Contra reloj. Por estos días, Donald Trump aprobó a contra reloj el presupuesto enviado por el Congreso y desactivó así el fantasma de un nuevo cierre administrativo.

Recientemente la Cámara de Representantes aprobó someter a Donald Trump a juicio político por parte del Senado de los Estados Unidos. Pero esto, más allá del impacto que genera la noticia en el plano internacional, no es un escenario compartido plenamente por todo el Partido Demócrata, el impulsor del proceso.

De hecho, la propia Nancy Pelosi, la líder demócrata que es la presidenta de la Cámara de Representantes y segunda en el orden sucesorio del gobierno estadounidense, no muestra ningún apuro en remitir el pedido de juicio político al Senado, en parte porque especula con un mejor escenario, pero también porque considera que la maniobra terminará por favorecer al propio Trump.

Es tan precaria -e innecesaria políticamente la acusación- que la representante demócrata por Hawái, Tulsi Gabbard, mostró gran disconformidad con el proceso, mientras que otro representante optó por comunicarse con Trump y anunciar su cambio de partido.

Se trata de Jefferson "Jeff" Van Drew, de New Jersey, que votó contra los cargos que llevan al impeachment y que también hizo su apuesta política al pasarse al Partido Republicano. Pero acá también puede detectarse un acto apresurado por parte del Partido Demócrata, porque no sólo que nada hizo por retener a Van Drew, sino que aceleró su salida.

Resulta que la "Blue Dog Coalition", una comisión fiscalizadora de miembros del Partido Demócrata que funciona dentro de la Cámara de Representantes, no sólo que se apuró en sancionar a Van Drew, lo que le facilitó la fuga del partido, sino que encima exhibió la desunión de la mayoría demócrata que tiene la Cámara. Todo lo contrario a los republicanos, que mostraron disciplina partidaria y votaron cerradamente en contra del juicio político.

Trump, hábilmente, no sólo se reunió con Van Drew sino que premió su acto y anunció que será el próximo candidato republicano por New Jersey. De ganar, los republicanos tendrán un jugador importante en ese estado en el que el senador es también demócrata, el hispano Robert "Bob" Menendez.

Todo lo ocurrido mostró también el error de cálculo de la joven guardia demócrata que evidenció que todavía no está preparada para gobernar, entre otras cosas porque cae en su propia trampa. Por su diversidad intrínseca, ya que está integrada por políticos y activistas que representan intereses muy diversos, no muestra la "fortaleza de la unidad", ni "unidad de objetivos", además de mantener un choque contra la gerontocracia de su propio partido.

El presidente espera agazapado la maniobra del impeachment. Sabe que puede victimizarse y decir que todo se debe a la debilidad política de los "No hacemos Nada demócratas", como los tacha el propio Trump, para competir con éxito contra la recuperación económica que puede mostrar su administración.

Además, todo lo ocurrido no evita que la sociedad estadounidense se pregunte si realmente los Biden, Joe y su hijo Hunter, tuvieron o no tratos poco claros con el gobierno y la empresa privada "Burisma Holdings" de Ucrania, que tenía contratado a Hunter como lobbista.

Pero Trump tiene enemigos más fuertes y reales en el horizonte. El rutilante, y en parte inesperado, éxito económico de su Administración ha sido tan repentino que se teme que se profundice un recalentamiento de la economía que conduzca a un periplo peligrosamente inflacionario o que se genere una especulación con el valor de las acciones en Wall Street. Eso sin contar con que deje de rendirle políticamente la dialéctica del enfrentamiento con China.

Además, como sucede en estos casos, la mejora en el consumo de los estadounidenses, cuando se estudia, desnuda algunas falencias. La primera es que el ímpetu a consumir está dado por sectores de ingresos bajos, que en algunos casos apenas están saliendo de la economía informal o dejando de recibir seguros sociales, que, encima, una vez lograda resolver sus necesidades básicas, pueden decidirse por el ahorro, lo que podría colaborar con una retracción económica futura.

También se debe contemplar que el choque con China puede a la larga perjudicar el sistema productivo y el comercio interno estadounidense, a menos que el país se prepare para una "guerra fría" comercial. Para ello necesita profundizar el cambio de proveedores y conseguir quitarle mercados a su competidor asiático.

Pero Trump ahora se encuentra en una mejor posición económica dado que ha reducido erogaciones históricamente altas que consideraba "superfluas". Por ejemplo, ha disminuido los costos de la "alta política" reduciendo los gastos en intervenciones externas y renegociando contratos con grandes proveedores de armas.

Con respecto a lo primero, se ha retirado gradualmente de Afganistán, Iraq y ahora Siria y ha exigido firmemente que los países de la OTAN tengan otro compromiso económico para sostener la alianza atlántica. Todo para cumplir con las promesas electorales hechas y continuar siendo el paladín del "proteccionista-aislacionista".

Con respecto a los gastos en equipamiento bélico, ya en la campaña anunció que obligaría al "complejo militar-industrial" a reducir los costos de la defensa para ahorrarle dinero al contribuyente. Para ello presionó al gigante Lockheed-Martin anunciando que los costos del nuevo avión F-35 eran exagerados, opinión que mantuvo más allá de que se le explicara que el número crecía en el tiempo por las estimaciones inflacionarias. Tan cerrada fue la postura de Trump que la empresa vio caer el 5% del valor de sus acciones, lo que llevó a que su directora ejecutiva se sentara a hablar con Trump.

Por ahora, y seguro de que el juicio político no va a prosperar tras ver la disciplinada conducta que su partido tuvo en la Cámara de Representantes, a Trump sólo le queda afilar los números de la macroeconomía para tener una campaña tranquila. En cuanto a reducir los gastos del Estado se ha mostrado como un negociador implacable, características que combina con persuasión, oferta de más negocios o eliminando regulaciones.

El propio caza F-35A es el mejor ejemplo de ello. Delegó las negociaciones en su primer subsecretario de Defensa, Patrick Shanahan, de larga carrera ejecutiva en la empresa Boeing, que logró -a partir de ampliar el programa para tener una economía de escala mayor que le otorgue margen de maniobra- reducir el precio del avión desde los 102 millones de dólares a los menos de 80 actuales.

Todo esto demuestra que ha llegado el momento de cambiar la imagen de Trump de "belicoso verbal" a "austero" o "pragmático", ya que entendió que su gobierno podría tambalear si no cumplía con lo prometido y si sus objetivos globales excedían la capacidad económica del país.