Un interesante análisis de la obra del dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca, realizado por el escritor e historiador, miembro de la Red de Comunicadores Católicos, Nemesio Rodríguez Lois, llega a dilucidar conceptos de hace más de cuatro siglos que siguen vigentes en la actualidad.


Se dice que lo expresado por De la Barca, a través del teatro, nunca pasa de moda, de la misma forma que los hizo Velázquez por medio de la pintura, Beethoven por medio de la música y Miguel Ángel por medio de la pintura y la escultura. Se trataba de humanistas que hicieron una gran contribución dentro de la historia del pensamiento con mensajes que hoy siguen tan vigentes, como el día en que fueron formulados.

Calderón de la Barca ha dejado conceptos que deberían
tenerse en cuenta en el contexto actual.

Al referirse a Calderón de la Barca, Rodríguez Lois se refiere a sus famosos "Autos Sacramentales'' como obras culmines del dramaturgo y a los títulos "La vida es sueño'' y "El gran teatro del mundo''.


Por medio de la primera, Calderón de la Barca nos dice que nada es permanente y que las glorias de hoy pueden ser miserias el día de mañana.


Por medio de la segunda, el mismo autor nos dice que, en esta vida, todos estamos llamados a desempeñar un papel y que al terminar la función el pago que recibiremos dependerá no tanto del personaje que hayamos representado sino más bien de cómo lo hemos representado.


Cuando dice que nada es definitivo, es porque en realidad todo pasa. También dice que no importa la posición social o económica y que lo único que realmente tiene valor son las buenas obras que hayamos hecho.


El análisis lleva a que meditemos: ¿De qué sirve engreírse de poseer fama y fortuna si podemos perderlas en el momento menos pensado? ¿De qué sirve ocupar un alto puesto en la escala social si realmente lo que importa es el bien que podamos hacer desde dicha posición?


Se dice que en la época de Calderón de la Barca, hace cuatro siglos, el pueblo y los gobernantes que aplaudían sus obras asimilaban el mensaje y el resultado fue un clima envidiable de paz social como pocas veces se ha visto a lo largo de la historia.


Lamentablemente, en nuestros días, cuando al común de la gente se le menciona el nombre de Calderón de la Barca son pocos los que lo conocen y quienes tienen ese privilegio, en ocasiones pueden llegar a pensar que es un autor anticuado. Pero dice Rodríguez Lois que eso es un gravísimo error porque las ideas no se clasifican en antiguas y modernas sino más bien en falsas y verdaderas.


Qué diferente serían las cosas si en esta época se aplicara o se llevara a la práctica el mensaje de ese pensador. Muchos de los actores sociales con poder de decisión deberían acercarse un poco más a estos humanistas.