La educación, y particularmente la universidad, están interpeladas por las nuevas tecnologías, pero aún no parecen incorporarse estratégica y adecuadamente a la práctica educativa. 

El 17 de febrero de 1867 navegó el primer barco por el canal de Suez, aunque su inauguración oficial se produjo algunos años más tarde. No existía en esa época la palabra "globalización" inventada recién hacia fines de la década de 1960, en referencia a la expresión "aldea global" con la que Marshall McLuhan describe el aumento de un proceso de creciente comunicación entre los seres humanos motivado por los medios electrónicos.


No obstante estaba muy clara la necesidad de comunicar el oriente con el occidente para compartir, a través del comercio, las mercaderías que se fabricaban en distintos puntos del planeta.


Tampoco existían las mega embarcaciones parecidas a la que hace pocos días estaba obstruyendo el canal, generando, no sólo pérdidas millonarias, sino poniendo en peligro el suministro de mercaderías esenciales para muchas personas en todo el mundo.

Internet y la telefonía celular

Algo parecido ha pasado con el teléfono, patentado por Alexander Graham Bell casi en los mismos años en que se inauguró oficialmente el canal de Suez. Nos ha servido por más de 140 años para comunicarnos hasta que aparecen Internet y la telefonía celular, dos avances independientes entre sí, pero que en 2007, Steve Jobs con el anuncio del primer teléfono inteligente, logra vincularlos y se produce una verdadera revolución de las comunicaciones a nivel planetario. En este momento hay más líneas de teléfonos móviles que habitantes en todo el planeta y el crecimiento de un sinnúmero de actividades que dependen de su tenencia. Permiten realizar a través de ellos el comercio digital, las operaciones financieras y bancarias, la gestión de agendas, las videoconferencias, el acceso a casi cualquier cosa a través de buscadores e inclusive hasta la educación multimedial a distancia y el home office. Como con los barcos, se han convertido también nuestros dispositivos móviles en mega teléfono con capacidad para el transporte de tanta información que no siempre sabemos cómo aprovecharla.


Se estima que en 2020, el tiempo medio global de utilización de Internet por persona fue de casi siete horas diarias, en su mayoría accedida por teléfonos inteligentes. 

Tecnología y educación

Son muchos los avances en varios sectores de la sociedad, tanto en el sector privado como en el público, impulsados por la inteligencia artificial. La educación, y particularmente la universidad, están interpeladas por estas nuevas tecnologías que utilizan frecuentemente tanto los alumnos como los docentes para el funcionamiento de muchas actividades de su vida personal, pero aún no parecen incorporarse estratégica y adecuadamente a la práctica educativa. Por otra parte, a pesar de que la mayoría de los hogares pobres tienen celulares, tampoco se han desarrollado aún políticas públicas que, complementando mayor conectividad y planes específicos, puedan aprovecharse estos dispositivos móviles como recursos educativos en sectores vulnerables de la población.


¿Somos conscientes de que tenemos el acceso al gran mundo del conocimiento (literalmente) al alcance de las manos de cualquiera que tenga un dispositivo móvil con acceso a Internet? ¿Qué podemos hacer para sacarle mayor provecho a nuestros celulares? 

Por Gustavo Carlos Mangisch
Director de Innovación y Calidad en Educación del Espacio Excelencia y de la Maestría en Nuevas Tecnologías (UCCuyo)