Las protestas del 11 de julio demostraron que la oposición tiene más apoyo popular que el régimen vigente.

­El presidente Joe Biden está haciendo lo correcto al condenar categóricamente a la dictadura cubana y dictar sanciones personales contra altos militares de la isla por la brutal represión a las protestas masivas del 11 de julio. Pero ahora, el próximo paso de Estados Unidos, Europa y América latina debería ser darle un mayor reconocimiento oficial a la oposición interna en la isla.


Tal como me dijo en una entrevista telefónica desde La Habana el líder opositor Manuel Cuesta Morúa, presidente del Partido Arco Progresista, las democracias de todo el mundo deben "elevar el status'' de la oposición interna de Cuba y convertirla en una interlocutora clave de su política exterior hacia la isla.


Cuesta Morúa fue arrestado por la policía cubana cuando viajaba en un autobús hacia la manifestación del 11 de julio y liberado tras la protesta. Al menos 450 participantes en las manifestaciones pacíficas siguen en la cárcel o están desaparecidos, según varios grupos de derechos humanos.


Biden merece crédito por haberse resistido a los pedidos de la extrema izquierda de su Partido Demócrata de que levante el embargo de Estados Unidos a Cuba. Eso, en este momento, equivaldría a premiar la represión del régimen cubano, más allá de que esas sanciones no son la causa del desastre económico cubano.

"Los diplomáticos extranjeros o funcionarios gubernamentales que visiten Cuba deberían convertir en una norma el reunirse públicamente con los líderes opositores y de la sociedad civil''. 

Biden ha ordenado sanciones personales contra altos militares cubanos involucrados en la represión, y anunció que está buscando la forma de darle a los cubanos Internet gratis.


Lo mejor que pueden hacer Estados Unidos y otras democracias sería darles mayor protagonismo a la oposición política y a la sociedad civil en Cuba, me dijo Cuesta Morúa.


Los diplomáticos extranjeros o funcionarios gubernamentales que visiten Cuba deberían convertir en una norma el reunirse públicamente con los líderes opositores y de la sociedad civil, como lo hacen en otros países, agregó.


En este momento, los opositores cubanos no pueden organizar ni participar en protestas pacíficas, ni formar partidos políticos legales, ni tener elecciones libres, ni tener acceso a los medios de comunicación. La dictadura cubana los considera "mercenarios'' y "enemigos del pueblo''.


Por supuesto, se puede argumentar que los líderes opositores no han sido electos. Pero lo mismo puede decirse de la dictadura cubana, que no ha permitido una elección libre en más de seis décadas.


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De hecho, a juzgar por la magnitud de las protestas del 11 de julio, la oposición parece tener mucho más apoyo popular en la isla que el régimen.


Cuesta Morúa me dijo que otra cosa importante que podrían hacer Estados Unidos y otras democracias sería dar más recursos a los opositores pacíficos en Cuba. Necesitan, entre otras cosas, computadoras, teléfonos celulares y acceso a Internet, dijo.


Las protestas masivas del 11 de julio no tuvieron precedentes en la historia reciente de Cuba. Biden debería invitar a los líderes opositores y de la sociedad civil de Cuba a hablar en la próxima cumbre del G-20 de las economías más grandes del mundo, y convertirlos en invitados de honor de la Cumbre de las Américas que se celebrará en Estados Unidos el próximo año.

Por Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald