Leopoldo Lugones fue un intelectual involucrado con la política de su época. Como escritor dejó una obra multifacética: poesías, cuentos, ensayos. También incursionó en el periodismo y la historia. Sus obras más destacadas son: La guerra gaucha, Crepúsculos del jardín, Lunario sentimental e Historia de Sarmiento. Sus analistas consideran que se creía heredero de Sarmiento. Lo cierto es que lo eligió como modelo, dentro de los intelectuales-ideólogos y protagonistas de un proyecto político. Afirmaba que el Facundo y Recuerdos de Provincia, eran nuestras Ilíada y Odisea y el Martín Fierro, de José Hernández, nuestro Romancero.

Políticamente fue socialista, liberal, conservador y llegó a aceptar el fascismo. Su adhesión al golpe militar que llevó al poder a José Félix Uriburu, despertó polémicas y controversias. Pero dentro de sus notorios cambios de ideales políticos, al decir de Jorge Luis Borges en el prólogo de una de sus Antologías, supo sostener con firmeza un principio esencial en la vida de un ciudadano honesto: amor a la patria por sobre los intereses personales. Transcribo lo que Borges escribió en ese Prólogo:

"’Vencedora la Revolución militar de 1930, Uriburu le ofrece (a Lugones), la dirección de la Biblioteca Nacional. Rehúsa el ofrecimiento alegando que el amor a la patria lo había llevado a participar de la revolución y que, por consiguiente, no podía de su triunfo obtener un beneficio”

Más tarde se desencanta de esas políticas por las que había luchado y su militancia sumada a otras dolorosas circunstancias personales y familiares, lo desaniman al extremo de llevarlo al suicidio en 1938. El hecho ocurrió en un Hotel del Delta del Paraná (Tigre-Bs As), por ingestión de una mezcla de cianuro más whisky.

Lugones fue fundador y primer presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), por lo que luego del suicidio, la institución estableció el 13 de Junio, día de su natalicio, como el Día del Escritor. La institución cuenta con Seccionales en el interior del país, como la que tenemos en San Juan de proficua y meritoria trayectoria. Como escritor, la historia lo ha reconocido, como el gran poeta modernista del Río de la Plata. Como intelectual, no se marginó de los acontecimientos políticos de su época e intentó erigirse en un modelo heroico y motivador. En ese aspecto, se lo considera el último intelectual comprometido políticamente, con características de la saga iniciada por Mariano Moreno.

Y es porque a partir de entonces, cuesta hallar ejemplos de intelectuales involucrados en política, capaces de dejar de lado sus intereses personales.

Estadísticas publicadas en este diario del día 19 de Junio pasado, muestran que el largo período democrático que vamos transitando, no ha logrado mantener en la sociedad los valores morales, referidos al desempeño político que sostuvieron nuestros próceres. El 50% de los entrevistados, cometerían actos de corrupción, a cambio de beneficios personales. Y es porque al poder político se lo observa como un medio mucho más fácil de lograr objetivos materiales, que los basados en el trabajo, el esfuerzo y la capacidad. A esta realidad, en los últimos tiempos, se suman las investigaciones periodísticas ayudadas por la tecnología, mostrando lo que se presumía y no se veía: la corrupción como una lacra enquistada al poder político. En este aspecto, alienta la esperanza de que la justicia proceda en consecuencia. Y que sus actuaciones, amén de las penas correspondientes, amedrenten y encaucen a las mentes predispuestas mostradas por las estadísticas.

En tanto, la sociedad toda debe recapacitar y hacer sus aportes. La mayoría de la gente no parece sentirse responsable del futuro de la Patria. Prioriza sus logros, sus expectativas y las de sus descendientes, más que nada en el plano material, como objetivos de vida. Es necesario revertir esa actitud, comprendiendo que la política transgresora de valores, desanima a las nuevas generaciones. En definitiva, hace cada vez más difícil el sano crecimiento de un país y la formación integral de sus habitantes. Urge exigir transparencia en el ejercicio de la política. Marginar a quienes desangran a la Patria. No tolerar el +roban pero hacen+. Saber elegir a los más honestos. Ante todo, recuperar el verdadero sentimiento de Patria. Tener siempre presente que es la casa grande donde vivimos, trabajamos, amamos y soñamos y que algún día será el hogar de nuestra descendencia. En medio de este panorama desalentador para muchos adultos y, lo peor, confuso para los jóvenes, me pareció oportuno rescatar el gesto patriótico de Lugones, relatado por Borges, a modo de ejemplo de conducta política que ayude a reflexionar a la sociedad actual y en especial a quienes actúan o se sienten atraídos por la política, que son o serán los responsables de conducir los destinos del país. En medio de dudas, conflictos, vaivenes políticos, personales y familiares, perdió la fe en la vida, al punto de buscar un trágico final. Vivió como un hombre, más que el intelectual heroico que quiso ser. No obstante, tantas contradicciones y desencantos, no lograron torcer sus principios.

Pues, al fin, lo que queda de la vida de cualquier ser humano, es justamente eso. Tan solo huellas, rastros que pueden ser sombras o luz que ilumina el avance de la historia.

(*) Lic. en Bioquímica.