Las tropillas de caballos son la delicia del público presente como virtual en el Festival de Jesús María, que cada vez es más masivo en los veranos argentinos.

El Festival Nacional e Internacional de Doma y Folklore de Jesús María, en Córdoba, que se lleva a cabo desde el 5 al 14 de enero, capta la atención de todo el país. Si, literalmente es así, ya que nos solo muchos medios de comunicación están pendientes de este espectáculo, sino que el público que no puede asistir lo sigue por los medios y quienes pueden estar presentes en ese estadio, llegan desde toda la geografía nacional como de otros países de Sudamérica. Muchos de ellos compiten en las distintas categorías de la doma. Se trata de un festival que resalta las tradiciones criollas. Es un placer para la vista ver las tropillas y el espectáculo que hacen en el campo de la jineteada, en una sincronización perfecta donde ningún caballo se confunde y solo siguen a su líder. Este es solo un ejemplo de lo que sucede en ese espectáculo que, por lo visto cada año, suma más público ya sea de manera presencial como virtual, erigiéndose como el mejor festival argentino, que a la vez suma más turismo en verano a esa localidad de Córdoba.

El nacimiento de esta fiesta popular

La historia se remonta al 16 de mayo de 1965, cuando la Cooperadora de la Escuela Primer Teniente Morandini se reunió en asamblea, con el fin de analizar propuestas para recaudar fondos "y de esa manera solventar la atención de los niños”, según el relato oficial de la fiesta. En esa ocasión, y ante la idea de realizar un festival popular, Enrique Jabas Pereyra propone que sea un evento dedicado a la doma y así se vota "por unanimidad” la creación del futuro festival de Jesús María.

Luego de esta iniciativa se reunieron un total de 10 cooperadoras escolares de la zona, a las que con el tiempo se sumarían establecimientos de Colonia Caroya (hasta totalizar 20 instituciones beneficiadas en la actualidad). Con representantes de cada escuela se formó la primera Comisión Directiva del festival, órgano que hasta el día de hoy se encarga de administrar el evento. En esas instancias iniciales también se decidió complementar el espectáculo de la doma con el "canto y la danza nativa”.

Primera edición

A sólo unos meses de haberse presentado la primera idea, la edición inaugural del Festival de Jesús María se desarrolló entre el 8 y el 16 de enero de 1966. Para ese primer encuentro se consiguió un terreno baldío de dos manzanas frente a la calle Cástulo Peña, que luego sería la base para la construcción del anfiteatro José Hernández. Esa primera edición llegó a distintos puntos de la provincia gracias a la transmisión radial se realizó por LW1 Radio Universidad de Córdoba. Desde ese debut, el evento tuvo como frase de cabecera "Desde Jesús María, capital nacional de la doma y el folklore” y asistieron unas 45 mil personas en total.

Luego del éxito de la primera edición, el evento se realizaría otra vez en 1967 e incorporaría la primera versión de su tradicional anfiteatro, que fue ampliado y remodelado sucesivas veces desde entonces. Más allá de los cambios y de las demandas del contexto en los últimos años, a lo largo de sus más de cinco décadas de historia, el festival ha mantenido su fin benéfico y su carácter comunitario, con una Comisión Directiva y cientos de voluntarios que trabajan en pos de generar dividendos para las instituciones educativas de la zona.

La jerarquía lograda a través del tiempo

Pasaron los años y en el escenario de ese anfiteatro se presentaron cientos de artistas de distintos lugares del país para mostrar su arte en música y danza. Entre desconocidos y rutilantes estrellas del folclore, se le sumaron otros artistas de distintos géneros como el cuarteto, cumbia y rock nacional. Esa mezcla entre música y jineteada se ensambló de una manera perfecta, porque cada noche tiene sus momentos para disfrutar. Incluso se hicieron obras como patios de comidas cuyos ventanales dan a la pista de doma, lo cual recuerda a los palcos vip de los grandes estadios deportivos.

Sentimiento nacional

Distintas voces de asistentes al festival mencionan que lo que se puede ver en el público es ese tremendo amor por las tradiciones argentinas. No se trata de nacionalismo mal entendido, sino de amor. El reencontrarse con la historia que hicieron nuestros antepasados gauchos en el territorio nacional. Como se construyó esa cultura desde la vestimenta, la gastronomía, las destrezas para domar un caballo, y el trabajo de campo.

Hay que recordar que el gaucho fue un hombre perseguido que en muchas ocasiones tenía dos opciones, sumarse a las tropas para la guerra con los aborígenes o quedarse preso. El gaucho que perdía su mujer, hijos y rancho por tener que huir o pelear, sin saber si regresaba. Luego de esos oscuros tiempos, el gaucho fue el hombre de campo hasta nuestros días. El puntal y referente del duro trabajo en los campos de la patria. No solo en la pampa húmeda, sino también en las distintas regiones del país. Así se convirtió en admiración y ejemplo de las nuevas generaciones.

Las tropillas y su atractivo

Uno de los momentos más atractivos, entre tantos que ocurren cada noche del festival es el de las tropillas en la pista de la doma. Se trata de varias tropillas con caballos de distinto pelaje que los sueltan en la pista de manera "desordenada”. Sin embargo, cada gaucho lleva un cabestro al cual va tomada la yegua madrina, que a su vez tiene un cencerro. Una vez que ingresan a la pista de la doma, cada tropilla busca a su yegua madrina y se reúnen donde ésta está. Se trata de un aprendizaje que los gauchos les enseñan a los caballos de generación en generación para lograr esa obediencia al seguimiento de su yegua madrina. En general es una yegua la líder, debido a su docilidad, según especialistas.

Para saber más

Jesús María es una ciudad de la provincia de Córdoba, ubicada a 49 km al norte de la capital provincial. Se accede por la Ruta Nacional 9, adentrándose en el valle de las Sierras Chicas. Tiene raíces muy antiguas y una notable riqueza cultural. Al principio fue un poblado indígena llamado Guanusacate, "agua muerta o bañado” que, con los años, se fue desarrollando gracias al asentamiento de la orden de los jesuitas. En la actualidad es el centro financiero y agrícola más importante del norte de la provincia. En sus inmediaciones existen importantes estancias que combinan la labor del campo con el ecoturismo o el turismo de estancia. Así une la historia y la tradición de la estirpe gauchesca con números musicales de prestigio internacional. El visitante puede recorrer sitios de valor arqueológico e histórico y realizar actividades al aire libre por los circuitos de los alrededores.
 

Por José Correa
DIARIO DE CUYO