En 1932 la antigua catedral de San Juan fue declarada monumento histórico nacional, en reconocimiento a su arquitectura.

En este año 2022, el 15 de enero cae en sábado como en 1944. Lo recordaremos los sanjuaninos por 78ª vez, y las imágenes de la destrucción que vagarán por los medios de comunicación y redes sociales intentarán revelar una vez más a las nuevas generaciones una idea aproximada de la tragedia. "La calma que precede a un terremoto suele ser inusual. El aire parecía detenido en el tiempo, denso, caliente. Los pájaros se habían congregado en bandadas y habían huido buscando las llanuras. Los perros que solían estar en la calle se escondieron donde pudieron y desde allí aullaron su letanía de muertes anticipadas. El fino olfato canino percibió el afloramiento de los gases que circulaban bajo la capa terrestre y por ello actuaron como lo hicieron. Sin embargo, las personas no se dieron por aludidas de los mensajes de los animales y continuaron la jornada de sábado en la preparación de sus fiestas y reuniones". 

Así dibuja la autora de la novela "Renacer de los escombros" (Penguin Random House, Grupo Editorial, S.A.), la tarde de aquella jornada en que la ciudad de San Juan cambiaría para siempre, y cuando miles de sanjuaninos vivían las últimas horas de su existencia. 


Es que, aquel final del día, más que simple crepúsculo, sería la hora postrera de una urbe y el ocaso de un pueblo que sin poder imaginar nada malo, se disponía a abrazar esa noche para olvidar problemas y disfrutar. Como era frecuente en los fines de semana, aquel sábado la catedral sanjuanina se preparaba para lucir sus mejores galas porque más de una pareja contraería matrimonio.


Crepúsculo de amor


Precisamente, la obra aborda la historia de unos novios en la que aparece un tercer personaje para el que no resultaba feliz la ceremonia prevista para ese 15 de enero de 1944 a las 20.45 horas, donde aquellos formalizarían su unión. 


"El interior de la Catedral era majestuoso y las imágenes de San Juan Bautista y de María Inmaculada rodeaban al Cristo crucificado. Al lado, el obispo Marcelino del Carmelo Benavente, con el aporte de vecinos y de sus propios ahorros, había diseñado los planos y mandado construir la sede del Obispado, artístico edificio románico bizantino de dos plantas". 


Luego de esta descripción, la autora de la obra, Gabriela Exilart, marplatense, abogada y docente, pasa a detallar el ambiente previo a la ceremonia religiosa de sus personajes principales, momentos muy cercanos a la hora del violento terremoto: "El calor sofocante, aún a esa hora de la noche, no parecía molestar a los concurrentes, que hablaban y reían, olvidando que estaban en una iglesia. El órgano se hizo oír en la estancia y las voces bulliciosas se acallaron. Todos giraron hacia atrás, hacia la puerta principal que se abría, dejando ver a la novia".


Luego de detallar los pasos siguientes y previos a la palabra del celebrante, el relato sigue así: "El sacerdote pronunció las palabras de rigor, los asistentes se sentaron y comenzó la boda".


El comienzo del fin 


"El primer temblor, apenas perceptible, sólo ocasionó un murmullo general. El segundo no dio tiempo a nada. Fue tan violento que explotaron los vidrios y se agrietaron los muros. El suelo se sacudió con tanta fuerza que no quedó nadie en pie. El murmullo se elevó en gritos y los gritos en aullidos, escalando cada vez a la nota más alta. Las paredes cayeron hacia dentro, el techo se desmoronó, partiéndose en cientos de trozos que aplastaron sin piedad a grandes y niños. La oscuridad era casi total y el pánico se había extendido cual manto de niebla". 


Luego sobrevendría el caos, los gritos en toda la ciudad a oscuras y todo aquel drama que se podrán imaginar quienes vivieron terremotos a lo largo de la historia de San Juan. Queda en el misterio que sólo Dios puede saberlo, aquella boda que no llegó a su fin. Aquellos sueños de dos jóvenes que se amaban y habían ido a buscar la bendición del Altísimo, delante de sus familiares y amigos que se sumaban al aplauso de esa unión. Esa idea de hombre y mujer para transitar una vida terrenal juntos, formar un hogar y todos los sueños que se aunaban en ese momento.


La trastienda del libro


Al pie del título de este libro, en la misma tapa, se lee: "Lazos de amor tras el terremoto de San Juan de 1944". Y previo al primer capítulo, la autora, que se especializa en temas ambientales, de género y discriminación racial, agradece a varias personas a las que consultó para la obra, casi todas de San Juan y algunas de ellas sobrevivientes de aquel sismo, logrando importantes datos y documentación, como Ana Rozental y el ingeniero Julio Aguirre Ruiz. Pero también periodistas, escritores, políticos locales y amigos suyos, de la mano de quienes alimentó su imaginación para que "personajes memorables" se conjuguen "en busca de una segunda oportunidad", luego de que el terremoto de San Juan modificara sus caminos "y los reuniera a todos en un mismo escenario".