Son numerosas las anécdotas que formaron parte de la vida del popular deportista Julio Devoto, quien con el seudónimo de Ampakama supo ser, entre las décadas del "50 y "60, uno de los principales animadores de las carreras de TC (Turismo de Carretera) que se disputaban por los caminos de nuestro país. Devoto dejó bien sentado el prestigio sanjuanino y albardonero, no sólo en la Argentina, sino también en el exterior donde también compitió con buenos resultados.

Algunas de las anécdotas también están referidas a su afición por la cacería, que le gustaba practicar por la agreste geografía sanjuanina y riojana, y a su labor como vendedor de ropa a domicilio, actividad que estaba desarrollando cuando fue sorprendido por la muerte en un episodio policial.

En una ocasión en que corría una carrera de TC, en el tramo que unía La Rioja con San Juan a través de las rutas 28 y 27, sufrió un despefecto mecánico que lo hizo entrar al poblado de San Ramón de calles angostas, sin asfalto y muy poca circulación de vehículos automotores. Los lugareños se movilizaban montados a caballo o mulas que no estaban acostumbrados a escuchar ruidos de motores. Así fue que un señor de apellido Ortíz cabalgaba en una yegua no del todo confiable, la que por el ruido del escape, la polvareda y la velocidad del auto, se asustó y quiso saltar la cuneta. El jinete cayó al suelo y Devoto frenó en el acto y retrocedió. Ayudó a levantar al caído y lo subió al auto para trasladarlo al hospital más cercano, donde lo dejó en observación. Pasó luego por la Policía, donde se identificó continuando su viaje.

En otra oportunidad, recuerdan narradores costumbristas, una anciana caminaba por la calle, vestida con una pobre ropa muy gastada. Al pasar Ampakama en su auto, por la misma velocidad le arrancó parte de la vestimenta. Se decía que en esa ocasión pasó como a "ochenta" (80 km/h), en esa época era una velocidad de locos.

Como aficionado a la caza, a esta actividad la desarrollaba en campo llano, como el ubicado en la localidad de Guayaguaz, al Suereste de La Laguna Seca, cerca del límite con San Luis. Era un lugar propicio para conducir un vehículo como lo hacía Devoto, llevando el volante con las piernas y las rodillas, dejando sus manos libres para empuñar la carabina o escopeta.

Su última anécdota: a Ampakama lo conocía todo el mundo, por lo que alejado del deporte automovilístico se dedicó, como ya lo hemos mencionado, a la venta de ropa a domicilio. Lo hacía en un vehículo tipo "Estanciera" recorriendo una buena parte de los llanos de La Rioja y San Juan. El día de su muerte salió de la de la cuidad de La Rioja con ese destino, llegando a Patquía, en el departamento Independencia, al negocio mayorista de ramos generales propiedad del señor Celso Puente. En este lugar también se vendía nafta, que se extraía de un tanque subterráneo por medio de una bomba accionada a mano cuya, manija era fácilmente desmontable. Cuando Devoto llegó a la bomba ubicada en la calle, al frente de la puerta principal del negocio, no había quien lo atendiera debido al poco personal que disponía el negocio. Posiblemente por esta actitud se sintió incómodo, sacó la manija de la bomba y siguió viaje. Al cruzar unas vías del ferrocarril, a unas dos cuadras del lugar Devoto arrojó la manija, que cayó en unos matorrales. El hijo de Puente se dirige de inmediato a la Policía donde radica una denuncia y ofrece su movilidad -un Jeep Gladiator- para seguirlo. Se designa a un policía para que lo acompañe y se comienza a recorrer la ruta 28 hasta la localidad de San Ramón, donde se informa que Ampakama no había pasado ni hacia Chepes, ni hacia Valle Fértil, por la polémica ruta 27.

Lo que había ocurrido es que cuando Devoto salió de Patquía entró a la estancia denominada La Pasión, propiedad de la familia Paredes, quienes siempre le compraban algo. Sus seguidores emprendieron el regreso desde San Ramón y cuando habían transitado unos 3 km, a la altura de otra estancia llama La Fortuna, se percataron que la Estanciera avanzaba hacia ellos. De inmediato se ubicaron al costado del camino, con armas en mano, vestidos de civil y haciendo señas con las manos intentaron que se detenga.

Lo que mal puede llamarse orden impartida, por persona con autoridad, no fue acatada por Devoto, intentando pasar a la velocidad que venía. Fue cuando el policía accionó su arma a tal altura que el proyectil fue a impactar directamente en la cabeza del conductor terminando con su vida.

A esta altura de la narración es necesario tener en cuenta que 3 km atrás estaba el control policial donde ya sabían de su búsqueda y bien lo podrían haber detenido.

La Asociación Sanjuanina de Volantes en más de una oportunidad realizó gestiones a nivel de gobierno de La Rioja, para esclarecer este caso y determinar o aclarar responsabilidades.

(*) Miembro de la Asociación Sarmiento Protectora de Animales.