y la que ofrece el mismo juego para las destituciones.
Esas dos por encima de todas las cosas, y por el resto Dios dirá. Nada más importante a esta altura que la certeza de que ningún alto funcionario deberá pasar por momentos judiciales difíciles en los próximos dos años, especialmente ahora que Néstor es diputado.
Botón de muestra sobre el lado por donde corren las prioridades en el oficialismo cascoteado. Tardaron en tomar nota de la realidad, el lugar donde los puso el voto de la gente, esa variable tan invocada en los tiempos en que denuncian conspiraciones contra el voto popular pero lentamente asumida cuando se vuelve en contra.
La rendición forzada que debió firmar con el nuevo diseño en Diputados no se fue otra cosa que el lento reflejo de ese nuevo mapa, también surgido de elecciones, y que puso al kirchnerismo en un sitio en el que nunca había caído: asumir el status minoritario y hacerlo sin chistar si es que quiere volver.
Le costó horrores. Incluso aquel día hubo un leve sensación inicial de que podían llegar al número mágico (129 diputados) para mandar en la sesión. Allí fue cuando los operadores oficiales ordenaron jugar con todo. Ruperto Godoy pidió autorización a Gioja para reunirse con Mauricio Ibarra para convencerlo que los ayudara. Pero fue sólo una sensación que se desmoronó del todo cuando el rejunte opositor consiguió llegar holgadamente a la cifra mágica.
Se pudrió todo, se mensajearon por celular. Y hubo más tensión cuando el matrimonio decidió redoblar la apuesta, a su estilo. Intentó entregar todo: presidencia de Diputados, vicepresidencia 1º y presidencia de todas las comisiones denunciando un pacto entre Cobos y Duhalde por torpedearlos. Sólo una brisa de racionalidad de Agustín Rossi, luego de una charla telefónica tensa con la propia presidenta, hizo evitar la catástrofe institucional de implantar una nueva bisagra trágica. Pensaban en volver al recinto a pelear por lo que se pueda cuando los despertó el campanazo de la sesión: la oposición había empezado sin ellos y estableció el número de 20 comisiones para el oficialismo y 25 opositoras, sector que mantendrá la mayoría en todas ellas.
Hubo que seleccionar, como el niño que va con dos pesos al kiosco. Y ya se contó cuál fue el chocolate preferido, en el paquete de comisiones de primera línea donde el oficialismo fue puesto a elegir. Además de Peticiones y Juicio político, estaban en el primer bolillero las comisiones más importantes para el funcionamiento del gobierno. Y además de aquellas orientadas a evitar sinsabores judiciales, la elección de la propia Cristina fue previsible: Asuntos Constitucionales y Hacienda y Presupuesto.
No sería demasiada historia contar las que quedaron en el tintero sino fuera porque una de ellas, Relaciones Exteriores, estaba en manos de un sanjuanino que debió bajarse y terminó ocasionando una pérdida política de envergadura para el poder de lobby provincial. Con Ruperto Godoy fuera de la presidencia de la comisión, la provincia bajó un escalón en el delicado juego de intereses en que se entrelaza la danza del poder, y lo peor es que debió ser resignada para afirmar la seguridad del líder. Judicial, claro.
No por nada había sido incluida en el bombo de las comisiones de primera, aquellas donde todo el mundo quiere estar.
Para las provincias chicas y alejadas como San Juan, disponer de una plataforma de operaciones como esa no es un asunto menor. Sirvió en estos tiempos para abrir los despachos de dos presidentes de la región, Lula y Bachelet, quienes jamás hubieran recibido al gobierno sanjuanino si no fuera por la amistad trabada con los embajadores de esos países en Argentina en que el ejercicio de la comisión tuvo un rol fundamental. Aquellos dos encuentros -históricos para San Juan por el significado de las audiencias con dos presidentes extranjeros y vecinos- deben ser anotados como verdaderos avances en la construcción del túnel por Agua Negra.
Estuvieron en San Juan los embajadores de EEUU y China, las dos potencias comerciales más importantes del planeta. Además de la mayoría de los europeos, asiáticos o latinoamericanos. Más allá de la exhibición de San Juan al mundo, implicó la apertura de oportunidades comerciales de largo alcance.
No le cambia la vida a la administración nacional resignar la comisión de relaciones exteriores y mucho menos si es por conservar aquellos espacios que le cuiden las espaldas. Pero a San Juan, sí.
Encontraron una fórmula para decorar la degradación: Le dieron mayor jerarquía a las vicepresidencias, que serán ocupadas por diputados oficialistas en las comisiones ocupadas por la oposición. El peronista disidente Atanasoff consiguió acomodarse en el lugar de Godoy, quien a pesar de conservar buenas vibraciones con el nuevo titular desde los tiempos de Duhalde en que era era jefe de Gabinete, prefería al macrista Federico Pinedo.
Le quedó al sanjuanino la vice +jerarquizada+, una especie de premio consuelo que no consuela porque piensan en San Juan que la hemorragia pudo haberse evitado. Sólo pudieron llegar al nuevo mapa, entienden, como consecuencia de la impericia en la negociación política y de las necesidades de protección del +jefe+. La falta de reflejos en apuntar el resultado de junio y cierta confianza en el traje de Superman que convirtió a oficialismo en imbatible en Diputados impidió una negociación con los nuevos bloques que volviera a darles el timón. Ya es tarde, y el traje era sólo un disfraz.
Conserva Godoy su relación con la Cancillería y su condición de nexo entre el ejecutivo y el bloque. Consiguió afianzar la relación política con Rossi, un dirigente de imagen demasiado deteriorada -en su provincia, Santa Fe, hizo una elección de pobre para abajo- pero que aún administra buena torta del poder oficialista desde su rol de primera espada discursiva. Rossi le cedió a Godoy su rol de representante de Diputados en el Parlamento del Mercosur, un sello sin demasiadas funciones pero que ofrece roce internacional y hace que lo inviten a los cócteles.
Se habrá perdido, eso sí, poder de fuego. Gravitación, músculo, jerarquía. Ocurrió en junio y recién ahora les cayó la ficha. Después de dejar reposar la furia y de pensarlo de nuevo, no es un mapa inaccesible para el gobierno. La historia de una mano: cuando al kirchnerismo se le encendieron las luces fue cuando operó políticamente en desventaja. Eran los tiempos en que debió convocar a dirigentes más digeribles y menos militantes. Tal vez no haya sido mala idea entonces un fierrazo en la cabeza, ni siquiera para ellos.
