En estos últimos años hemos podido observar como la juventud se ha mantenido al margen del contexto político, tema que preocupa a todos aquellos que hoy forman parte activa del movimiento político.
¿Qué sucedió con aquellos ideales contestatarios, participativos y comprometedores que tenían antes los jóvenes? Esta es tan solo una de las miles de cuestiones que se colocan en la mesa del debate, a la hora de analizar la importancia que le están dando hoy las nuevas generaciones a la actividad política.
Es probable que estemos ante una secularización del interés político, debido a que no se educa a los jóvenes para que sean aptos en la vida social y en el servicio al bien común. Esto se observa en el creciente individualismo favorecido por una sociedad de consumo que lo último que hace es presentar inquietud alguna por el compromiso público. Estamos hablando, y ya sin dar rodeos, de desinterés e indiferencia.
Es un hecho que cuando nada nos inquieta o interesa, nada tenemos que hacer para cambiar la situación. Este estado de abulia ha provocado un daño grave, sino irreversible en las mentes de los jóvenes.
¿Quién es responsable de ésto?, ¿los padres, el Estado, las instituciones educativas, la sociedad? Contestar ésto implica un amplio análisis que por ahora no vamos a desarrollar, aunque nos vamos a aventurar a decir que todos tienen algo de responsabilidad.
Actualmente, la transmisión de ideologías políticas de padres a hijos es escasa. Se trata de evitar en nuestros hogares todo tipo de debate que tengan que ver con posiciones políticas diferentes. Se ha reemplazado la discusión por el silencio.
No se tiene en cuenta que el hecho de que exista confrontación ayuda firmemente al desarrollo de un pensamiento crítico y situado, con fundamentos, expectativas, esperanzas y frustraciones. Mantener una conversación acerca de fenómenos sociales es sano, porque es una manera de participar activamente de la vida pública, es una muestra de interés por la relación Estado-ciudadanos y entre las personas mismas, estén del lado que estén. Cuando se cierra el paso al diálogo, nada bueno se puede esperar. Especialmente cuando se confunde el debate político con conversaciones cerradas y sin sentido.
¿Qué referentes tienen hoy los jóvenes argentinos, con respecto a cualquier ideología política? ¿En qué principios y bajo qué circunstancias una persona que está entrando en la adultez puede manifestar lo que piensa acerca del Estado, sus beneficios y sus deficiencias? ¿Qué puede proponer una generación que ha sido adormecida por el consumo desenfrenado y el escapismo a toda realidad "cruda" que implique su participación para con los demás miembros de una comunidad?.
Toda pregunta implica en ella una respuesta. Aquí dejo en manos su subjetividad y su ideología para contestarlas.
Es cierto que cabe la posibilidad de las nuevas generaciones hayan podido apreciar, por su cuenta, que en muchos casos el poder es un fin y no un medio. En este sentido, el campo político es "un campo de luchas", como diría Bourdieu, donde cada uno hace su apuesta y se juega todo su "capital" (recursos, humanos, intelectuales y económicos o materiales). Al parecer éste no es un juego que provoque tentación alguna en los jóvenes de hoy. Habría que buscar los por qué y luego tratar de proponer soluciones.
Son varios los pilares que sostienen este "ser político" llamado Estado. Uno de los componentes significativos y, absolutamente, necesario para que se de tal institución simbólica, son sus ciudadanos. Lo importante es que esos miembros sean concientes de qué posición ocupa en el mapa público.
Uno no puede decidir dejar de ser ciudadano en el país en el que vive. A priori tenemos derechos y obligaciones. Es obligatorio votar, pero no lo es participar en ninguna medida en algún partido, facción o posición política. Apreciamos que esta contrariedad nos ha llevado al límite de encontrar en los resultados de las urnas decepciones apabullantes.
Debemos alentar todo tipo de participación política de la juventud, ya que en el estado en que están las cosas no se puede seguir, porque mientras se siga alimentando el egoísmo y el desprecio a la actividad política, seguiremos siendo víctimas de todo tipo de manipulación y engaño.
