Es compleja la combinación de variables que determinan el precio de las naftas (incluye gasoil y otros), pero, dentro de esa dinámica no se debe perder de vista fundamentalmente el factor poder adquisitivo del salario/ingreso, so pena, de restringir el acceso a las naftas para el consumidor interno, por la importancia decisiva en la dinámica de la economía general que ello conlleva.


¿Cuál es el corazón de la complejidad del conjunto de variables que determinan el precio de las naftas?


La respuesta está dada por cuál es el precio del dólar en moneda nacional (tipo de cambio). Esto determina el surgimiento de dos lecturas que aparentemente contradictorias, que es preciso destrabar y ordenar según los principios que debe tener una política pública de combustibles.


Veamos. Si el precio del dólar en pesos sube (devaluación), resulta que el precio de la nafta a nivel mundial en dólares baja. Pero al mismo tiempo esa baja de precio dolarizada para la comparación internacional implica para el consumidor interno un aumento neto (inflación por devaluación). Es el efecto bifronte contradictorio que produce la devaluación de la moneda de un país, ya que abarata en dólares y encarece en pesos un determinado precio/producto.


Por eso hay que ser enfático con el factor cardinal que puede destrabar y relativamente armonizar estas dos magnitudes de un mismo prisma.


Ese factor, tal como ya se lo prefiguró más arriba, es el de la cota promedio del nivel del poder adquisitivo en pesos que mes a mes va registrándose por el salario o el ingreso periódico de los consumidores. 


Lo que debe importar de cara al mercado de consumo interno es buscar un mecanismo técnico de equidad que le haga relativamente accesible la nafta medida por su salario y no extrapolar la cuestión, sin mediación de escala alguna, calculándolo por el valor del dólar en la tabla de comparación regional, continental o mundial, y quedarse con esta ultima fotografía.


El mercado de los combustibles en Argentina tiene reprimidas demandas ya devengadas al alza que provienen de diversas variables retrasadas. Por ello el Estado ante la encrucijada electoral, ha postergado en el corto plazo, subas de algunas variables internas que vuelven en preocupante al horizonte inmediato. Por ejemplo, se postergó para julio un aumento del impuesto de los combustibles líquidos. Sin embargo en junio 2019, no pudo postergarse y se debió autorizar un aumento en el precio del tonelaje de los biocombustibles destinados al corte que por ley corresponde aplicar a las naftas. Por eso habrá aumentos en junio y julio 2019, como mínimo.


Y sobre esos componentes que son variables que las reglamenta el Estado a pulso de decreto, se suman factores que son de política general del país e internacional que impregnan de una volatibilidad sumamente inquietante la perspectiva.


Los precios de los combustibles son estratégicos para el desarrollo de una economía del consumo y la producción.


El desafío debe pasar por tratar el tema con ese miraje, porque no es un problema/solución que deba ser encriptado en el mero equilibrio de las variables intra mercado de los combustibles. Por lo tanto, se lo debe re focalizar en el contexto de una economía general. Porque todos los precios, los costos, los salarios, la logística del transporte multimodal, los impuestos etc, si no se equilibran en una relación primordial de no asfixia del poder adquisitivo del salario/ingreso, será muy difícil contribuir a lograr una reactivación urgente de la economía real de los argentinos que, por otra parte, es reclamada por voces diversas de todos los actores de la acuciada vida nacional.

Por el Dr. Mario Luna y el Prof. Fabián Núñez