Incertidumbre, contingencia, vulnerabilidad, finitud, contingencia, resiliencia, comunidad, gratuidad: son algunos de los conceptos que tendremos que incorporar de forma indispensable los seres humanos a la vida cotidiana, luego de la situación que el mundo vive por el coronavirus.
Muchos artículos han proliferado en estos días reflexionando sobre lo que quedará en una sociedad posterior al Covid-19. ¿Cómo será el mundo "Poscoronavirus"?
Si algo necesitamos aprender es que debemos gestionar la incertidumbre. Ella debe ser la piedra angular de una humanidad que incorporó una de las enseñanzas más significativas después de esta pandemia.
"Debemos pensar en una "normalidad" y "sociedad" nueva. No vamos a volver a ser iguales, lo que hacíamos y éramos antes de esta pandemia ya no existe…"
Es en este contexto donde el ser humano deberá pedirle a la ciencia (junto con la tecnología) que debe trabajar lo que más pueda para darnos serenidad; también habrá que hacerse de más recursos para encontrar otro tipo de paz. La filosofía, el arte, la religión y la educación deberán ocupar un papel significativo para ayudarnos a comprender nuestros límites.
En un reciente artículo Adriana Lorusso en noticias.perfil.com exponía de forma muy clara ¿Por qué necesitamos menos ciencia y más filosofía? afirmando que deberán otros espacios ayudarnos a comprender y gestionar nuestra fragilidad.
Este virus deberá ayudar a replantearnos los conceptos propios de nuestra naturaleza y rescatar un espíritu de gratuidad, que tal vez habíamos perdido por certezas que hoy son evidentemente infundadas. En este camino la ciencia tendrá que dialogar constantemente con la filosofía y la pedagogía para no volver a cometer los errores de pensar que tenemos soluciones para todo. Errores que no son de la ciencia, como espacio de conocimiento, fue la sociedad, todos nosotros, los que le exigimos a ella para caminar en la "certidumbre", un terreno que hoy sabemos por experiencia propia que es irreal.
Hemos escuchado frases como: "Tenemos un enemigo invencible". Es importante entender que este enemigo "invisible" que hoy tiene la humanidad, tal vez no es lo que pensamos y decimos de él. Este "enemigo" no tiene voluntad de atacarnos y no planea cómo hacerlo. Sin libertad y racionalidad no hay enemigo cierto. Tal vez nuestra vulnerabilidad y contingencia es propia, ya que parece que habíamos caído en el imaginario de controlar todo.
Nos cabe entonces hacernos la difícil pregunta ¿no será que nos creímos mucho más grande de lo que somos? Dominamos ríos y mares, llegamos hace muchos años a la Luna y estamos en vía de desembarcar en Marte, conocemos cómo generar energía atómica, podemos comunicarnos en forma inmediata con todo el mundo, hicimos inteligencia artificial, pero hoy nos pone en jaque, a nuestras economías, a las políticas actuales y futuras un virus que lo que pretende hacer es sobrevivir, como todo ser vivo".
¿Cómo será el mundo poscoronavirus? Deberá ser una oportunidad de la sociedad para redescubrir la vida, sin ser un explotador de nuestro planeta. Revalorizar el vivir con otros sin lugar a individualismos absurdos. Un momento para ser solidarios sin mezquindades, comprendiendo que no podemos salvarnos solos. Hacer de la resiliencia una competencia indispensable para nuestros sistemas educativos.
Debemos pensar en una "normalidad" y "sociedad" nueva. No vamos a volver a ser iguales, lo que hacíamos y éramos antes de esta pandemia ya no existe y a partir de eso es que necesitamos de la filosofía y la educación para ayudarnos a repensar la vida, el lugar que le doy al otro, nuestros límites, la economía, la política e incluso el sentido de nuestro vivir y convivir.
Por Jorge Ernesto Bernat
Profesor y Licenciado en Filosofía.
