Con el imperio romano del siglo IV tenemos a la iglesia triunfante con el emperador Constantino (306-337). Ahora el cristianismo se difundiría de las clases más altas hacia abajo. El emperador se dio cuenta de la fuerza de la religión y en el año 313 dio el llamado "Edicto de Milán” donde se establecía la tolerancia de cultos.

"Hemos resuelto acordar a los cristianos y a todos los demás la libertad de practicar la religión que prefieran, a fin de que la divinidad que reside en el cielo, sea propicia y favorable, tanto a nosotros como a los que viven bajo nuestro dominio… Es digno del siglo que vivimos y conviene a la tranquilidad de que disfruta el imperio, que todos nuestros súbditos tengan completa libertad de adorar al Dios de sus preferencias y que ningún culto sea privado de los honores que se le deben.”

Libertad estaba bien, pero hacer algo permanente y duradero, mejor todavía. Recién con Teodosio (346-395) quien al decir de Ambrosio en la Oración fúnebre: "Estaba lleno de amor a Dios” Será con él que el cristianismo será la religión oficial del imperio.

Los sacramentos: A la cabeza de todos está el bautismo, iniciación de la vida cristiana. En el siglo IV se fijó de manera definitiva el rito. Se santificó con el carácter de sacramento el matrimonio, por medio del mutuo consentimiento. El anillo se introdujo como símbolo de fidelidad y de la indisolubilidad del sacramento. Se permitía contraer segundas nupcias después de la muerte de uno de los contrayentes y se enumeraron las prohibiciones.

La confirmación la hacían solo los obispos. En el Sacramentario Gregoriano se encuentra el rito completo de la Extremaunción.

La Liturgia: La santa misa, la eucaristía y comunión se tomaban como sinónimos. En el siglo IV se le da a todo el conjunto de ritos de la liturgia eucarística el nombre de misa. El primero en quien se encuentra esta palabra es san Ambrosio, y al parecer proviene de la expresión "Ite missa est”, missa significaba missio o despedida y se decía a los catecúmenos después de la primera parte y a los fieles al fin de los oficios.

La comunión de los fieles en el siglo VI se efectuaba en Navidad, Pascua y Pentecostés.

El canto de la iglesia eran salmos e himnos durante la celebración litúrgica. En el siglo IV lo hacían los cantores. Primero fue el canto antifonal, luego el canto propiamente dicho. San Gregorio Magno fijó definitivamente las melodías corales y desde entonces constituyeron el "Canto Gregoriano”. Para transcribir los cantos se usaron notas especiales llamadas neumas.

Con respecto a las horas, se introdujeron las tercias, sextas y nonas, luego los maitines y laúdes, las vísperas y tres nocturnos.

El desarrollo de la predicación en las iglesias, tenía lugar durante la misa, iban desde simples homilías a la explicación de las Sagradas Escrituras, podía hacerla el obispo o los presbíteros y diáconos.

Las Fiestas del Señor, repartidas en todo el año, quedaron desde el siglo IV en dos ciclos: el de la Navidad, en que se celebra la Natividad de Jesús y el de la Pascua. La primera está atestiguada en Roma desde el 336, en Oriente apareció décadas después. Y al revés recibimos de Oriente, la Epifanía que cierra el siglo de la Navidad. En el siglo VI aparece el Adviento, como preparación al nacimiento de Cristo.

Antes y después de la Pascua en el siglo IV tenemos: el domingo de Ramos y la Ascensión del Señor. Todo este tiempo fue muy santificado. Así entre el Domingo de Ramos y la Pascua fue considerada como Semana Santa o Semana Grande. En ella los días más importantes son Jueves y Viernes Santos, con la conmemoración de la Pasión de Cristo y luego la Resurrección del Señor, se celebraba el domingo inmediato al primer plenilunio posterior al 20 de marzo, oscila entre el 22 de marzo al 25 de abril, desde entonces todo el universo cristiano celebra año a año esta Semana Santa o Semana Mayor.

(*) Miembro de Número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina, exprofesor titular de Historia de Roma y del Cercano Oriente Antiguo.