Cada vez resulta más relevante la tarea de los ingenieros agrónomos en relación a la utilización de técnicas que garantizan mayor calidad y cantidad de producción.


Mucho tiempo ha pasado desde aquel 1883 en Llavallol, Lomas de Zamora, en el predio de Santa Catalina y la primera escuela de Agronomía y Veterinaria. Culminaba aquel 6 de agosto el proceso que había empezado con las enseñanzas de los jesuitas que mucho pudieron compartir con aborígenes, utilizando un método de ida y vuelta, teniendo la habilidad de adaptar técnicas ancestrales para volverlas procesales y así poder compartir el conocimiento, trascendiendo los tiempos.


Desde aquella época el derrotero de la educación agropecuaria fue un continuo luchar, adaptándose a leyes de educación que poco hicieron para solventarla, desde aquel procesos de descentralización a finales de los años '70 del siglo pasado, luego la Ley Federal de Educación y la actual Ley de Educación Técnica Profesional que hasta hoy no termina de reglamentarse y aplicarse. 


La secundaria agropecuaria se presentó como una alternativa a la secundaria técnica de los colegios como modalidad de la Educación Técnico Profesional como educación secundaria obligatoria. Actualmente la incorporación del sétimo año para egresar con el título de Técnico Profesional, según la orientación que cada alumno haya optado es un gran logro que debe seguir sosteniéndose. 


Se puso en el tapete que las escuelas agropecuarias poseen procesos que se basan en el manejo productivo de sujetos vivos, por ello fue imposible que las escuelas se cerraran ante ésta larga cuarentena. Era imposible pensar en la opción de dejar morir animales, plantas, cultivos y demás. 


Con el estricto cumplimiento de medidas de seguridad sanitaria se dieron forma y dinamismo a las denominadas "Guardias Mínimas''. Con ello fue posible sostener las producciones básicas, a lo que es imperioso decir que el trabajo docente fue efectivo cumpliendo con gran esfuerzo la organización de cada sector, disponiendo materiales y sosteniendo los procesos productivos básicos para predisponerlos al momento en que se restablezca las clases presenciales. 


Insto a todos a no dejar de celebrar éste 6 de Agosto, día de la Enseñanza Agropecuaria, sabiendo que todos los que estamos inmersos en la comunidad de cada escuela agropecuaria estamos dispuestos a seguir produciendo los hechos educativos ante una nueva normalidad, con mucho valor y tesón para obtener más que un alumno capacitado, también un valeroso hombre que sabrá acompañar a la Argentina en el mismo momento en que se ponga de pie y ande.

Por el Prof. Tecn. Osvaldo Olmo Gómez

  • Celebración conjunta

El 6 de agosto se celebra en todo el país el Día del Ingeniero Agrónomo y del Veterinario argentino. La elección de la fecha conmemora al año 1883, cuando se dictó por primera vez en Argentina la carrera de Agronomía en la Escuela Agrotécnica y Veterinaria "Santa Catalina", en Lavallol, provincia de Buenos Aires. Fue creada en 1872 por Eduardo Olivera, egresado de la Escuela de Agricultura de Grignon, Francia, y primer ingeniero Agrónomo argentino. En 1890, la institución se trasladó a la ciudad de La Plata, y comenzó a funcionar como Facultad de Agronomía y Veterinaria. Durante muchos años, al 6 de agosto se lo consideró únicamente como Día del Veterinario, a pesar de que los Agrónomos también celebraban. Y eso se reafirmó en 1983, cuando el Gobierno nacional emitió un decreto por el cual estableció a la fecha como Día del Veterinario argentino. Ambas profesiones se siguen festejando juntas.

Por Marcial Villagra