Con el andar del tiempo, las celebraciones cambian sus características. Nadie que haya festejado el día de la primavera en años pasados podría imaginar lo que sucedió en Buenos Aires y otros puntos del país. Nadie hubiera podido pensar que hoy a esas fiestas se va con armas blancas.

Esto plantea una necesidad inmediata que es cambiar rápidamente el calendario de las celebraciones o preparar a los jóvenes para ellas. Esta última sugerencia se hace añicos cuando se describe a los jóvenes de hoy como a seres que no quieren escuchar a nadie.

Una estadística inquietante. Por la celebración del Día de la Primavera debieron ser asistidos sólo en Buenos Aires 75 jóvenes y hubo cuatro apuñalados entre los 21 jóvenes hospitalizados, en tanto una chica que luego mejoraba lentamente fue internada por un coma alcohólico. En San Juan una riña entre jóvenes, en el Camping de Don Bosco, terminó con 5 apuñalados. Los chicos tienen entre 14 y 19 años.

En algún lugar de la explanada del barrio de Palermo, había un cartel que decía "Bienvenida primavera: Disfrútala sin alcohol". Se trataba del eslogan bajo el cual el gobierno porteño organizó los festejos para celebrar el Día de la Primavera y que, por cierto, resultó una fatídica ironía.

La celebración fue multitudinaria, comenzó por la mañana en varios parques y plazas, aunque fuentes oficiales no pudieron determinar la cantidad de gente reunida al aire libre. El parque Tres de Febrero, en Palermo fue el epicentro de reunión de unos 10.000 jóvenes, según los organizadores; la mayoría, del conurbano bonaerense.

Hubo puestos del SAME instalados en los parques Sarmiento, Roca y en la Costanera Sur. Se trató, según confirmó el director del servicio sanitario, Alberto Crescenti, de uno de los festejos más violentos de la última década. Este es un hecho que se vincula con la inconciencia no con la celebración. Se habla de algo que nunca antes se imaginó y con resultados muy tremendos para la sociedad. De verdad cuesta entenderlo. Se vive una época en la que hay un vaciamiento de conceptos. Si se toman unos pocos como fiesta, respeto, disciplina, compañerismo, se advierte que nadie piensa como se pensaba y cada cual arma su mundo a su manera.

¿Pero no es ésta una forma de aislarse? Lo es y los chicos de hoy tienen esa característica que se advierte por lo menos en un porcentaje importante de ellos. Los chicos se aislan y por ello no dialogan, a veces ni con sus padres.

Nadie puede aconsejarlos y mucho menos acompañarlos. Están rodeados por un vacío aunque ellos no lo adviertan.

De lo sucedido el día de la primavera quedan conclusiones que no hay que archivar. Por el contrario, hay que tenerlas presente para poder ayudar a contrarrestar el negativismo que encierran las conductas comentadas.

Decir que nadie puede con los chicos no conduce a ninguna parte. Por el contrario, paraliza. En cambio desestructurar el fenómeno del aislamiento puede dejar a la luz componentes inesperados. No hay que abandonar la lucha: "No abandones tu embarcación en el mar de la suerte, sigue remando pero rema con desembarazo y reflexiona una vez más", escribió el poeta alemán August von Platen Hallermünde antes de 1835. Es decir no hay que abandonar la lucha aunque se prevean muchos obstáculos, por el contrario hay que enfrentar los impedimentos para erosionar cualquier actitud que se genere en el campo de los impedimentos.

Fiestas sin fiestas fue el comienzo de la primavera de este año, caracterizada por hechos irracionales y vandálicos como si los protagonistas fueran evadidos de una cárcel y no niños y jóvenes en busca de un destino. Y se cree que el destino, que se explica como esa fuerza desconocida que obra sobre los hombres y los sucesos, encadena todos los hechos que se producen en torno del hombre en el escenario de su vida.

Pero la conciencia ocupa su lugar en cada acción del ser humano, sea cual fuere su edad y su condición social. Nadie puede evadir la voz de la conciencia que se asemeja a un juez interno con dictámenes inviolables. Esa vida consciente no se enseña pero hay aproximaciones que pueden ser proyectadas siempre con el ánimo de mejorar la vida de todos que es la gran fuente de aprendizaje durante los distintos ciclos de la vida.

Los jóvenes que no quieren escuchar deberían ser alertados pese a sus conductas aislacionistas, porque en algún momento una idea, una palabra, un comentario puede sacarlos de esa provocativa parquedad.