Hace como 10 años tuve la oportunidad de conocer, por primera vez y por razones vinculadas a mi profesión, el lejano pueblo de Guanacache o Huanacache, distante 90 km al sur de la ciudad Capital de San Juan, en Sarmiento, allí enclavado en medio del desierto propio de esta geografía. En la época que en nuestro país aún funcionaba el tren de pasajeros, al menos sus pobladores contaban con un parador del FFCC San Martín y el servicio diario de transporte a la Capital. Hoy ya todo es historia, y para llegar a aquel paraje, cuando las crecientes lo permiten, hay que viajar en vehículo unos 8 km al sur de la Estación de FFCC de Cañada Honda, un camino consolidado que no es tan malo pero carece de puentes, por lo que cruzar sus badenes resulta imposible durante o después de lluvias de importancia. 

Pero los pobladores también tienen problemas cuando hay buen tiempo, ya que son muy pocos los que cuentan con algún vehículo propio, y hoy ya no existe un servicio regular de transporte. Valga entonces el reconocimiento a los maestros de la única escuela que hay, que día a día y con todas estas adversidades llegan a cumplir con su tarea. 

Guanacache es un pueblo cuyos habitantes ya están muy entrados en años, pero conservan su espíritu trabajador, curtido por los soles de largas jornadas y los fríos de crudos inviernos. Cada vez hay menos pobladores y mayores necesidades, lo que obliga a que imperiosamente los jóvenes cuando alcanzan edad de concurrir a la escuela secundaria, o deben emigrar u optar por trabajar la tierra y resignar estudios, ya que no resulta nada fácil siquiera viajar a Media Agua. 

Este lugar posee excelentes cualidades para el cultivo de la vid y el olivo y, básicamente, de esos cultivos depende la subsistencia de sus pobladores. Su tierra es generosa y todo cultivo se da mientras llegue el agua para el riego, lo cual constituye el eterno problema de esta zona. 

Hace unos 60 años este sitio estuvo muy poblado y fue próspero, con plantaciones, incluso de trigo. También esta lleno de historias, ya que, por ejemplo en 1815 fue visitado por el Gral. San Martín quien, sin duda, debió pasar por allí, ya que era paso obligado y directo hacia San Juan. 

Su iglesia cumplió 200 años, coincidentemente con el bicentenario de la Independencia Argentina, y para la fiesta de su Patrono, San Pedro (29 de junio), cada año suelen regresar allí viejos pobladores y es la única fecha que reúne a mucha gente, en medio de puestos típicos, carreras cuadreras, la calle principal arreglada, al igual que el templo histórico. Todavía se conserva el "algarrobo de la Martina Chapanay”, quien supo andar por aquellos campos en los tiempos de la montonera. 

Entre sus viejos pobladores, aún viven los que a pulmón abrieron la actual ruta paralela a las vías del FFCC, que une Cañada Honda con Retamito, poblado éste mucho más olvidado y también de difícil acceso. 

El objetivo de esta nota dista mucho de describir el pasado y el presente de este pueblo sanjuanino, apuntando más a hacer oír la voz de sus pobladores, a quienes aprecio mucho, y ante la necesidad de que no se permanezca indiferente ante las necesidades que pleitearé en una segunda parte.