Hubo un tiempo de "heroico rescate" de la memoria para otras memorias, sin tener en cuenta que los recuerdos los tiene cada quien incorporados en su psique de manera distinta. En ese recordar y valorar, hubo que hacer una selección negativa y extraña. Trágicamente para algunos íconos de la memoria de muchos, la aplanadora arrasó con distintos lugares que cuando salimos a defenderlos resultamos tildados de algo, o no escuchados. El velódromo del Parque de Mayo fue uno de ellos. Pero dos o tres voces no tenidas en cuenta no pueden contra el silencio de miles a los que ni les importa ni los afecta.

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Mientras se fueron seleccionado los recuerdos que había que recordar, a su vez se fueron proyectando cosas, como por ejemplo, la "eterna" llama votiva de la Libertador y Paula Albarracín de Sarmiento, no arde porque la hizo colocar el gobernador "equis". Tenemos combustible para mantener el pebetero de la Columna Cabot o sea que para lo efímero de la eternidad, también hay luces y sombras.


Hay un edificio hermoso, sólido, quizás muy sucio y en ruinas por dentro por el paso desaprensivo y descuidado de miles de personas. Pero con una construcción que echarla abajo va a ser como cuando el gigante Hospital Rawson se resistía a caer. Pero se prefiere no reciclarlo e ir a llevar gloria y loor, justicia y justicieros, inocentes y culpables, a la abandonada y mil veces reutilizada, la antigua Cavic.


Se han alzado voces en contra; pero pesarán las que están a favor y uno se pregunta: Si hay gente ocupada de las cosas patrimoniales, ¿qué hacen? Se les habla de viejos chalets abandonados de tiempo, miran para otro lado. Se les pide recuperar monumentos, ellos oyen la lluvia que nunca cae, porque de eso otro, no acusan recibo.


La "pre-concepción" de lo que debe quedar. Y la indefensión de las cosas tampoco, sujetas a la disposición actual de hacer desaparecer lo que más se pueda. Y ¿por qué digo pre-concepción? porque es una cosa antes de planear, pensar y repensar la ciudad o la provincia, mirando a todos lados, no sólo hacia adelante y nada hacia atrás.

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Si hay gente ocupada de las cosas patrimoniales, ¿qué hacen? Se les habla de viejos chalets abandonados de tiempo, miran para otro lado y no acusan recibo.


En toda su imponencia, el Teatro del Bicentenario no ha sido concebido para durar 70 años, por ejemplo, que es el tiempo que ha pasado desde el terremoto hasta ahora, con edificios que tienen alrededor de 50 años al tiempo actual. Ya han repuesto con los vientos varias chapas y la estructura endeble de los sanitarios ya tiene sus bemoles. Se cuenta con un nuevo hospital que aún no funciona a pleno; pero ya hay cuevas y escondrijos arrumbando cosas en desuso, en lo más "viejo" (que tendrá unos tres o cuatro años de habilitado nuevo), que se van notando en el descuido, en agua que corre y no sabemos por qué. En pintura que se desluce al sol y material de yeso (de muy extendido uso), que está pateando de impotencia por usuarios temperamentales, más de lo que se arriesgan a admitir. Descuido y mal uso, combinación letal atentando contra la durabilidad.


Escuelas como la Boero han sido levantadas para un tiempo y después autorizadas a construir entre la funcionalidad y el laberinto. ¡Ese es un edificio peligroso, mal encarado y desmadrado! Sus dependencias obsoletas unas y pésimamente "aggiornadas" otras. Lo mismo el Colegio "Monseñor Pablo Cabrera", que no es funcional por donde se lo mire. El salón de usos múltiples de la Escuela Superior Sarmiento no tiene acústica. Nadie se escucha entre la gritadera de niños y adultos. Bajar la altura del techo sería una solución; pero eso ¿por qué no lo detectaron los expertos?

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Para tomar la decisión de agregar o quitar cosas a nuestro patrimonio debería llamarse una comisión de esa área para estudiar los pro y los contra. Emitir dictamen y aconsejar al respecto. Si no, el patrimonio de todos ¿a dónde va?



 

Por la Prof. Ada Gámez. - Escritora. Presidente de SADE - San Juan