En un concurso organizado por la Anses "Recuerdos de nuestra Argentina en el bicentenario" sobre cuentos, relatos y poesías presenté un relato basado en una historia que viví en ocasión de una visita que hice a San Juan en 1992. En esa oportunidad el señor Santiago Mohamed me habló del pintor sanjuanino Santiago Paredes, yo había visto unas pinturas. Un día lo cruzamos por la peatonal con su gran sombrero y su saco con botones extraños. Toda una personalidad. Quedamos en ir a ver sus obras y así lo hicimos. Acuarelas anteriores y posteriores al terremoto de San Juan, cuando de pronto me mostró unos tulipanes que me embelesaron e impactaron. Los compré junto a un cuadro de una casa de adobe con mucha vegetación. Al llegar a mi ciudad los enmarqué y siempre estuvieron y siguen estando conmigo a través de dos mudanzas. Antes de mi regreso de San Juan, leí en DIARIO DE CUYO sobre la muerte de este pintor, con mucho dolor.

Solamente pude conversar con él ese día y ver su obra. En una mesa muy larga había unas carbonillas bellísimas y también en bronce tenía muchos objetos.

El relato con el que participé en el concurso de la Anses se llama: "Retrospectiva" y lo menciono como homenaje a Paredes. Como en todo cuento hay inventiva, hay una cuota de ella, pero también hay cosas reales como los tulipanes.

Algunos de los pasajes del relato expresan: "Ella iba caminando y se cruzó con él. Sobresaltada se dio vuelta a mirar una vidriera para que Jorge no la reconociera.

¡Habían pasado tantos años!

Siempre pensó qué ocurriría si se encontraran alguna vez. Nunca había sucedido hasta hoy.

¿Le hablaría? Le diría soy Beatriz, no te acordás de mí o ¿qué tal, Jorge, cómo estás?

Qué tonta soy se dijo y allí se quedó mirando esa vidriera, que si alguien le preguntaba si ahí vendían zapatos, paraguas o placares no sabría responder.

Cruzó la calle y entró en la Galería de Arte y su sorpresa no tuvo límites al ver el cuadro de los tulipanes en el centro del salón, donde la luz hacía resaltar su rojo intenso. Esos tulipanes que años atrás los cautivaron a los dos.

En esos pensamientos estaba, cuando una mano toca su hombro, se da vuelta y lo ve. Se quedó absorta mirándolo. Se dio cuenta de que no sólo ella había envejecido. Para los dos había pasado la vida...

...Aquí están ahora, uno al lado del otro como en aquella época, en esa exposición. Los años no han pasado.

Fue la primavera de 1960, en una exposición de pinturas, donde se vieron por primera vez. Los dos se habían parado frente al cuadro del pintor sanjuanino Santiago Paredes. El rojo de los tulipanes los había deleitado.

Se sonrieron, hicieron comentarios sobre la pintura, recorrieron la exposición y salieron juntos.

Él le contó que era peruano y que la empresa en la cual trabajaba lo había enviado a la Argentina. Estuvo dos años en San Juan, adonde había conocido a este pintor. En su casa pudo apreciar la hermosa colección de sus obras, anteriores y posteriores al terremoto ocurrido en esa provincia.

Unas carbonillas excelentes, témperas y acuarelas hermosísimas. Allí había visto Jorge el cuadro de los tulipanes ahora expuesto en Buenos Aires.

Luego intercambiaron los números telefónicos y no había pasado una semana cuando se reencontraron.

Se enamoraron, vivieron intensamente ese amor...

...Eran los años sesenta, los de la cultura. Disfrutaron la amistad de amigos compartidos con reuniones, cenas, cafés y jugosas charlas.

Hasta que un día él debió viajar a Perú. Cuando volvió, después de tres meses, ya nada era igual, había cambiado.

Y como pasa en la vida muchas veces, una tarde (sin sol, la recuerda como si fuera hoy, por lo triste) le dijo: -Me enamoré de otra mujer, me caso-.

El piso se abrió a sus pies. No lo entendió.

Luego vinieron los días vacíos, los amigos prestaron sus oídos y su corazón a su gran pena.

Hasta que pasado el tiempo, sin olvidarlo, ella también se casó.

Llegó a querer a ese hombre, con el que formó una familia, pero sabía positivamente que el gran amor fue aquel el de los hermosos años sesenta.

Hoy aquí en esta exposición, mirando el mismo cuadro como hace cuarenta años, se encuentran nuevamente, mirándose como aquel día. Sorprendidos no saben qué decirse, ella quisiera desaparecer y se pregunta:

¿Qué pensará él? ¿Qué podrá decirme? ¿Me preguntará si fui feliz? ¿Me contará qué fue de él? ¿Me hablará como si el tiempo no hubiese transcurrido?

Le sonríe, con unos deseos enormes de saber cómo fue su vida, deseando egoístamente que no haya sido feliz.

Porque su dolor está ahí, como en los años sesenta cuando él le dijo que amaba a otra mujer.

¿Cómo habría sido la vida si la hubieran compartido? Para eso no hay respuesta.

Lo mira y le dice: "Los tulipanes siguen siendo hermosos como entonces, la vida no los cambió". Da media vuelta y lo deja solo frente a la pintura que en otra época tanto representó para los dos".