Un día como hoy, pero de 1882 nació en Burdeos, Francia, el pintor Fernando Fader, quien a los dos años llegó a la provincia de Mendoza con su familia. Hijo de un ingeniero alemán y madre francesa, posteriormente regresó a Europa. Allí realizó estudios de pintura en Alemania en la Academia de Bellas Artes de Munich. En esa ciudad aprendió a pintar al aire libre a la manera de los impresionistas, buscando captar la impresión y los reflejos del paisaje. De regreso a Mendoza, donde pasó doce años de su vida y presentó en una exposición setenta obras, creó su propia academia de pintura. En el año 1906 tuvo la oportunidad de exponer en Buenos Aires y contactarse con el ambiente artístico de la capital.

Enfermo de tuberculosis debió trasladarse a las sierras de Córdoba. Recluido en el pueblito Ischilín, trabajó intensamente en sus cuadros. Las sierras fueron el gran tema de Fader. Pintaba con manchas de color, transmitiendo el alma del paisaje argentino. Favorecido por el entorno creó sus obras más conocidas, plasmando en sus cuadros el paisaje, el ambiente rural de la zona y escenas de los campesinos. El aire limpio y la luminosidad cordobesa se convirtieron en protagonistas de sus obras. Sus cuadros con estallidos de luz y de color, buscaron transmitir una versión nueva de las serranías. Fader pintó como pocos la belleza del interior del país.


En 1914 logró el Primer Premio en la IV Bienal de Arte Nacional Argentino. En el año 1915 logró medalla de oro en Exposición Internacional del Pacífico en San Francisco.

Fernando Fader falleció a los cincuenta y dos años, el 25 de febrero de 1935 en Córdoba. Los paisajes luminosos de Fader dejaron huella indeleble en la pintura argentina, mostrando en cada pincelada su maestría técnica. Sus notables obras representan el arte argentino del siglo XX. Con formación europea pudo reflejar con majestuosidad los paisajes y bellezas de las serranías de nuestro país y sus habitantes.