El sentimiento de amor por la patria fue alimento para la amistad entre los generales José de San Martín y Manuel Belgrano.


Hay un tiempo en la historia argentina en el que se relacionan para compartir un ideal: la independencia definitiva del dominio español, a pesar de la salud quebrantada de ambos padres de la patria, en una región llena de desconciertos. Existe un centenar de cartas que permite conocer a fondo esa amistad, entre 1813 y 1819. Las cartas de Belgrano son afectuosas llenas de información; las de San Martín son breves, sobrias, aunque no libres de emotividad. Las frases con las que se encabezan las cartas nos muestran que la amistad crece y se afirma con el tiempo. En los primeros años será "Mi amigo", "Mi querido amigo y compañero", y más adelante "Mi amado amigo", "Mi hermano". Comprobamos que se vieron pocas veces, pero que entre ellos existió una gran afinidad espiritual y, por sobre todas las cosas, la búsqueda de un ideal superior: la libertad de la Patria.


La relación se inició en los últimos meses de 1813, cuando aún no se conocían personalmente. En septiembre, antes de Vilcapugio y Ayohuma, Belgrano, jefe entonces del Ejército del Norte escribía a San Martín contándole las dificultades que debía enfrentar en su cargo, no siendo militar de carrera: "Por casualidad, le dice, o mejor dicho porque Dios lo quiere, me hallo de general... no ha sido ésta mi carrera y ahora tengo que estudiar para medio desempeñarme y cada día veo más y más las dificultades de cumplir con esta obligación". Y luego, la frase que constituye nuestro punto de partida: "jamás me quitará Ud. el tiempo y me complaceré con su correspondencia, si gusta honrarme con ella y darme algunos conocimientos para ser útil a la Patria que es todo mi deseo...". San Martín era, en ese momento, el brillante coronel que había llegado a la Patria y acababa de confirmar sus dotes militares venciendo con sus granaderos a las tropas de desembarco de los realistas en el combate de San Lorenzo.

  • Elogios de San Martín a Belgrano

Cuando llegó la hora de las derrotas decisivas de Vilcapugio y Ayohuma, pedirá entonces al gobierno la designación de tropas auxiliares al mando de San Martín. La situación de Belgrano era muy grave con una derrota y un ejército donde había decepción, desorden y rebeldía, pero San Martín lo juzgaba equitativamente. Hay una frase de San Martín, en una carta a Tomás Guido, que es a lo mejor el mayor elogio hacia Belgrano, acerca de su actuación militar, tan criticada e injustamente considerada por sus contemporáneos: "...es el más metódico que conoce nuestra América, lleno de integridad y talento; no tendrá los conocimientos de un Moreau o de un Bonaparte en punto a milicia, pero créame Ud. que es lo mejor que tenemos en la América del Sud".


San Martín fue designado para el cargo y fue inmensa la alegría que expresaba Belgrano diciendo: "Mi corazón toma un nuevo aliento cada instante en que Ud. se me acerca...Vuele... si es posible, la Patria necesita que se hagan esfuerzos singulares y no dudo de que Ud. los ejecute... Crea que no tendré mayor satisfacción que el día en que logre estrecharlo entre mis brazos y hacerle ver lo que aprecio el mérito y la honradez de los buenos patriotas como Ud.". Durante un mes y a medida en que el ejército auxiliar avanzaba, se sucedieron las cartas de Belgrano conteniendo datos sobre el enemigo y el terreno y comentarios sobre jefes y oficiales. Su llegada era esperada con mucha ansiedad. "Deseo mucho hablar con Ud., decía, de silla a silla, para que tomemos los medios más acertados y formando nuestros planes, los sigamos sean cuales fueren los obstáculos que se nos presente, pues sin tratar con Ud. a nada me decido".


En su última carta antes de retirarse del ejército del Norte, Belgrano encomienda a San Martín su más sublime creación: la bandera de la Patria y le solicita que la enarbole cuando todo el ejército se forme. 


Para Belgrano vendrá el proceso por sus derrotas, del que saldrá sobreseído no hallándose ningún cargo en su contra. A San Martín, su enfermedad muy pronto lo alejará del mando del Ejército del Norte, al que en muy poco tiempo había logrado reorganizar.


Córdoba será el lugar elegido para recuperarse y en ese tiempo, propicio para la reflexión adquirirá la convicción de que la ruta del Desaguadero no era el camino para llegar a Lima, confirmando la opinión de Belgrano que en varias ocasiones así se lo había manifestado. Huaqui, Vilcapugio y Ayohuma eran dolorosas pruebas de ello. Poco antes de hacerse cargo del Ejército del Norte, San Martín había visto un proyecto elaborado por un oficial del ejército de Belgrano según el cual era conveniente enviar una expedición desde Valparaíso a Lima. Aunque el plan era irrealizable por varios motivos, la idea estratégica interesó a San Martín y entre mayo y agosto de 1814 acabó de convencerse de que era la única vía posible. En adelante, el ideal tendría un plan y desde su cargo de gobernador de Cuyo San Martín se encargaría de concretarlo. 

  • La independencia

Es reconocida como decisiva la influencia de San Martín y Belgrano para provocar el memorable pronunciamiento que consagró nuestra independencia. En 1817 tiene lugar la exitosa campaña de San Martín en Chile. Producida la victoria de Chacabuco, San Martín escribe dando parte de los sucesos y Belgrano le responde expresando las felicitaciones de pueblo y ejército a sus compañeros que "han cubierto de gloria las armas de la Nación, sacando a nuestros hermanos de la opresión y afianzando la independencia de la América del Sud". Y cuando la suerte es adversa en Cancha Rayada, Belgrano expresa su preocupación por el Libertador. Pide a Tomás Guido: "... aliéntelo y dígale que, a pesar de todo, no hay hombre de armas que no lo vea con aprecio y que no se haga cargo de que no ha estado en sus manos el resultado''. Luego de Maipú, Belgrano escribe a San Martín: "Nunca se manifiesta el sol con más brillantez que después de una tempestad...". Y lo exhorta a que "siga dando gloria a la Nación y asegure, como nos prometimos, su independencia". 


El año diecinueve los halla preocupados por la situación anárquica en que se hallaba el país, de la que Belgrano se lamenta diciendo: "No me hace tanto padecer el estado físico de estas provincias como su salud moral". El año 1820 será el de la muerte de Belgrano que sobrevendría acompañada de la angustia de ver a la Patria sumida en el más terrible desorden y comprometida su libertad. Para San Martín llegará la hora decisiva. Dos meses más tarde iniciará la gesta gloriosa que concluirá con el dominio español en el Perú. Nuestros dos próceres máximos fueron amigos, se unieron en el objetivo de lograr la libertad y, robustecidos por el sentimiento de amor a la Patria aunaron esfuerzos y lucharon por él. Conocieron las penurias de todo tipo y emergieron de ella victoriosos. La amistad que los unió, constituye un ejemplo más que nos legaron.

  • Intercambio de opiniones

En agosto de 1817, desde Santiago de Chile, San Martín comunicaba a Belgrano sus planes para la expedición al Perú y solicitaba su opinión para variarlos si fuera necesario, al mismo tiempo que enviaba instrucciones. Para la organización interna de los cuerpos del ejército del Norte, misión que el gobierno había encomendado entonces al creador de la bandera. Este respondía aprobando la idea de atacar a Lima, previo dominio del mar, haciendo consideraciones acerca del número de hombres necesarios para ejecutar la empresa y los posibles lugares de desembarco. 

Por Myriam Fonseca
Escritora