La megadevaluación del peso nacional tiene efectos mayoritariamente perniciosos sobre el conjunto de la economía entre los cuales se contabiliza el sumamente negativo resultado sobre el acrecentamiento inmediato y automático del nivel de la deuda externa. La mayor cantidad de unidades de pesos por cada unidad de divisa extranjera, el dólar por caso, engendrados por la devaluación del tipo de cambio, por si mismo implica un aumento del nivel de la deuda externa del país nominada en dólares.
Esta gnosis se explica porque para conseguir una unidad de dólar adicional para cada necesidad de financiamiento de la economía ahora serán necesarios más pesos para obtener la misma cantidad proporcional de dólares obligatorios para aplicarlos a los fines de la cancelación de intereses, del capital, o, los necesarios para proveer los requerimientos de la importaciones y otros menesteres esenciales, que se pagan en monedas fuertes.
Mediciones de especialistas indican que en este actual mandato constitucional la devaluación cambiaria asciende al 570%, por lo que de ello se colige que la deuda externa medida en todo ese lapso estuvo potenciada de modo considerable por ese mimo nivel de devaluación del signo monetario nacional.
Resulta clave no dejar ir la deuda en términos netos, por efecto de devaluaciones del tipo de cambio, porque por cada tramo de acrecentamiento se amplifica.
Este problema es del orden del núcleo duro de los temas a resolver por Argentina para poder darle una mínima posibilidad de relanzamiento a un nuevo ciclo que suministre las soluciones básicas para los actores de la economía.
Hay que tener en cuenta que el PBI es el que funciona como la fuente legitima y genuina de dólares una vez que cumple su etapa de exportación. Pero como esencialmente este producto interno se genera en pesos y solo una porción menor se convierte en divisas, es por ello que vuelve sumamente importante que las obligaciones en divisa extranjera no sean las dominantes en la composición de la deuda. Hoy la deuda total supera el 100% del PBI y el 80 % de ese importe es en dólares. Por esa razón es que resulta clave no dejar ir la deuda en términos netos, por efecto de devaluaciones del tipo de cambio, porque por cada tramo de acrecentamiento se amplifica.
Sin un excedente en divisas de valor internacional que funcione como garantía y real capacidad de repago de la deuda externa, Argentina cada vez más se sitúa fuera del mundo responsable. He ahí la razón que hace cada vez más dependientes al país de los organismos de crédito mundial o del mercado de fondeo abierto. Lo grave de esta situación es haber deteriorado la condición propia al punto de que hoy argentina esta puesto en un lugar de tomador inviable de crédito.
Esa deficiencia recayó sobre los mutuos que los organismos internacionales de préstamos le asignaron, al promediar el 2018, como nunca antes a la Argentina, tal es el caso del FMI con U$S 57.000 millones, cuyo importe total prácticamente ha sido liquidado y malgastado en un 80 %, quedándonos con un cumulo de obligaciones incumplidas y sin haber resuelto nada estructural con ese crédito. El país, entonces, ha multiplicado la necesidad de liquidez en divisas sin haber recompuesto y desarrollado la fuente de generación de los mismos.
El crédito dado por el FMI, no es el único malgastado, sino, que también se mal uso el crédito proveniente del mercado voluntario internacional de capitales que se cerró en la gestión Ministerial de Caputo, concretamente en enero del 2017. Los centros financieros internacionales expresaron, con la suba sideral de la sobretasa por riesgo país, que no se podía seguir prestado porque no hay capacidad de repago en razón del crecimiento neutro o negativo de la economía argentina.
Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez
Profesionales de Jáchal.
