Enseñan los textos de economía en su sección bancaria que la base monetaria es el dinero físico en poder del público y los depósitos a la vista que se mantienen en cuentas corrientes. Con mayor precisión didáctica se ha indicado que, en razón de esa cualidad físico-material del dinero que compone el contenido de la base monetaria, se la ha re-denominado como dinero de alto impacto.

Teniendo en cuenta el concepto pre señalado, es que tomo vigencia un postulado esencial de la teoría monetarista que indica que el exceso del dinero de alto impacto, es decir, el volumen del papel-moneda-físico, es el que causa la inflación de precios de la economía.

Guiándose por este concepto el BCRA desde hace dos años y medio determino que para bajar la inflación histórica en Argentina, había que secar la plaza de dinero, es decir bajar la base monetaria, para lo cual entendió que era preciso aumentar la salida de dinero del M1, a través del atractivo ofrecido por diversos activos financieros, esto es, LEBAC, LELIC, LETES Y BOTES, basado en el alto rendimiento que procuraban, convalidan hoy por hoy, y brindan de cara al futuro inmediato y de mediano plazo.

Se impone repensar la coexistencia nociva entre inflación alta, alta tasa de interés y altos rendimientos financieros que reducen cada vez más el dinero circulante, sin que la inflación baje.

En suma, el programa de combate a la inflación de precios de la economía consistía en generar un traspaso de volumen de dinero desde la M1 al segmento del M2 y M3, es decir, desde el nivel concreto del dinero hacia otros niveles del sistema que son más abstractos por estar compuesto por activos financieros complejos emitidos por el Estado a través del BCRA y/o de la Tesorería del Fisco.

Y el objetivo en términos formales se cumplió, ya que hoy la base monetaria se quedo muy retasada en volumen respecto de los otros niveles de valores monetarios, tal es así, que entre letras y bonos, estas últimas dos duplican el numero de la base monetaria.

Dicho esto se impone una pregunta apremiante: ¿Por qué el nivel de inflación no baja, no se  contiene y por el contrario rebrota respecto del 2017?.

Si la premisa fue bajar la oferta de dinero mediante un efecto aspiradora causada por el atractivo en términos de tasas de interés que ofrecían diversos activos financieros, y esa situación se verifico perfectamente, y quizás se excedió con creces el objetivo deseado, lo que de ordinario, debía ocurrir fue que se cumpliera el resultado del razonamiento terapéutico de curar el mal de la alta inflación.

Se podrá decir con razón, que incidió un factor no previsto como fue el coeficiente de la suba de las tasas a nivel global, pero, eso ocurrió en los últimos tres meses del 2018, y, ya antes de ese fenómeno, la inflación acumulada del 2016-2017, había superado el 65 por ciento.

Por supuesto que la suba de la tasa de interés internacional complica a cualquier economía emergente, pero, en muchos de esos países, y sobre todo en la argentina, ya se estaba sufriendo el problema de alta inflación conviviendo con alto volúmenes de traspaso de dinero desde el M1 hacia el M2 y M3.

En suma, se impone repensar esta coexistencia nociva que se ha instalado entre inflación alta, alta tasa de interés y altos rendimientos financieros que reducen cada vez más el dinero circulante, y, sin embargo, no se verifica el resultado silogístico del razonamiento de que la inflación es, esencialmente, un problema de exceso de oferta de dinero sobre el volumen del valor de la demanda de bienes.

 

 

Por el Dr. Mario Alfredo Luna y Fabián Alberto Nuñez 
Expresidente y exasesor del Concejo Deliberante de Jáchal, respectivamente.