El presidente Trump merece un elogio por haber denunciado a los regímenes represivos de Venezuela y Cuba en su primer discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, aunque su discurso en general haya sido música para los oídos de los dictadores de todo el mundo.


A diferencia del expresidente Obama, que no mencionó la palabra "Venezuela" en sus dos últimos discursos anuales a la Asamblea General de la ONU, Trump criticó las restricciones a las libertades básicas en los dos países latinoamericanos en su discurso ante la ONU el martes.


Sin repetir su desastroso error del 11 de agosto, cuando dijo que Estados Unidos estaba considerando una "opción militar" en Venezuela, lo que causó que muchos países se alejaran de los esfuerzos diplomáticos estadounidenses para aislar al régimen venezolano. Ahora Trump dijo que seguirá aplicando "sanciones calibradas" al régimen de Venezuela. Traducción: amenazó con escalar gradualmente las sanciones financieras a los miembros de la élite revolucionaria de Venezuela y a instituciones gubernamentales, y pidió a otros países que hicieran lo mismo.


Sobre Cuba, Trump calificó al régimen cubano de "corrupto" y "desestabilizador". Pero sus palabras fueron en gran medida simbólicas: no anunció el cierre de la embajada de EEUU en La Habana, ni una reducción drástica de los vuelos y cruceros de EEUU a la isla, ni nada de eso.


Para poner las cosas en contexto, el discurso de Trump confirmó que Cuba, Venezuela y el resto de América Latina son la última de las prioridades internacionales. Habló en este orden sobre la crisis con Corea del Norte, Irán, el terrorismo radical islámico radical, la "migración descontrolada" en todo el mundo, Sudán, Somalia, Yemen, Cuba y Venezuela.


De todos modos, las referencias de Trump a la falta de libertades fundamentales en Venezuela y Cuba fueron algo positivo. Considerando la falta de atención del gobierno a Latinoamérica y, peor aún, la hostilidad hacia México y su visión obtusa sobre el comercio, la inmigración, el medio ambiente y otros temas que preocupan a la región fue sorprendente el espacio que le dedicó a estos dos países.


Entonces, ¿por qué deberíamos estar preocupados por el discurso de Trump? Porque fue una flagrante contradicción: empezó señalando que la democracia y los derechos humanos ya no estarán entre los pilares de la política exterior de EEUU, y terminó pidiendo la "libertad" en Venezuela.


La nueva "doctrina de Trump" le da la espalda a una larga tradición bipartidista de los presidentes de EEUU de defender la democracia y los derechos humanos como principios fundamentales. Trump dijo que, a partir de ahora, la política exterior estadounidense se guiará por la soberanía, la seguridad y la fuerza militar.


Si la nueva "doctrina Trump" continúa desenfatizando la defensa de la democracia y los derechos humanos en todas partes, las declaraciones de Trump sobre Venezuela y Cuba sólo pueden ser vistas como contradictorias, oportunistas y no tan importantes como debieran ser.