La fiesta es sinónimo de alegría. Expresa el jolgorio del pueblo en un evento oportuno. También la fiesta es expresión de la risa. En un evento popular los artistas buscan hacer reír a la gente para tapar por algún instante muchas penurias de la vida. La risa sopla sobre la herida.

En ocasiones, son el reflejo de lo que la sociedad busca, oculta, reprime, o piensa. Un poeta, cantante, deportista, manifiestan de algún modo ese sentir, que saben que el público que los sigue les ha fijado.

Toda situación es capaz de risa. Sea algo leve o grave, siempre que el autor sepa ejecutarla del modo más conveniente. La tragedia mostraba a héroes de hierro en la época antigua, porque cualquier detalle o descuido estallaba en risa, dejando en ridículo a los personajes. No obstante, en la comedia naciente, se exageraba el perfil de los mismos para festejo del espectador.

Precisamente, la comedia, risa, se han transformado en algo grotesco. Y, ahora lo "grotesco'', es lo que nos llama más la atención.

El pueblo necesita cada vez más de lo feo, del horror, espanto, para poder salir de la rutina asfixiante con algo. Es decir, creo que la insociabilidad de personaje ha despertado la insensibilidad del espectador.

Precisamente, para redondear, cuando más grotesco es el personaje, más nos hace reír, sin que tengamos sensibilidad inteligente de ver a lo que el personaje nos quiere llevar. Para ser más preciso, los ideales altruistas de bondad, vida, los vemos opacados por escenas grotescas de violencia, terror, muerte y fealdad, que día a día se naturalizan en la pantalla de nuestro televisor. Nuestra hipocresía nos lleva a escandalizarnos ante la violencia, pero aplaudimos a aquel que nos presenta la fealdad como algo natural.

El neoliberalismo necesita de la fealdad grotesca para distracción de las masas, y algunos medios masivos, le ayudan a este fin. Es muy difícil ver a escritores, poetas, profesores, trabajadores que expresen ideales más allá del ídolo dinero, desfilar por canal televisivo.

Y, ello, es porque el hombre de hoy no sabe reír, ni mucho menos festejar. El festejo se confunde con la risa, la risa deriva en tragedia, y esta última se consume en lo burdo.

En este contexto, es muy difícil que los pensadores de la realidad triunfen, porque el hombre cada vez más cosificado necesita de lo grotesco, para poder escaparse por algún instante de la mera cosificación.

¿Cómo nos damos cuenta de que el hombre de hoy se ha cosificado? Porque hemos perdido la sensibilidad. El artista que hace reír penetra en las venas y las hincha de felicidad instantánea. El pensador de la realidad penetra directamente en la sangre que resulta una bomba al corazón.

Muchos artistas hoy forman más al pueblo que los mismos educadores. Muchos tienen ganas de volverse bateristas en sus aulas para acaparar la atención de sus estudiantes. Y, algunos dirigentes, necesitan del montaje de un escenario, para que sus carreras no desaparezcan.

El mundo necesita educación, pero también de "tensión y elasticidad''. Es decir, la tensión de la vida, es la que nos haría despertar la atención, en la curiosidad intelectual. El gusto por el pensar. El sentido por el cultivo de interioridad.

(*) Periodista, filósofo y escritor.