
Como consecuencia de las nuevas tecnologías y como sucede en muchas otras áreas profesionales, hace algunos años se creó WestLaw, un motor de búsqueda muy popular en el ámbito del Derecho que es capaz de acceder a cerca de 14.000 bases de datos legales con información confiable de más de 60 países y a 6.800 fuentes de información.
En el mismo contexto, aparecieron otras propuestas que, aprovechando el potencial de la hipervinculación y la inteligencia artificial, ofrecen servicios de todo tipo a estudiantes y profesionales del Derecho y la Justicia. Estos nuevos sistemas prometen escalar significativamente las facilidades con las que contarán los abogados para hacer su trabajo. Entre ellos se destaca Ross, primer abogado robot que puede litigar. Es un algoritmo creado por jóvenes canadienses de la universidad de Toronto que es capaz de leer cerca de 10 mil páginas de sentencias por segundo y formular una respuesta mucho más rápido que cualquier abogado humano.
El programa está trabajando con lo que se denomina Deep learning (aprendizaje profundo) que es la capacidad que tienen estos algoritmos de crear nuevos conocimientos sin la intervención humana.
Ross realiza autónomamente tres funciones: comprensión, recuperación y clasificación. Frente a una consulta, primero analiza las palabras utilizando algoritmos de procesamiento del lenguaje natural. La aplicación comprende el período y enfoca la consulta en esos lugares y fechas.
En una segunda etapa busca y recupera los eventos dentro de la jurisprudencia existente que son más similares al contenido de la consulta. Finalmente, una vez recuperados todos los casos relevantes, los clasifica para que figuren los más destacados al principio de la lista. Además puede deducir la ideología del juez y la tendencia de sus fallos, como también la de las partes implicadas en el juicio y otros tribunales desde donde llegan las causas.
Toda esta información es interpretada y valorada desde la jurisprudencia existente en las bases de datos para producir una respuesta que, además, se fundamenta en las leyes vigentes y con terminología apropiada a lenguaje jurídico. Y todo esto lo hace en unos pocos segundos.
La demanda judicial por derechos de propiedad intelectual realizada hace unos meses plantea un gran conflicto judicial entre WestLaw y Ross y, seguramente, complicará la comercialización futura de esta aplicación, pero muestra una tendencia y pone en evidencia el avance vertiginoso de las nuevas tecnologías para mejorar tareas que hasta ahora eran hechas sólo por humanos.
Ya sabemos que la informática está sustituyendo casi todos los trabajos manuales rutinarios y repetitivos y que avanza sobre las tareas que se vinculan con el uso de papel en expedientes, contratos, y registros, con la consecuente pérdida de trabajo a los que estén vinculados con estas actividades, pero ahora parece que también avanza sobre algunas profesiones que suponen trabajo intelectual y en donde pensábamos que una máquina jamás podría reemplazar al hombre.
Frente a estas tendencias: ¿Cómo cree, estimado lector, que va a influir el avance tecnológico también en su actual trabajo? ¿Qué cree que debería hacer para responder a las exigencias del cambio epocal que está transformando el mundo laboral?
Como aporte para responder a estas preguntas y también pensando en el Derecho y la Justicia, hemos diseñado la Maestría en Gestión de Nuevas Tecnologías en Comunicación que ofrecemos para San Juan desde la UCCuyo.
Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de Innovación y Calidad en Educación del Espacio Excelencia y de la Maestría en Nuevas Tecnologías (UCCuyo)
