Este año se cumple el 60 aniversario de la ascensión, por primera vez, a la cumbre del cerro Fitz Roy, en la que participó un sanjuanino, el teniente Francisco Ibáñez, cuyo nombre fue impuesto a un barrio del departamento Rawson.

Según los relatos orales de los antiguos habitantes de la zona, a esta montaña se la conocía con el nombre "Chaltén", el cual proviene de "ahónikenk" y significa "montaña que humea". Esto se debe a que constantemente las nubes cubren la cima. Si a esto se le suma lo que pensaban los pueblos originarios, lo cierto es que para los antepasados el Chaltén más que una montaña era un volcán, algo que posteriormente sería desestimado gracias a las observaciones, en 1884, del subteniente Carlos Moyano.

El explorador español Don Antonio Viedma, luego de fundar el puerto de San Julián, parte en 1872 a una misión donde se le había encargado el reconocimiento de las vías fluviales de la Patagonia, es el primero en visualizar este cerro.

En 1834 el bergantín "Beagle" transporta una expedición inglesa que tenía por objeto investigar las tierras patagónicas. Esta es comandada por Robert Fitz Roy quien junto a Charles Darwin (que realizaba un viaje destinado a avalar su teoría de la evolución de las especies), se interna con tres pequeños botes y 18 marineros en el río Santa Cruz. Su objetivo era llegar al actual Lago Argentino, pero deben regresar después de 300 kilómetros, punto en el cual logran observar la montaña que luego llevaría su nombre.

Al perito Francisco Moreno se le encarga en 1877 la tarea de determinar los límites entre Argentina y Chile. Al internarse en el valle del Río de las Vueltas se quedan asombrados por la imagen dominante del cerro Chaltén. En este viaje Moreno rebautiza al Chaltén con el nombre de Volcán Fitz Roy en honor al almirante inglés.

Antes de llegar a su cumbre por primera vez en 1952, varias expediciones lo intentaron anteriormente, como ocurrió en 1937 cuando una expedición italiana realiza sin éxito el primer intento de escalamiento.

La que realiza efectivamente la primera ascensión fue una fuerte y organizada expedición francesa. Los detalles de esta los podemos encontrar en una de las grandes obras literarias de montaña "Asalto al Fitz Roy" de Louis Depasse (1953).

En 1951 la expedición toma forma y se realizan grandes preparativos. Por un lado en Francia, un grupo de amantes de la escalada libre y asiduos visitantes de Fontainebleau comienzan a organizarse. El equipo se conforma por Jacques Poincenot, Guido Magnone, Marc Azema, Rene Ferlet, Louis Lliboutry, Louis Depasse, George Strouve y Lionel Terray "La locomotora de los Alpes".

Por otro lado, en Argentina, el ingeniero francés Louis Depasse fue el encargado de realizar todos los trámites pertinentes y de conseguir la información y el apoyo necesario. Al grupo se uniría un enamorado del Aconcagua, el sanjuanino Teniente Francisco Ibáñez, cumpliendo la tarea de oficial de enlace designado por Perón a la expedición francesa, que lo intentaba por vez primera.

Los franceses lo consideraban uno más del grupo, así "Paco" colaboró en todas las tareas incluso en la de acarrear los pesados bultos. Parte del éxito de esta empresa de haber podido llegar a su techo en los primeros días del mes de Febrero de 1952, cuentan que se debió a la amabilidad y su predisposición para el éxito de la misma. Los últimos relatos antes de llegar a su techo dicen: "Entusiasmados suben velozmente los últimos 250 metros y a las 16.40 se dan un gran abrazo en la cumbre, el Fitz Roy ha sido vencido". Luego dejan un mosquetón en un hueco cólico, preciado trofeo para los próximos escaladores, y en medio del temporal comienza el veloz pero metódico descenso. Lo obtenido en aquella oportunidad se lo dedicaron al querido Francisco cual escribió el insigne Luís Despasseen el clásico libro "Al asalto del Fitz Roy".

Pocas semanas después, y en el terreno más conocido por Ibáñez, logra otra vez la cumbre del Coloso de América junto a otra leyenda, el francés Leonel Terray. Por las proezas realizadas, el General le otorga el Cóndor de Oro Honoris Causa y al saber del proyecto de Ibáñez de efectuar una expedición al Himalaya, lo transforma de ilusión a realidad. Perón da órdenes al ejército y al Estado de cumplir con los requerimientos de material y equipo. El Gobierno de Francia, en atención a la colaboración recibida por sus montañistas en nuestro país, le otorga 3 becas para especializarse en Chamonix, cuna del alpinismo. Aprovechan esa oportunidad Ibáñez, Magnani y Sonntag. La meta fijada era la cima, aún virgen, del Dhaulagiri (8167m), en Nepal, una de las montañas más altas de la Tierra.