No pensaban igual, a veces ni parecido. Se recordaban hasta en los últimos diálogos sus diferentes procedencias en la interna setentista del PJ: uno de la Tendencia, otro de Puerta de Hierro. Pero, como buenos peronistas, empezaron a quedar unidos por el hilo del interés y la conveniencia, y terminaron aferrados bajo los más estrechos códigos de la lealtad. Hasta llegar al final, precipitado y sorpresivo, y allí Gioja tomó dimensión de lo que había perdido: un compañero al que sabrá extrañar. Compañero en las resurrecciones del pasado y en las ilusiones del futuro.

José Luis Gioja y Néstor Kirchner se llamaban "flaco" mutuamente. El "flaco" Gioja, el "flaco" Kirchner. Empezaron mirándose con desconfianza y terminaron derramándose cataratas de gestos afectuosos. Una relación pendular que amaneció con el santacruceño rompiendo el hielo y jugando con el bastón de mando el día de su asunción ante el propio Gioja en el Congreso y terminó con el sanjuanino como número puesto a la vicepresidencia del propio Néstor.

¿Qué pasó en el medio? Gioja fue uno de los gobernadores que mejor aprovechó el círculo virtuoso del cambio de modelo, que pasó de ajuste para las provincias a obras públicas y expansión. Y lo convirtió en su carabela nodriza: todo, pero todo lo que emprendió, lo hizo con ayuda financiera de la Nación. Que las rutas, que el Centro Cívico, que los diques, que el desendeudamiento, que la primera galletita de Sasetru, ícono de las postración política y económica provincial. Ofreció a cambio su lealtad en los momentos más delicados y su capacidad para borronear las diferencias de procedencias para reforzar las simetrías. Lo demás vino sólo.

Con Kirchner, Gioja no perdió sólo a un conductor con quien intentar la llegada a la vicepresidencia, porque ése era un objetivo que no lo movilizaba demasiado en vista de las dificultades de escoltar a un líder irascible y porque la trascendencia del sanjuanino a nivel nacional no parece menguarse sino expandirse. Lo que perdió es el interlocutor perfecto en la dimensión nacional para una provincia como San Juan que, siempre, vivió del mangazo y la generosidad ajena.

Alguien con quien darle aire a la máxima de su gestión: "usted traiga, que nosotros hacemos". Alguien con quien definir arriba de un helicóptero esperando turno para despegar, como ocurrió aquella vez en que se inauguraba la primera etapa de Centro Cívico y Gioja atacó al entonces presidente arriba del aparato con el argumento del ascenso de San Martín y se quedó con la promesa del estadio, el mismo que está a punto de ser concluido y recibirá a la Copa América; y el teatro que promete este año ir a licitación.

Kirchner ya no está y toda esa historia de tanteos y aproximación que fue acortando distancias con Gioja hasta convertirlo en pieza clave del armado, ha quedado desactualizada. Que no es lo mismo que decir inutilizada, porque buena parte de esa base afectiva y política Kirchner-Gioja también sirve para Cristina-Gioja. Pero sí vuelta a conversar, como todo debe ser vuelto a conversar en la política argentina tras la desaparición de Kirchner.

Con Cristina, Gioja también tuvo una relación que amaneció fría -más bien congelada- y se fue entibiando de a poco. Todos recuerdan en runruneo de hace casi 4 años, cuando Néstor estaba a punto de consagrar candidata a su esposa y en San Juan corrían los comentarios sobre una supuesta sepultura de la relación de Gioja con los K: hablaban de las cicatrices por los chispazos entre el sanjuanino y la actual presidenta cuando ambos eran senadores, él por el oficialismo y ella rebelde.

Ninguna de aquellas profecías se cumplió. Más bien al revés, el vínculo entre Gioja y Cristina fue sumando episodios y se fue consolidando a fuerza de quedar atrapados entre los mismos fuegos. Hasta que fraguaron una relación afectiva independiente de la de Néstor.

Sí, Gioja puede también ser vicepresidente de Cristina, ahora que ella es la que tiene la sartén por el mango. Pasar de lugarteniente de él, a lugarteniente de ella con comodidad. Si bien con ella cambia la relación de fuerzas y el estilo, un dirigente de las condiciones del sanjuanino sigue siendo apetecible como compañero de fórmula: de manejo en el interior del país y contactos bien diversos en el universo peronista.

Más ahora, que parece eclipsarse la estrella del Peronismo Federal, con al menos dos de sus presidenciables -Solá y Das Neves- con ganas de pegar la vuelta y otro -Duhalde- con ganas de entrar a boxes. Y las dos usinas de votos del sector -Reutemann y De Narváez- en la más absoluta indefinición en este nuevo escenario post Kirchner. Las opciones para ellos serán recostarse en Rodríguez Saá o abrochar con quien surge con más fuerza de los allegados, Mauricio Macri. En cualquier caso, habrá muchas segundas líneas en el mercado de pases que el kirchnerismo aparece en condiciones de captar: Gioja puede ser una puerta de ingreso.

Las cosas han cambiado mucho en poco tiempo y en todos lados. En el oficialismo, ahora es ella quien tiene la palabra, a diferencia de hace un mes, cuando debía ser cuidadosa para que no se espantara Scioli ni se enojara Moyano. Pero por esas cosas del destino, la que mejor mide hoy es Cristina y será entonces quien marque el paso. Será así mientras no ocurra otro golpe de escena que vuelva a poner las cosas patas para arriba, o dilapide la oportunidad en un par de movimientos, que puede ocurrir.

Clave será observar en qué lugar coloca Cristina al PJ. Lo más probable es que se recueste sobre las estructuras de las organizaciones sociales y la juventud como La Cámpora, flor y nata del kirchnerismo. Por razones estratégicas, pero más que nada afectivas: allí es donde están su cuñada Alicia y su hijo Máximo.

Puede a la misma vez asumir la Presidencia del peronismo, o conducirlo por control remoto por la vía de los gobernadores más leales, y allí es donde aparece nuevamente Gioja como el líder de los gobernadores de provincias más alejadas, junto a Scioli. El vínculo con el gobierno serán Aníbal y Randazzo, quienes tendrán el desafío más ambicioso en este nuevo escenario sin Kirchner: reemplazar al ex presidente como el interlocutor entre gobernadores, intendentes, gremialistas y dirigentes peronistas variados -incluyendo al conurbano bonaerense- para armar la red política y electoral del año que viene. Decidir cómo y quiénes serán los que lleven las banderas K, negociar, acordar, romper. En fin, lo que hacía Néstor.

En ese terreno, como el boxeador guerrero en el cuerpo a cuerpo, es donde Gioja se siente como pez en el agua. Ese oficio componedor lo tiene aprendido desde hace años, y ahora se encuentra con que serán trabajos con mucha demanda en el dinámico escenario político nacional. Lo tendrá más tiempo fuera de casa, es cierto. Lejos de la función en la provincia, el costo a pagar para alguien a quien le gusta seguir de cerca el día a día en San Juan y donde su ausencia se hace sentir: debió ser él esta semana quien apagara las llamas del paro de los médicos.

Pero la dimensión nacional tienta. Al fin y al cabo, a Gioja también lo benefició en la provincia el efecto post Kirchner, que lo depositó desde un 75% de imagen positiva a un histórico 85%. El mismo efecto que llevó a Cristina a niveles récord en San Juan o a, por ejemplo, derrotar a Cobos en Mendoza.

La foto del día, que siempre cambia. Y que arroja, sobre todo, una certeza: la de que nadie pueda asegurar que algo es suyo.