La Argentina siempre se ha destacado por rivalidades políticas, podríamos hablar que toda su vida institucional ha sido dada por estos enfrentamientos. Para 1861, luego de la famosa batalla de Pavón, en dónde el ejército de la Confederación se enfrentó al ejército de Buenos Aires, el país se convirtió geográficamente en uno solo, sin embargo los enfrentamientos al interior seguirían por más de treinta años. El triunfo de Buenos Aires, dio como resultado la llegada de Bartolomé Mitre a la presidencia y el alejamiento de José Justo de Urquiza del poder.

El proyecto de país que los liberales intentan imponer, tiene como fin la eliminación de cualquier elemento que no concordara con las ideas, he aquí donde aparecen los dos personajes de los cuales hablaremos. El primero un comprovinciano, Domingo F. Sarmiento, hombre comprometido con un modelo de país que se terminará de afianzar con los años; el otro personaje un riojano, Vicente Ángel Peñaloza, ”el Chacho”, de tinte federal y un caudillo nato, opositor de Buenos Aires.

Por órdenes de Mitre, Sarmiento se instala en San Juan, y es designado gobernador el 18 de febrero de 1862. La enemistad de Sarmiento con el Chacho era más que un hecho: en cartas con Mitre, el sanjuanino ponía en evidencia en constante temor de un ataque.

La personalidad del Chacho había sido más endemoniada que lo que en realidad era. Según algunos historiadores, el riojano contaba con el cariño de todos sus comprovincianos, querido como un padre, de un alto honor, hasta el mismo San Martín recuerda que era un soldado ordenado y valiente, tildado de ignorante, pero de verdadera humanidad. El Chacho luchó incansablemente entre 1861, y 1863, pero el cansancio doblará su espíritu. Los generales Paunero, Rivas, Sandes eran los encargados de exterminar cualquier grupo que pusiera en peligro una unión casi virtual de un país que recién empezaba a germinar.

Sarmiento con carta a Mitre, exige la derrota del riojano, el miedo lo había invadido totalmente. Así después de idas y vueltas, se llegó a un acuerdo. En la Rioja localidad de Tama, el 30 de mayo se firmó el tratado de la Banderita, en donde Peñaloza debía desarmarse y entregar a los prisioneros que tuviera, pero el pacto no fue cumplido por ninguna de las partes. Por el contrario,

lanzó la Proclama llamada ”el grito de Guaja”, incitando a la república a levantarse en armas bajo la dirección de Justo José de Urquiza, que hizo caso omiso a la actitud de Peñaloza.

Mitre nombró a Sarmiento como director de la guerra frente a un ejército para derrotar al riojano. Sarmiento instruyó a los sargentos a llegar a la Rioja y poner orden cueste lo que cueste, para esto declaró un estado de sitio, lo que no incumbía a un gobernador.

Las corridas del Chacho, van entre San Luis, Catamarca y Córdoba y herido logra huir. Su llegada a Caucete pone demasiado nervioso a Sarmiento, pero tal vez por falta de armamento, cansado no pudo tomarlo de prisionero al gobernador, y sus hombres son derrotados por el mayor Irrazabal. Sarmiento puso precio a la cabeza del ”bandolero Peñaloza”.

Diezmado, cansado y ya anciano, escribe una nueva carta a su amigo Urquiza: le pide que tome nuevamente el mando de las tropas para enfrentar a Mitre y el silencio de Urquiza es tal vez la lápida del riojano. Ya el destino había escrito y con apenas un puñado de hombres decide su retiro. En la Rioja, se ubica en Loma Blanca y las tropas de Irrazabal lograron encontrar al Chacho, quien no opuso resistencia y entregó su famoso facón de plata. Irrazabal llegó apenas una hora después, con ansias de muerte, preguntando dónde se encontraba el ”bandido” y, sin ningún tipo de camaradería, mato a lanzazos al Chacho. Las intenciones de imponer orden era moneda corriente y para esto no había compasión. Se le cortó una oreja al riojano y la envió a los enemigos, se mandó a cortar la cabeza que luego fue expuesta en la plaza de Olta como símbolo, para imponer temor. Irrazabal informal el 12 de noviembre lo sucedido con Peñaloza y Sarmiento, recibe con tranquilidad la noticia.

Muchas dudas existen sobre la muerte del Chacho: primero, ya había un Estado organizado de forma jurídica por lo tanto debía pasar a juicio; segundo Mitre no vio con buenos ojos lo que había pasado ya que no se cumplía con la Constitución y tercero la muerte fue indecorosa, porque se había rendido sin oponer ninguna resistencia. Algunos historiadores como Jorge Newton y Fermín Chaves culpan a Sarmiento de dar la orden de muerte, sin embargo el sanjuanino siempre negó ser el autor intelectual.

Es interesante, reconocer los hechos que marcaron la historia del país que son parte de un todo, de hombres que representaron las dos caras de una misma moneda. El país es reflejo del Chacho y de Sarmiento, enemigos públicos pero defensores de sus ideas.

(*) ISFD-ISPE D.F. Sarmiento. Espacio Curricular Historia Social Argentina y Latinoamericana.