Aspecto de la Casa Natal de Sarmiento en la década del '40.

Recuerdo que cuando cursaba la primaria en la gloriosa Escuela Leandro N. Alem, nuestra querida maestra Lita Mabel Quiroga cada vez que se aproximaba el Día del Maestro, fecha en la que se recuerda el paso a la inmortalidad de Domingo Faustino Sarmiento, u otras fechas relacionadas al Gran Maestro, nos llevaba a recorrer, a manera de visita, la Casa Natal del prócer, en lo que antiguamente se conocía como la zona del Carrascal, hoy Peatonal Maestro de América y Avenida Libertador.

Estas visitas, más todo lo que la maestra nos enseñaba en el aula, en relación al Gran Sanjuanino, forjaban en los alumnos el espíritu sarmientino que nos hacía comprender que el saber y la escuela son sinónimo de porvenir.

Valoro tanto esa enseñanza porque ahora pertenezco a una generación de hombres y mujeres que en su momento entendimos lo importante que fue y será Sarmiento para los argentinos. Comprendimos que todo empieza en las aulas y que la educación forma hombres probos con posibilidades de superarse en la vida y tener un futuro.

También entendí que los países con educación son más libres y más difíciles de someter con ideas que perjudican las libertades y la nacionalidad. Y valoré la importancia de la constancia y el esfuerzo, comprendiendo que cuando uno se propone algo se puede alcanzar y que en esto la educación es decisiva porque nos ayuda a ser cada día un poco mejor.

En cada visita quedábamos extasiados por lo prolijo e impecable que lucía el Museo de la Casa Natal y por lo que significaba estar en la casa del prócer, con ese olor a historia y pasado. Caminar por esas habitaciones y ese patio, por las que había transitado el Gran Sarmiento, el hombre que fue capaz de fundar miles de escuela en todo el país.

Como testimonio de esa época están las fotos que mi padre, José Mazuelos, hizo para su amigo, el profesor César H. Guerrero, allá por la década del '40,cuando era director de dicho museo, al que cuidó con gran devoción otorgándole gran significación a cada uno de los elementos como la higuera y el telar de Doña Paula.

De cada visita a la Casa Natal, se obtenía una nueva enseñanza. Espero que los docentes del presente sepan aprovechar este recurso para inculcar en sus alumnos los valores fundamentales de la educación, que tanto nos están haciendo falta.

Por Leopoldo Mazuelos Corts   Ex dirigente vecinal